
Esteban Luna y Daniel Varela son los dos seleccionados costarricenses de Egipto 2009, aquel Mundial en el que Costa Rica ocupó el cuarto lugar del orbe, que decidieron colgar los tacos por diferentes circunstancias, pese a que su generación continúa activa.
Esteban Luna se enfrentó, luego del Mundial a una carrera corta, con muchos dolores de cabeza, gracias a una lesión de rodilla que se complicó cada vez más.
El jugador en 2010 fue tomado en cuenta en el primer equipo tibaseño con el que debutó en un partido frente a San Ramón, empero a los 15 días sufrió el problema en su rodilla que lo alejó de los terrenos de juego por dos años y medio.
“Después del Mundial debuté en 2010 con Saprissa, a los 15 días me jodí la rodilla, porque se me fue el ligamento cruzado anterior. En 2012 volví y actué dos temporadas en Segunda, también en la 2013; sin embargo, estuve en una semifinal con AS Puma y me quebré la frente y me retiré, ya ahí me cansé”, recordó.
A partir de ese momento empezó a trabajar con Víctor Cordero en la coordinación de las escuelas de fútbol Saprissa.
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Luna comenzó a organizar campamentos de divisiones menores, también tuvo a cargo futbolistas en formación, entre otras responsabilidades.
El exjugador perteneció a la institución morada por 15 años; no obstante, hace dos meses fue despedido.
En la actualidad, el exmediocampista se dedica a formar niños en el ámbito futbolístico, pero aclara que forma “buenas personas”, sin importar si son jugadores más adelante.
“Yo estoy completamente claro que Dios tiene un propósito en todos y cuando yo me cuestionaba por qué no pude seguir jugando, una tarde estaba entrenando niños, en eso se me acercó un papá a decirme si era lo que quería hacer y yo, no sé, en ese momento entendí que Dios me permitió jugar fútbol para formar personas de bien, eso es”, recordó.
Las pruebas continuaron para este exfutbolista y a los 22 años le diagnosticaron una enfermedad poco común de la que prefiere no profundizar.
“Es algo que yo no he hablado con nadie, pero debo tener tratamiento de por vida e imagínese que el doctor que me vio me dijo en ese momento: ‘vea Esteban, si usted camina es porque Dios lo quiere mucho, porque no debería’. Ahí fue donde yo comprendí que mi estado físico tenía que ponerlo al servicio y por eso busqué desarrollarme también con zonas vulnerables: por ejemplo trabajé con un proyecto de Los Cuadros, otro de Los Hatillos y así”, describió.
Sobre Egipto 2009, el exdeportista añadió que el recuerdo es lo más bonito que le dejó el balompié.

“Fue impresionante clasificar. La experiencia fue muy bonita por la cultura, los equipos, los estadios muy buenos, siempre jugamos a estadio lleno y eso fue emocionante. Después se dieron otras circunstancias culturales que llaman la atención, como la vivencia de ver a un hombre con tres mujeres atrás”, reveló.
Luna contó que siempre guarda contacto con David Guzmán y Marco Ureña, aunque hablan poco debido a que todos tienen su vida desarrollada.
Esteban Luna dejó el fútbol a los 23 años por las lesiones; sin embargo, entendió, según cuenta, que el deporte rey representaba para él una forma de guiar a pequeños en algún riesgo.
Por otra parte, también está el caso del exvolante del desaparecido Brujas FC, Daniel Varela.
Varela pasó de las canchas a emprender su propio negocio: una granja porcina.
Era un volante de contención férreo, cuando no jugaba de titular el futbolista era el cambio para amarrar el resultado y buscar fuerte marca en la zona medular.
Un día el exfutbolista se cansó de estar en equipos con problemas económicos y que además peleaban el descenso, por lo que decidió colgar los tacos; lo hizo en 2015, en lo que él mismo llamó una decepción mental.
"La decisión la venía analizando tiempo atrás, en el último torneo que jugué no quería seguir. Yo estaba desmotivado en la parte personal y económica, los salarios eran malos, fui perdiendo el gusto por al fútbol y ni siquiera quería entrenar", declaró.
El exrecuperador no escondió que ahora se mantiene muy alejado del balompié.
“Hasta el día de hoy no sigo mucho el fútbol nacional, pero las pocas veces que lo veo se me viene a la mente que si hubiera seguido, habría llegado a algo mejor. En estas convocatorias, a uno se le viene a la mente seguir pulseándola”, agregó.
La Copa del Mundo Juvenil significó para Daniel demostrarse que cuando hay mentalidad, no existe techo.
“Yo me di cuenta después del partido ante Egipto que estábamos para lo que quisiéramos, nos dimos cuenta que estábamos haciendo cosas grandes, ya luego llegando a Costa Rica ratifiqué que habíamos hecho algo muy bueno por el país”, expresó.
Daniel ahora trabaja en el campo y aunque a veces le pican los pies al ver a sus colegas del Mundial en la cancha, él tiene claro que no se equivocó al colgar los tacos.
