De los jugadores que hoy integran la planilla de Liga Deportiva Alajuelense hay uno en particular que ha tenido que poner a prueba su persistencia prácticamente más que ninguno. Se trata del guardameta Bayron Mora Montenegro, acostumbrado a convivir con la paciencia porque su puesto así lo demanda, pero también porque su vida no ha sido fácil.
La oportunidad de empezar el Torneo de Clausura 2025 como titular fue algo que siempre soñó y aunque la Liga fichó al uruguayo Washington Ortega como sucesor de Leonel Moreira, el portero de 21 años luchará por ganarse el derecho de tener participación en un semestre cargado de partidos, debido al campeonato nacional, la Copa de Campeones de Concacaf y la final del Torneo de Copa.
“Tengo expectativas muy altas, me siento muy ilusionado y sé que es una responsabilidad bastante grande, pero estoy con una ilusión grandísima”, comentó Bayron Mora, quien atajó en el partido en el que Alajuelense derrotó 6-3 a Santa Ana, en la jornada inaugural del Clausura 2025.
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El propio Alexandre Guimaraes confesó que una vez acabado ese encuentro, tuvo unas palabras hacia el arquero delante del grupo, pues considera que fue un partido importante para él.
“Tuvo tapadas muy importantes después del primer gol de ellos, tapadas que uno espera de un portero que está en la Liga. Eso nos dio tranquilidad y, a él sobre todo, le dio seguridad para después hacer un juego correcto. En los otros goles no tuvo nada que hacer con él. Pudo también reponer muy bien el juego con el pie, lo cual es muy importante para nuestro sistema de juego”, apuntó Alexandre Guimaraes ante una consulta de La Nación sobre el arquero.
Bayron Mora irradia ganas y dice que las aspiraciones personales para este semestre las tiene claras, quiere ganar minutos, tratar de jugar y aportar lo que pueda.
“Al equipo lo veo bastante fuerte, tratamos de darle la vuelta a la página de lo ocurrido en diciembre lo más rápido posible. Hace un par de semanas jugábamos la final, pero ya estamos en nuevo torneo. Nos encontramos comprometidos, con la ambición y las ganas de hacerlo de la mejor manera”, citó.
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Hace cuatro años exactamente, Bayron Mora concedió una entrevista a este medio en la que contó su dura historia, al ser aquel niño de Paso Canoas que hasta viajó solo en autobus por perseguir su sueño y a quien el Centro de Alto Rendimiento (CAR) le cambió la vida.
Las confesiones de aquel momento lo marcaron, porque fue soltar algo que durante mucho tiempo se había guardado para él y que hoy lo hace caer en cuenta de todo lo que ha pasado para estar ahí, en la Liga.
“Me acuerdo de esa nota, en este tiempo he crecido bastante, no solo como profesional, sino como persona. Hace poco volví a ver esa nota y la utilizo como motivación, porque toda esa historia mía yo sé que no es fácil y la he utilizado como impulso para seguir, porque me acuerdo de todo lo que he pasado y es fuerte. Hoy lo utilizo para seguir adelante y saber que puedo lograr muchas cosas”, afirmó.
Su criterio es que en un equipo de fútbol, el portero siempre tiene que trabajar el doble y en la que se tiene que esperar el tiempo que sea necesario, estando preparado para cualquier momento.
¿Recuerda la dura historia de Bayron Mora?
En enero de 2021 el propio Bayron Mora contó su historia a La Nación y el relato empieza con que tenía 11 años, estaba en quinto grado, integraba una selección regional de Paso Canoas y en ese tiempo vivía con su papá, Gonzalo Mora. Ellos se percataron de que habían pruebas en la Liga, como parte de los reclutamientos a nivel nacional.
“Cuando yo llegué a hacer las pruebas saqué los guantes y mi mamá (Ambar Montenegro) se quedó extrañada. Me dice: ‘¿Usted es portero?’... Y le respondí que sí. El reclutamiento lo pasé y tenía que venir en la tarde a entrenar con los porteros en específico, vine con Román González, entrené y lo hice bien. Cuando fui a hablar con Enrique Vásquez me dieron una semana para acomodarme y que me incorporara”, relató el arquero.
Su tío Eladio Martínez (qdDg) se encontraba San Miguel de Santo Domingo y le tendió la mano.
“El día que me vine tuve que agarrar bus de 4 a. m., yo alisté todo una semana antes. Nunca había viajado solo en un bus, estaba muy acostumbrado a andar así, pero por Paso Canoas e ir a mejenguear. Yo vivía con mi papá, me faltaba una semana y yo tomé la decisión de agarrar un bus y venirme. Eran ocho horas en bus”, indicó.
Durante las primeras dos semanas, ese tío lo ayudaba con el transporte. Don Eladio trabajaba en el Hospital Calderón Guardia, pero ya no podía pedir más permisos. Una vez más hicieron todo el recorrido juntos, pero quedaron en que Bayron debía aprendérselo, porque al día siguiente ya le tocaba hacerlo solo.
Él recibía clases de 7 a. m. a 2:10 p. m. y había un bus que pasaba a las 2:20 p. m; entonces se iba a San José y caminaba hasta la parada de Alajuela. Entrenaba a las 4 p. m. y llegaba cinco minutos antes, a cambiarse en los baños e irse a entrenar de una vez. Estaba en prospectos y ese primer torneo le costó.
“Había días que yo lloraba y no quería seguir, pero ya luego pasó un torneo y empecé a jugar con los pequeños. No tuve mucha competencia y casi no me dieron minutos. Al otro torneo llegó Mauricio Montero, él habló conmigo y me motivó mucho.
”Para mí él es uno de los que me ha ayudado un montón. Él, Enrique Vásquez y Román González hablaron conmigo, que no bajara los brazos, que eran oportunidades que muchos jóvenes deseaban porque yo era pequeñito y ese estilo de vida no cualquiera lo llevaba”, indicó.
La rutina era cansada, pero aprendió a sobrellevarla. Salía de las prácticas a las 7 p. m. y caminaba más de media hora para tomar el bus de 8 p. m.
Apenas estudiaba media hora, porque llegaba a la casa a las 9:30 p. m. o 10 p. m. a comer, bañarse y estudiar. Se iba a dormir y debía levantarse a las 4 a. m. o 5 a. m. para ir a la escuela.
Pero surgieron complicaciones, porque iba para el colegio y necesitaba más tiempo para el estudio.
“Hablé con la Liga porque si no me ayudaban con algo no podía seguir, porque me estaba afectando la parte económica. Mis papás me ayudaban en lo poco que podían darme, pero no me alcanzaba para seguir viajando”, citó.
Alajuelense le dio el colegio, pero él debía costearse la estadía y conoció a Blanca Vargas, quien criaba a chiquillos de la Liga. Él era como el hijo y estuvo el segundo año con ella.
Ya era más céntrico porque vivía en Alajuela y se le facilitaron muchas cosas, pero era un colegio bilingüe y no era el nivel académico que yo tenía. En la parte futbolística se mantuve, pero el estudio le costaba y por poco pierde el año. Fue a convocatoria y la pasó.
Jugaba en la U-13, el equipo rojinegro que fue a México y quedó tercero en la Concachampions.
“Nos llevaron, porque yo qué plata iba a tener para ir, recogimos afuera del estadio en un clásico y en total a cada jugador le tocaron $19. Tuve que repetir el año, porque pasé fuera un mes, con ese viaje y los entrenamientos que se acomodaban en la mañana no podía ir a veces, todas esas clases me las perdí”, subrayó.
Bayron Mora seguía creciendo y en el proceso U-15 iba para 14 años, tenía poca edad para esa categoría y al principio le costó. Los porteros que habían eran muy altos y él no tanto.
“Creía que me iban a echar. Me aburrí porque tal vez yo en la parte futbolística tenía ventajas, pero en el biotipo sí me sentía inferior a ellos. Román González me dijo que tenía muchas condiciones y que no bajara los brazos. Hasta el momento yo podía estar bien, pero eso me aburría, saber que mi biotipo no era igual al de ellos”, sentenció.
Ese mentor le aconsejó que trabajara más para que compensara con técnica lo que le preocupaba del biotipo.
“Se fueron los otros y quedamos los más pequeños. Ese torneo lo jugué con la U-15. Entré a otro colegio y todo iba muy bien. Cuando se creó la residencia aquí en Liga Deportiva Alajuelense fue como pare, piense qué va a hacer y ojalá sea la mejor decisión, porque yo ya no podía seguir viviendo en Alajuela”, destacó.
Mora sabía que los entrenamientos el otro año iban a ser en la mañana y había doble sesión. Eso lo obligaba a pensar en qué era lo mejor para él, si seguir jugando fútbol o estudiar. Ya tenía noveno ganado y la señora que tanto lo había ayudado se fue para Estados Unidos.
Se quedó solo, con el nieto de ella que era mayor de edad. Así que decidió llamar a su familia y les dijo que estaba la posibilidad de irse a esa residencia en el CAR.
“Tuve una lesión de unos lipomas en el muslo, fueron tres meses fuera. Yo sabía que más concentrado en el CAR podía trabajar más, podía mejorar muchas cosas y el tiempo que había perdido por la lesión. Venía muy bien y las fases finales no las jugué por temas del director técnico, él tiene sus decisiones y me sentí muy mal. La verdad pensé hasta en irme, devolverme a la Zona Sur”, recordó.
De nuevo estaba ante una prueba de persistencia y optó por seguir. En el CAR todo se le facilitó, por el colegio y la residencia, donde también tenía alimentación.
Ahí solo se concentraba en cuatro cosas, que eran llevar bien el colegio, entrenar, descansar y alimentarse. Pasó un año y ascendió a la U-17, siendo un año menor a la categoría.
La pandemia fue un obstáculo, pero cuando el fútbol volvió, se presentó la oportunidad de que jugara en la Segunda División, con ese convenio que tenían los rojinegros para darle horas fútbol a sus cachorros.
“Yo lloré de felicidad cuando Agustín Lleida me dijo que íbamos a volver a los entrenos en Segunda, que yo iba a estar ahí. Jugué en Segunda con Mauricio Montero y para mí él es una de las personas que más me han ayudado en la parte mental, porque es muy sensato para hablar, muy puntual”, aseveró.
Pero surgió un inconveniente, porque para estar en la Liga de Ascenso sus papás le debían firmar un documento.
“Me dijeron que no podían venir. Y uno se pone a pensar, será que ellos no quieren que yo juegue fútbol. Hablé con mis abuelas, pero la firma válida era de los papás. Fue una negociación no con el club, sino con ellos. Me decían que estudiara, pero yo les respondía que yo estaba estudiando y llevaba el fútbol de la mano. A nivel emocional fueron dos meses muy duros”, confesó.
Las abuelas Inés Martínez y Alicia Céspedes, su bisabuela Rosa Céspedes y su tía Mayté Ulate se volvieron su sostén desde el barrio la Libertad, a cinco minutos de la aduana panameña.
A pura fuerza de voluntad, él ha seguido persiguiendo su sueño y hoy es uno de los arqueros del primer equipo de Liga Deportiva Alajuelense, ese que Alexandre Guimaraes elogió delante de todos sus compañeros después del triunfo contra Santa Ana.
Y posiblemente también sea quien atajará este martes 14 de enero en la Ciudad Blanca contra Liberia, en la segunda jornada del Torneo de Clausura 2025.
La tabla de posiciones después de la primera fecha del Torneo de Clausura 2025
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