A sus 62 años, Rodolfo Mills Palmer jamás pensó que su nombre volvería a la palestra en estos tiempos, a las puertas de que se dispute el clásico 324 del fútbol costarricense.
El domingo, a partir de las 6 p. m., será la primera vez que Liga Deportiva Alajuelense y el Deportivo Saprissa sostengan un pulso completo sin público en las gradas.
Tan solo existe un ligero antecedente, del que Mills fue protagonista.
Con emoción, pero a la vez con temor de no recordar con lujo de detalles cómo fue que se dio esa historia en la que le tocó cobrar un penal a puerta cerrada, el exdefensa y excontención revivió ese episodio que protagonizó hace 40 años y siete meses, cuando le tocó ir al estadio para ejecutar un penal en el Morera Soto, un lanzamiento que definía si Saprissa ganaba el duelo, o si la Liga lograba empatarlo.
Aquel clásico empezó el domingo 7 de octubre de 1979 y terminó con la repetición del cobro de una pena máxima el sábado 20 de octubre.
“Era un clásico de ir y venir entre Alajuelense y Saprissa. Los morados estaban ganando 1-2 y faltaba un minuto, yo me fui al ataque y me cometieron un penal. Hubo protestas y de todo. A (Javier) Zurdo Jiménez le dieron el lanzamiento; el portero Nery De Souza se movió antes, lo atajó y se armó un zafarrancho”, relató Mills.
Los reclamos eran completamente pasados de tono y la gresca fue tal que expulsaron a Francisco Chico Hernández, Álvaro Sánchez y Edwin Barley.
“Ya no se podía tirar el penal de nuevo en ese momento porque la gente se metió a la cancha, agredieron al árbitro y quedaron en que luego se iba a tirar el penal. Nosotros fuimos a entrenar y recuerdo que en la práctica estábamos tirando penales Álvaro Solano, Raquel Ledezma, el argentino Rubén Aguilar y yo”.
Pasaban los días, hasta que llegó ese 20 de octubre.
“Llegamos todos nerviosos al camerino, no había nadie. Quizás muy pocos periodistas, como Javier Rojas y los directivos. Don Iván Mraz, que fue un gran entrenador que nos dio más condición física, y resulta que estábamos los cuatro en línea y nos pasaba la bola en frente de la cara de nosotros y viéndome a mí dijo: ‘Usted, usted va a tirar el penal’ y yo le confieso que a mí me temblaron las piernas”.
Pero ese nerviosismo no lo demostró en el instante. La procesión la llevaba por dentro.
“Nery De Souza era el portero y cuando el árbitro pitó ya yo estaba temblando, no sé cómo hice, pero metí el gol y me sentí orgulloso. Yo tenía unos 19 años y eso pasó, cuando salí del estadio, estaban todos los aficionados afuera como locos. Yo estaba recién llegado de Limón. Eso fue lo que pasó”, recordó.
Para el clásico del domingo, Mills considera que Alajuelense solo tiene un camino, independientemente de que Saprissa llegue con siete puntos de ventaja en la cima.
“Soy liguista limonense, o limonense liguista y la Liga ya sabe que tiene que ganar todos los partidos, que se vea un equipo con autoridad. Si Alajuelense no queda de primero, no importa, pero que sí deje ver que está para pelear el campeonato, porque para qué va a ir a jugar haciendo loqueras, con desesperación y expulsados, no. Ese clásico es importante para decirle a Saprissa que estamos aquí para pelear el campeonato, eso es todo”, analizó Mills.
Protagonistas
Los detalles de aquel clásico de 1979
En la portada de La Nación del lunes 8 de octubre de 1979 se publicó una fotografía con el destacado: “Árbitro agredido” y se detalló: Carlos Manuel Álvarez sale con la pierna lastimada y custodiado por la Guardia Civil, luego de que fuera agredido en el encuentro jugado ayer entre Alajuelense y Deportivo Saprissa. Fue el principal actor de una fenomenal bronca suscitada en ese encuentro".
Ya en la crónica, la historia se sintetizó así: “Pasó de todo y la figura fue Carlos Ml. Álvarez”.
Dos días después, el diario publicó que el Tribunal de Penas de la Federación Costarricense de Fútbol (Fedefútbol) buscaba determinar quién fue el agresor del árbitro.
Para el 17 de octubre, La Nación tituló: “El Saprissa estremecido por sanciones”. A los jugadores les habían dictado un castigo de un año y un mes sin jugar y los implicados dieron su versión.
Francisco ‘Chico’ Hernández no entrenó ese día y dijo: “No quiero que la deficiencia de un árbitro vaya a truncar mi carrera”.
También afirmó que pensaba que el Tribunal de Penas ya tenía la decisión cuando lo citó, porque "ya de antemano había juzgado con base en el informe del árbitro".
"No pudieron comprobarme nada en el sentido de que yo fui agresor. Lo único que existía en concreto era el empujón con el pecho. Pero todo estaba decidido. De otra manera no me explico cómo los árbitros fueron atendidos por el Tribunal por espacio de una hora y 45 minutos y yo solamente estuve 8 minutos".
'Chico' en ese momento dijo que seguía en pie de lucha. "Pero volveré. Mi carrera deportiva no se va a acabar con un informe lleno de exageraciones, odios, veneno, provenientes de un señor vestido de negro, quien en ese caso jugó de "dictador" y supo influir en el ánimo de los señores del Tribunal de Penas".
Álvaro ‘Yaco’ Sánchez lamentó ese castigo tan fuerte: “Esto es una mancha para mi carrera” y Edwin Barley dijo: “En ningún momento intenté agredir al árbitro y mucho menos lo hice. Él fue el único culpable de que las cosas terminaran así y lo que ha hecho es encontrar tres chivos expiatorios para su deficiencia”.
Barley no se dejó impresionar por la sanción: "Mi vida futbolística está prácticamente empezando. Tengo 22 años de edad. Un año de castigo para mí no significa mucho. Estoy joven y puedo jugar 15 años más".
Al técnico Odir Jacques lo castigaron con tres juegos de suspensión y ¢500 de multa; dos partidos a Carlos Santana y uno a Marco Rojas Herbert Montero.
Como presidente del club que lleva su apellido, don Ricardo Saprissa tampoco se quedó callado y de forma enérgica dijo: “Quiero saber si le han dado algún premio al árbitro, porque solo falta que le den una medalla por su actitud”.
“En estos momentos no sé qué actitud tomar. Quisiera mandar todo al diablo y no volver a saber nada del fútbol; pero por consideración a mis compañeros, me abstengo de tomar decisiones drásticas que se justifican en este caso”.
Su molestia era tal, que anunció que Saprissa iba a apelar esas sanciones que tildó de injustas, "porque el culpable de lo sucedido fue el árbitro, quien amerita por lo menos un castigo".
En una sesión extraordinaria de Junta Directiva, Saprissa decidió acusar al Tribunal de "parcialidad manifiesta".
Para el jueves 18 de octubre, La Nación informó que el sábado se cobraría el penal del juego Alajuelense - Saprissa.
Por orden del Comité de Competición de la Fedefútbol la cita era a las 12 mediodía, en el Morera.
La falta debía ejecutarse solo en presencia del arquero morado, el árbitro y el guardalíneas. Como Álvarez estaba incapacitado por los golpes recibidos, era posible que acudiera otro silbatero.
“El penal se ejecutará a puertas cerradas y solamente se permitirá el ingreso de los clubes interesados, representados por sus directivos”, versa en la página 34 de La Nación del 18 de octubre de 1979.
Ahí mismo se señala que el reglamento impide amnistía a los tres jugadores del Saprissa. Con eso, en su lucha, los morados también pidieron una reducción de la pena.
Aquel lanzamiento de penal fue anotado el 20 de octubre por Rodolfo Mills y el juego quedó 2-2.
La Nación tituló al día siguiente: “Penal histórico”, destacando que “con remate de derecha a uno de los costados de la portería, el defensor alajuelense Rodolfo Mills venció ayer al portero Nery De Souza en el cobro del penal que el 7 de octubre pasado no se pudo ejecutar, en vista de que el campo de juego fue invadido y el árbitro dio por suspendida la confrontación entre Alajuela y Saprissa”.
En la sección deportiva, se consignó: “Rodolfo Mills cerró el telón de la comedia Alajuela - Saprissa”.
El 30 de octubre, los jugadores se presentaron ante el Comité Director de la Fedefútbol para solicitar indulto por la sanción de 13 meses.
Al final, las apelaciones de los saprissistas prosperaron y la pena se les redujo a tres meses sin jugar.