Shaquille O'Neal y Kobe Bryant llegaron a los Lakers en 1996, uno agente libre de Magic y otro brillante novato, escogido por los Hornets en el draft colegial.
Tras ocho años de jugar juntos, obtener tres títulos de la NBA y rescatar a los Lakers de nueve años de frustraciones, Shaquille fue enviado en julio al Heat de Miami, el coach Phil Jackson rehusó seguir porque Bryant "era ingobernable" y la dinastía se derrumbó de repente por egos inflados, orgullo y dinero.
"El único que podía evitar la catástrofe era Kobe", relata Jackson en su reciente libro La última temporada. "Él (Bryant) quería hacer de los Lakers su universo particular y el dueño del equipo lo respaldó".
Desde el colapso de los Lakers en la final de junio pasado contra los Pistons de Detroit, Kobe ha sido el blanco de las críticas.
Supuestamente, los Lakers ganarían aquel título con relativa comodidad, apoyados con cinco eventuales miembros del Salón de la Fama: O'Neal, Karl Malone, Gary Payton, el coach Phil Jackson y el propio Bryant.
Al perder el título con Pistons en junio pasado, el dueño Jerry Buss optó por reconstruir el equipo alrededor de Kobe. O'Neal fue enviado a Heat. Jackson se negó a seguir con el argumento de que nada quería con Kobe. Payton fue cambiado con Celtics. Rick Fox prefirió el retiro. Derek Fisher firmó con Golden State y Malone se negó a regresar porque Bryant lo acusó de asediar a su esposa Vanessa, hermosa mujer de 22 años.
El descenso de Bryant define los roles: Shaquille es el héroe, Kobe el villano. Kobe ha perdido millones de dólares en patrocinios, incluso de McDonalds y Nutell. El rapero Nas hace mofa de él por sus líos en la corte de Colorado, la estrella Ray Allen (Sonics) lo describe como egoísta, la venta de camisetas con su nombre bajó de 312.665 a solo 89.831 y por primera vez en su carrera no figura entre los mejores 20 del rubro.
Sin "Shaq"
Kobe pronto ha mostrado lo que es jugar sin el apoyo de O'Neal. Sus cifras reflejan el acaparamiento que hace del juego. Mantiene 27,7 puntos por partido, lógico porque sus tiros al aro sobrepasan 215 a solo 142 del segundo de los Lakers y los minutos de juego 1.134 a 945. Su promedio de efectividad de .393 en tiros de campo es la peor cifra de su carrera.
Noche tras noche, Kobe oye más silbidos que aplausos, mientras que los Lakers, la divisa más adorada de la NBA, ha logrado únicamente un triunfo en cuatro juegos en los que Bryant superó los 40 puntos, y se hunde en el tercer puesto de la división Pacífico y el sétimo lugar de la Conferencia del Oeste, superado incluso por las revelaciones SuperSonics de Seattle y Suns de Phoenix.
Entretanto, Shaquille (21,1 puntos por juego, 306 rebotes y 76 bloqueos) hace de Heat el equipo más poderoso de la Conferencia del Este y ayuda al distribuidor Dwyne Wade (23,6 puntos y 200 asistencias) a convertirse en la nueva estrella de la NBA, tal y como lo hizo con Kobe en los Lakers desde 1996.
"No puedo negar mi culpa, me gustaría volver atrás y hacer las cosas de manera distinta", confesó Kobe a John Saunders, de ESPN. "Sufro pesadillas con el recuerdo de los conflictos innecesarios que tuve con Shaquille y (Phil) Jackson".