Carlos Linaris Velo no se siente extranjero en Costa Rica. “Me siento como un tico más y eso no se encuentra en todos lados”, reflexionó este uruguayo de 52 años, días antes de regresar hoy por tercera vez al futbol nacional de la Primera División.
Tras el bicampeonato con el Saprissa y un segundo lugar al que llevó al Herediano en el Apertura del 2000, el uruguayo es un fiel defensor de la filosofía resultadista.
“Me gustan los resultados, ¿para qué lo voy a negar?, porque si no ganás, se termina el plazo de cualquier proyecto”, destacó.
Hoy la misión se llama Santos de Guápiles, un cuadro bisoño en estas lides, con el que se vinculó por una temporada.
“Carlos Linaris ya no le vende espejitos a nadie. Los que me conocen ya saben cómo soy y... que soy un ferviente enamorado de Costa Rica”, reiteró durante el diálogo con La Nación .
Costa Rica fue el país que le abrió las puertas hace 10 años para dirigir al Saprissa, al que llevó a dos cetros seguidos (94 y 95) contra su rival manudo.
Pero ahí no termina su amor por este país, donde le gustaría vivir en forma permanente, al punto de que ya compró una propiedad en Heredia y procura convencer a su hijo para que organice aquí sus negocios de carnicerías, como lo hace en Uruguay.
“Uruguay fue un país que me falló. Fui uno de los 7.864 ahorristas de un banco con el 51 por ciento propiedad del Estado, que cerró en el 2002 y aún no nos ha pagado. Fue la estafa del siglo”, se lamentó.
Su cabaña de playa en la ciudad balnearia de Piriápolis (a 40 km de Punta del Este) la bautizó La guaria morada , en honor a la flor nacional. “Costa Rica siempre me trató bien, aún en los peores momentos de mi vida cuando, aparte de la pérdida de mi padre, me echaron del Saprissa sin tener la dignidad de hacerlo de frente”, recordó.
Linaris, casado con Lizeth Lilian, tiene dos hijos (Karla Jovina y Alexandros) y hace poco le nació un nieto (Vincenzo). “Soy muy hogareño y me gusta pasear. Cuando yo me creía joven me hicieron abuelo. Pero ya no me meto a mejenguear...” (risas).
Es nativo de Cerro, la montaña más elevada de la capital, Montevideo. “Era una zona de gente humilde y trabajadora que se deterioró con el tiempo, como pasa en todo Uruguay, donde la política económica del gobierno fue nefasta para la población”.
Ahí, en 1966, empezó su trajinar por el futbol, como volante central del equipo de su barrio, el Rampla Junior, el mismo que sigue junto a la cantante Natalia Oreiro y el presidente del BID, Enrique Iglesias. Ese club lo catapultó a la Selección Juvenil.
A los 19 años se fue a Grecia con el Panathinaikos, donde fue bicampeón de liga (71 y 72). Su técnico, el exjugador húngaro Ferenc Puskas, lo puso en varios puestos. “En el futbol moderno hay que jugar en toda la cancha, me dijo. ¡Qué razón tenía!”.
De ahí participó seis años en Chile con Temuco, Lota Shwager y Huachipato; después actuó con River Plate de Uruguay y el San Lorenzo de Argentina, incluido un amistoso con la casaca celeste. Se retiró como futbolista (1981) y pasó a técnico en su país, donde se graduó (1983).
Primero trabajó en divisiones juveniles y luego como auxiliar técnico, antes de hacerlo como técnico de la Primera. Dirigió desde 1983 a Rampla Juniors, Huracán Buceo, Huracán F. C. y Central Español.
Su primer club en el extranjero fue el Saprissa, traído por el empresario Leonidas Duarte, y después fue al Comunicaciones y la Universidad de San Carlos de Guatemala, sin olvidar su paso por el River Plate uruguayo y el ya mencionado Herediano.
“Pese a que salimos campeones en Guatemala y gané dos ascensos en Uruguay, los triunfos que obtuve con Saprissa no se borrarán nunca de mi mente porque fue de lo mejor que pasó en mi carrera”.
Linaris se declara “hincha” de César Luis Menotti, Carlos Bilardo y Carlos Alberto Parreira (“el mejor técnico del mundo”). Su meta es dirigir algún día en Europa (“aunque sea por un año”, señaló con ilusión).
Es lector de Mario Benedetti y Eduardo Galeano, afamados escritores de su país, y de los libros de historia universal. Es lógico que le gusta comer un buen asado (“hecho con fuego y brasa, no con carbón”) y suele escuchar la música charrúa, además de los tangos, la salsa y la música romántica.
Superticioso en extremo, hoy será su estreno oficial con los guapileños, de local ante el Cartaginés de Guimaraes, quien fue su asistente en el Saprissa bicampeón. “ Guima es un gran amigo, un gran profesional y el mejor técnico que existe acá en el medio. Siempre le deseo la mejor de la suertes”.