En Estelí nadie duerme. ¿O quizás, todo lo contrario: en Estelí nadie despierta?
No hay quien interrumpa ese sueño de fútbol, el épico debut en la Liga de Campeones del área contra el temido América de México, el campeón de campeones, el siete veces monarca de Concacaf, como ningún otro. Nadie despierta del 2 a 1, a estadio lleno, a ilusiones repletas.
En Estelí todos siguen soñando la gambeta de Byron Bonilla, su penal a lo Panenka (7′), con esa irreverencia de los genios o de los que están soñando despiertos. Todos ven la pelota ir hacia el fondo de las redes en el cabezazo de Marvin Fletes (47′), en el inverosímil segundo gol del encuentro.
Mientras el Comunicaciones de Guatemala sufre la paliza en casa ante el Monterrey (4 a 1) en la jornada inaugural del torneo y Herediano espera con respeto el duelo contra el Toluca (este miércoles, 5 p. m.), el Estelí se adelantó a confirmarse como una escuadra sin complejos.
Algún día jugarán la revancha, desde ya deseada por un América boquiabierto, pasmado, impotente con su 69% de posesión de balón y sus 18 remates (solo cinco directos), ofuscado ante las intervenciones de Douglas Forbis, el arquero que está a las puertas de cumplir el sueño que imaginó a los 15 años defendiendo el arco de Saprissa: volar en el estadio Azteca.
En Nicaragua lo tapó todo. O casi todo, porque en el minuto 90, su rechazo ante un tiro libre le dio vida a un desesperado equipo mexicano, que aprovechó el rebote con tanto de Julián Quiñones a punto del pitazo final (90′). Ya se enfrentarán el 14 de febrero en el Coloso de Santa Úrsula, pero por ahora nadie duerme en Estelí. O más bien nadie despierta.
A punto estuvo más de uno de romper la eterna noche de verano cuando un nuevo tiro libre en la prórroga exigió el paradón de Forvis. Uno más. El nacido en Nicoya, Costa Rica, hace 31 años, al que cualquiera habría dado por desterrado en un país sin tradición futbolera, fue héroe a estadio lleno con el equipo revelación de Centro América.
Atrás quedaban más de 90 minutos épicos de ese equipo que sabe tener la pelota, enganchar, hacer la gambeta, caracolear, devolverse, tocar de nuevo, abrir el juego al otro costado y atreverse. Sobre todo eso: atreverse.
Atreverse en lo individual y en lo colectivo. Atreverse a encarar con el botín de los habilidosos, el de ese menudo y encarador muchacho nacido en Nicaragua, criado en Costa Rica, al que Saprissa y Cartaginés lograron aprovechar a medias (Byron Bonilla). Atreverse como equipo a mandar en el juego con la bien orquestada propuesta del técnico nicaragüense Ramón Olivas Ruiz.
Atrás del último paradón de Forvis quedaba también el sufrimiento del tramo final del juego, cuando el favoritismo del América, el peso de su planilla y la fuerza del orgullo herido inclinaron un poco la gramilla. Estelí supo aguantar, sufrir, pelear. Posiblemente también supo rezar por ese pitazo final que llegó en el 97′.
Entonces, todo fue algarabía, escándalo, fiesta. Y aún así, todos dormían.