Sochi, Rusia (AFP). Brasil estaba de los nervios. Llevaba 90 minutos dándose cabezazos contra el muro de Costa Rica, con Neymar ofuscado y la sombra del fracaso atormentándole de nuevo.
“Lo que pasaba en el segundo tiempo no era posible, todo lo que estábamos haciendo y no lográbamos marcar gol. Navas lo sacaba todo, íera increíble!”, confesó después Tite.
Una tormenta descomunal amenazaba a su Canarinha, que con un segundo empate se ponía a las puertas de marcharse de una Copa en la fase de grupos por primera vez en más de 50 años.
La Seleçao lo había intentado todo, pero Navas era de acero y Neymar todavía un manojo de nervios que ya se había llevado una amarilla y un supuesto penal desmontado por el VAR.
Hasta que llegó Philippe Coutinho, el tímido centrocampista al que a los 26 años no se le conocen más excesos que sus gritos tras los goles, y le coló el balón entre las piernas a Keylor Navas para salvar a la Seleçao del precipicio.
“En las celebraciones a veces no puedes contenerte, te desbordas un poco”, había contado el martes.
Tampoco se contiene él en el campo, por suerte para este Brasil que ha encontrado en él al “ritmista” que Tite confesaba hace unos meses que aún le faltaba.
Con diez disparos y dos goles decisivos en dos partidos, Coutinho ha sido el salvavidas de esta Canarinha que llegó lanzada a Rusia, pero a la que la solemnidad de la competición le ha bajado un poco el vuelo.
Ya había sido el mejor ante Suiza (1-1), cuando tiró de repertorio para adelantar a Brasil con uno de sus espectaculares tantos de media distancia.
“Fue un partido complicado desde el primer minuto”, dijo Coutinho. “Buscamos por todas partes, rematando desde fuera del área. Al final salimos recompensados por la vocación de ataque... merecimos la victoria” .
Coutinho siempre estuvo feliz a la sombra de Neymar, su amigo y compañero de la talentosa generación de 1992, a la que también pertenecen Casemiro, Alisson o Lucas Moura.
“Cuando él está en campo es una ayuda impresionante porque es un jugador de gran carácter, un tipo valiente que siempre encara a los adversarios y procura crear jugadas, creando muchos espacios para nosotros”, explicó.
Y él los ha aprovechado. Con toda la atención de los defensas volcada en el jugador más caro del mundo, Coutinho ha tomado la batuta.
Su gran desempeño le ha valido ser elegido dos veces el mejor del partido (igualándose a otros cracks de la Copa como Cristiano Ronaldo o Luka Modric) y las reverencias de un país que le disfrutó poco en la cancha.
A diferencia de Neymar, Coutinho aceptó la propuesta del fútbol europeo demasiado pronto y se fue en 2010 al Inter de Milán, donde pasó una época complicada. Solo comenzaría a despuntar cuando fue cedido unos meses al Espanyol en 2012, antes de pasar al Liverpool al año siguiente.
En Inglaterra explotó finalmente su talento, estuvo cinco temporadas y acabó llamando la atención del Barcelona, que en diciembre le convirtió en el fichaje más caro de su historia tras pagar por él 160 millones de euros, 40 de ellos en variables.