El volante manudo Alex López chocó con pared en la prueba más importante que ha tenido hasta ahora con Alajuelense.
El hondureño tuvo un pésimo clásico, muy lejos del nivel que sí mostró el morado Marvin Angulo.
Los dos mediocampistas retrataron en una jugada lo que se vivió en la mayor parte del partido: superioridad de Saprissa sobre la Liga.
López perdió el balón en la mitad de la cancha ante la presión de Angulo y Johan Venegas terminó celebrando el tercer tanto.
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Tan solo esa acción deja claro que el clásico fue un desastre para el fichaje rojinegro y un festejo para Angulo.
De López se esperaba mucho, ya los aficionados manudos lo ponían como figura del equipo; sin embargo, Saprissa era apenas el primer examen de esos que sirven para graduarse.
Previo a enfrentar a los tibaseños, el catracho apenas tenía un compromiso de titular y fue ante Liberia, el último lugar del torneo. Antes de eso había dejado buenas sensaciones ante Cartaginés y Pérez Zeledón, cuando ingresó de cambio.
Pero sus cuatro pases malos, tres balones perdidos (uno de esos el tanto de Venegas), cero pelotas recuperadas, ceros remates directos y apenas nueve pases buenos demuestra que el clásico le quedó grande.
También eso evidencia porque fue el primer cambio por disposición del técnico Nicolás Dos Santos, aunque antes había salido Esteban Marín, obligado por un golpe.
El catracho apenas jugó 45 minutos y fue enviado al banquillo.
En su lugar ingresó Allen Guevara, pero su aporte tampoco cambió la historia. El pequeño jugador fue impreciso, también dejó escapar bolas en el medio campo (tres), cometió dos faltas e hizo tres pases malos contra siete buenos.
Todo lo contrario fue Angulo, porque de él se esperaba poco, había olvidado la titularidad en el Clausura, abrió el camino al triunfo con el gol más rápido en clásicos (50 segundos) y tuvo incidencia directa en la tercera anotación.
Por él y Mariano Torres, la dupla acostumbrada, pasaron la mayoría de balones del Saprissa.
Angulo hizo 23 pases buenos, solo tres malos, recibió dos faltas, y aunque perdió seis pelotas, recuperó otras cinco. Además de su anotación, pegó otro remate en el palo que por poco termina en un gol olímpico.
Fue el regreso soñado para un futbolista que estaba perdiendo el protagonismo acostumbrado, pues antes del clásico había sido estelar en tres cotejos y entró de variante en la misma cantidad.
Brilló en el mejor momento, respondió a la apuesta de Vladimir Quesada. Realidad muy distinta al día de terror que pasó Alex López.