Cuando Aarón Suárez firmó con Liga Deportiva Alajuelense en junio de 2019 era el ‘10′ de la Selección Sub-17.
En ese momento acababa de tomar la primera decisión difícil de su carrera, pero estaba convencido de que era lo mejor, sin sospechar que poco tiempo después compartiría camerino con dos referentes para él: Bryan Ruiz y Alex López.
“Para mí lo que inclinó la balanza fue el Centro de Alto Rendimiento (CAR), porque tiene un buen gimnasio, buenas canchas, buena alimentación y está aquí la residencia. Entonces pasaba 24/7 metido en el fútbol, preparándome en mi cuerpo, que es la alimentación, descansar bien, venir a practicar en las tardes y también las canchas influyen mucho”, manifestó Suárez.
Desde entonces, jugó en el alto rendimiento, se entrenó con la Primera División, inclusive debutó en la máxima categoría con Alajuelense en el Clausura 2020, de visita contra Jicaral.
En los últimos meses fue uno de los cachorros de Mauricio Montero que se vieron beneficiados al jugar en la Liga de Ascenso gracias al convenio deportivo de los rojinegros con Juventud Escazuceña.
“Por ahí de mayo me informaron que iba a estar entrenando con la primera y de hecho llegué a debutar contra Jicaral y cuando regresamos después de las vacaciones me dijeron que iban a hacer una segunda y que iba a jugar ahí. La verdad no me desanimé, pensé que iba a ser una gran oportunidad porque me iba a ayudar mucho en el roce, en el físico, en lo mental, en todo aspecto y la verdad que eso fue. Yo siento que hice un buen torneo en Segunda División y me ayudó mucho en todo aspecto”, mencionó Suárez.
Jugar en la Liga de Ascenso no es fácil y en su caso fue una muy buena escuela, aparte de que puso a prueba su madurez, a pesar de que apenas tiene 18 años.
“Son equipos muy pesados, que tienen mucha malicia y en cualquier momento si vamos ganando pueden remontar un partido muy fácil y le meten mucha garra, es muy difícil. Ir a la Segunda para mí no fue tan difícil, porque yo conozco mi lugar y sé que lo que me diga el club es lo que tengo que hacer; entonces, si me dicen que voy a Primera, que si voy a Segunda, que si voy con el alto rendimiento, yo nada más cumplo y voy al lugar donde me digan”, citó.
Don Mauricio Suárez y doña Cindy Zúñiga tienen una injerencia directa en esa manera de pensar de Aarón.
“Siento que mis papás me han inculcado muy buenos valores, desde pequeñito. Mi papá nos ha criado como militares y también mi mamá nos ha ayudado mucho. En todo momento mi papá me dice que no puedo dejar el estudio porque el fútbol pasa tan rápido que también necesito tener estudio y que eso va de la mano con el fútbol”, apuntó el mediocampista.
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Él es de La Trinidad de Moravia y cuenta que su papá siempre había sido muy futbolero.
“Me había contado que cuando yo estaba en la panza de mi mamá, él me había comprado una bola chiquitita. Desde que nací él me daba esa bola y yo jugaba, no pedía regalos, solo una bola”.
Los tres chiquitos de la casa iban creciendo. Keylor tenía 9 nueve años, Byron 6 y Aarón 4. En ese momento, los papás de ellos decidieron meterlos a la escuelita de fútbol del barrio y en el caso del hoy futbolista de Alajuelense, a partir de entonces le tocó jugar con niños mayores que él.
“Cuando tenía 9 años pasé al proceso de Saprissa y se creó la élite, ahí estuve siete años, hasta que salió la oportunidad de la Liga que me pareció muy buena, que me iba a ayudar mucho y entonces me pasé y estoy acá”.
Desde que empezó, tenía las características de ’10′ y él sabe por qué es.
“Siempre me ha gustado arriba, no me gusta ser defensa (ríe…)”.
Hoy se siente privilegiado, porque aparte de perseguir su sueño y construirlo a diario en las canchas del CAR, tiene dos maestros de lujo.
“A mí me gusta mucho fijarme en todas las personas, pero más en Bryan, en Alex, en cómo se posicionan, en cómo juegan, en cómo hacen los pases y ellos me ayudan mucho, me dan consejos, de que trate de jugar más rápido, que trate de ver más rápido, que al tomar una decisión esta opción puede ser mejor que el otro movimiento”, describió.
Y agregó: “He aprendido cómo ellos juegan hacia adelante, cómo buscan los espacios primero hacia adelante, en lugar de hacia la banda o al defensa atrás. De Bryan he aprendido eso y de Alex he aprendido la movilidad, cómo se mueve en la cancha”.
Él considera muy provechoso el método de Alajuelense, al establecer que todos los equipos de liga menor adopten los mismos conceptos con el que se desempeña el cuadro de la máxima categoría.
“Uno sabe los principios del sistema, que se juega en la Primera, cómo tiene uno que estar posicionado, qué es lo que pide el profesor (Andrés) Carevic, entonces creo que ayuda mucho”.
Con Chunche, manifestó que era un sistema un poco diferente, “pero con características similares. Hay una base y cada técnico le aporta el estilo”.
“Del Chunche me gusta ir hacia arriba, moverme hacia arriba, porque siento que ahí tengo más oportunidad de hacer gol y de Carevic me gusta el posicionamiento, porque si estoy bien posicionado puedo recibir la bola bien”, reseñó.
Suárez cuenta que a diario no se guarda nada, porque sabe que es un bien para él mismo.
“Me preparo muy fuerte en los entrenamientos porque sé que al estar en Primera voy a ser tomado en cuenta tarde o temprano, pero sé que con mi trabajo y con mi esfuerzo puede ser más rápido”.
Y añadió: “Trato de trabajar mucho en los entrenamientos y trato de trabajar mucho en mi mente, porque la presión y a veces de tanta exigencia uno como que se desconfía, entonces trato de trabajar muy bien la mente y de estar bien preparado psicológica, física y mentalmente”.
De ese equipo que jugó los últimos meses en la Liga de Ascenso, algunos continuarán ahí; otros actuarán en liga menor con la reactivación de los campeonatos de fuerzas básicas.
Ian Lawrence y él ya no estarán en la Segunda, porque son los dos cachorros ascendidos al primer equipo, pero Suárez tiene un mensaje para esos muchachitos que también quieren dar el salto a la máxima categoría.
“Que entrenen al máximo, que no se desanimen, porque la oportunidad está, nada más es de trabajar fuerte, de mostrarse y apenas esté la oportunidad no dejarla ir”.