Santos quedó cerca, a un paso, a un suspiro de la gloria, que se le escapó de forma dolorosa.
Un resultado adverso de 0-1 ante el Olimpia de Honduras dejó un global de 1-1 y el pase directo a los penales.
El manchón blanco, como ha sucedido en miles de oportunidades, volvió a dictar sentencia en una final del fútbol.
Esta vez le tocó a Johnny Chaves y sus dirigidos probar el trago amargo de esta ruleta que no pudieron evitar.
En un juego de vida o muerte el sufrimiento viene implícito, en ocasiones parece una ley y así sucedió en la gramilla del Estadio Nacional.
De ese sentimiento se sale mejor librado cuando se gana, pero al club caribeño le tocará caminar con el dolor.
Las lágrimas de los futbolistas y el semblante de Chaves buscando respuestas evidenciaron la impotencia de un equipo que parecía tener todo a su favor para hacer historia.
Nunca antes los santistas estuvieron tan próximos a un cetro internacional, consiguieron la ventaja afuera, pero en su país les fue imposible sonreír.
Diez mil aficionados llegaron a las gradas de la Joya para impulsar a un equipo que viene en ascenso constante. Era el momento perfecto para ponerle broche de oro al proceso, pero la historia terminó siendo muy diferente.
En las gradas no faltaron los aplausos, emociones y lamentos, como sucedió en el minuto 20, cuando el equipo catracho concretó el 1-0.
El Olimpia había empezado el compromiso encima de los locales. Estaba obligado y aprovechó un primer tiempo deficiente de su rival.
Santos aguantó los embates como pudo, hasta que un mal despeje lo castigó con un remate de Michael Chirinos.
Antes de eso ya los hondureños habían movido el horizontal de Bryan Morales, con un cabezazo de Carlo Costly (16').
Santos había perdido su esencia, porque tan solo se acercaba con uno que otro contragolpe. Fue en la segunda mitad cuando volvió a sus raíces, tocó el balón de pie a pie e implementó la velocidad con inteligencia.
Tuvo al Olimpia metido en su área, parecía que el gol caía en cualquier momento, pero la puntería no estaba fina.
Así lo vivió el volante José Garro, quien en el 51' llegó solo para cabecear y le fue imposible darle buena dirección al balón.
Una fuerte caída de Kenny Cunnigham interrumpió un juego con máxima tensión.
Los ticos insistieron pero ya el reloj jugaba en su contra y les fue imposible resolver antes de que el réferi dictara el final del tiempo reglamentario.
Los penales no estuvieron de su lado, Wílmer Azofeifa, uno de sus mejores hombres durante el torneo, falló el primer lanzamiento y ahí la balanza ya se inclinó. Después, el portero Donis Escober detuvo el remate de Michael Barquero.
Santos probó la desazón de una final disputada al límite y pasó de soñar despierto a vivir una pena.