En octubre de 2023, Anthony Hernández sentía la ansiedad porque en cualquier momento jugaría por primera vez con Liga Deportiva Alajuelense. En ese momento, el extremo derecho concedió una entrevista a La Nación dejando ver la realización personal de aquel niño que fue testigo de cómo muchas veces en su casa no había nada para comer. Cuando eso pasaba, él les prometía a sus padres que cuando estuviera grande todo iba a cambiar.
- ¿Quién es Anthony Hernández?
- Es un jugador que viene de un pueblo muy humilde, donde queremos convertirnos en grandes soñadores, convertir nuestras metas en realidades y ayudar a nuestras familias. De ahí venimos muchos jugadores, de esos lados de Puntarenas, como Kliver Gómez, Alonso Martínez, Haxzel Quirós y muchos más.
“Yo me caracterizo por ser una persona muy humilde, seguidor de Dios. Lucho por mi familia y por tener una mejor vida, porque yo nunca olvidaré de dónde vengo, del ranchito donde vivía en un precario. Eso me hace tener siempre los pies en la tierra y seguir luchando”.
- ¿Qué siente al haber dado ese paso de llegar a ser futbolista de Alajuelense?
- De verdad que esto es un sueño, es un gran sueño estar en esta gran institución. ¿Quién no quiere estar acá? Yo me siento muy feliz, muy contento, agradecido con Dios y con esta institución por darme la oportunidad. Ahora quiero aportar mi granito de arena, seguir adelante que esto no acaba y quiero ser alguien en el equipo, que me reconozcan también acá en Liga Deportiva Alajuelense.
- ¿Cuándo y cómo se dio la lesión en el pie?
- En la última jornada del torneo pasado estaba jugando en el partido entre Puntarenas y Herediano. Yo me doblé el pie y quedé con un pequeño dolor. Me fui para Francia con la Selección y allá me terminé de joder. Esos son los planes de Dios que uno uno puede evitar en la vida. No reniego de nada y si Dios así lo quiso es porque Él tiene algo mejor para mí. Jamás pensé que había que operar, pero se hizo de la mejor forma, estoy recuperado y listo para jugar, con muchas ganas de debutar con la Liga.
- ¿Cómo era esa casa donde se crió?
- Donde yo vivía era en un precario, no teníamos piso, el suelo era de arena. Se puede decir que mi casa era un ranchito, con solamente cuatro paredes de lata. No teníamos luz y no teníamos nada. Era la realidad mía y de mi familia en ese entonces. Hoy es la realidad de muchas otras familias también.
“Miles de veces uno cuenta esta historia y uno se acuerda de dónde viene y por qué Dios lo quiso así, porque así es como uno valora las cosas que va logrando. Y quizás a través de uno, más personas pueden ver que de verdad se puede surgir, que se puede salir adelante a pesar de lo que sea”.
- Roberto Wong contó hace algún tiempo que él le daba los pases a usted para que usted pudiera ir a entrenar. ¿Qué tan agradecido está con él?
- La verdad que él es más que un entrenador, porque me dirigió en el Alto Rendimiento y en segunda división. La verdad que se puede decir que él es como mi papá, siempre me aconsejó y, es cierto, él me regalaba platita para los pases y para comprarme algo, porque la mayoría de veces yo iba a entrenar en bicicleta y estaba lloviendo.
“Si eso pasaba, entonces no podía ir. Por eso, él me regalaba para los pases y la verdad que muy agradecido, él es una excelente persona, me hizo demasiados favores. Casi que le debo todo a él y yo sé que a Roberto Wong siempre le irá bien en la vida”.
- ¿Qué le dijo él cuando se dio la negociación y usted pasa de Puntarenas a Alajuelense?
- Me dijo que quería lo mejor para mí, que tomara la decisión que me pareciera mejor. Casi no tuve comunicación con él porque ya era gerente y tenía que dejar de lado un poco la amistad. No hablé mucho con él. Fue más un contacto con los presidentes, entre presidentes tomaron la decisión y se dio todo. Luego fue cuando ya Roberto me deseó éxitos y que siguiera luchando por mis sueños.
- ¿Cómo nace ese sueño de ser futbolista en aquel chiquito que desde pequeño trataba de ayudar a su familia ganándose algún dinero?
- Cuando yo tenía seis años vivía en Barranca y estaba con mi mamá, con mi familia y empecé a jugar en las escuelas, en Juegos Estudiantiles. No sabía cómo iba a ser mi vida, qué estaría en mi destino, pero después de ahí me fui para donde he vivido siempre, en Pueblo Redondo.
“Empecé en una escuelita de fútbol que había en el pueblo, que es de Miguel Bravo. Ahí estaba y de repente empezaba a sonar el nombre de Anthony, el apodo de Pikachu, que era un jugador que mostraba buenas capacidades para llegar.
“Me fui para Saprissa y estuve como un año; luego me fui para Carmelita donde estuve como seis meses, pero la distancia era lo que a mí me mataba, era muy difícil estar lejos y hasta pensé que no, que el fútbol no era lo mío o que no era ese momento.
“Luego me llegó a buscar el presidente de Golfito y acepté volver a jugar, donde estuve un año, pero era muy difícil porque prácticamente ni me tomaban en cuenta. Y un día decidí no seguir ahí, arreglarlo todo y esperar. Roberto Wong agarró el Alto Rendimiento del Puerto y me fui con él.
“Estuve con el Alto Rendimiento cinco meses; me subieron al equipo principal para jugar en Segunda y ya ahí sí es cierto que empezó a desarrollarse todo mi sueño. Subimos a Primera, fui a la Selección, fui al Mundial y mi sueño sigue ahora en un equipo grande como Liga Deportiva Alajuelense. De verdad que me siento bendecido por Dios y vamos por más”.
- ¿Qué tan duro era para aquel Anthony Hernández adolescente el tener que salir de Puntarenas para ser futbolista? ¿Qué cambió para saber cuál era el momento de dar el paso definitivo?
- A temprana edad es muy difícil salir, quizás muchos no lo van a entender, pero estar lejos de la familia es algo muy duro. Aún así yo no lo entendía porque era muy joven, hasta que conforme crecí, maduré y pude entender que ese era el camino de alcanzar mis sueños, mis metas para que mis seres amados también estuvieran bien.
“Nunca perdí el apoyo de mi familia, ellos estuvieron siempre al pendiente de mí. Las veces que podía bajar al Puerto lo hacía y aún así, a mis 21 años extraño a varios de mi familia. Gracias a Dios me pude traer a mi mamá a vivir a San José y eso ha sido vital para mí.
“Tener a mamá cerca, a mis hermanos y a mis sobrinos es una herramienta más para luchar y para seguir con mi sueño en el fútbol y con mi sueño de que todos ellos cada vez estén mejor”.
- ¿Qué tan difícil es para una familia vivir de la pesca?
- Es muy complicado, porque a como hay días buenos, hay otros en los que no se logra pescar nada y si eso pasaba, entonces no había comida. La verdad es que para estos tiempos, la pesca como que ya está terminando, ahora en mi familia lo que hacen son ventas y cosas así.
“Y en lo que yo les pueda ayudar lo haré. Yo nunca me he olvidado de ellos y no lo voy a hacer, porque al fin y al cabo, los que siempre van a estar para uno son ellos, los de la familia.
“Por eso yo quiero seguir luchando y que a ellos nunca les falte nada, quiero seguir por mis sueños, por mis metas y quiero hacer un negocio para que ellos lo trabajen y nos podamos ayudar entre todos. Eso es lo que quiero hoy, es el sueño que yo tengo para ellos y sé que lo voy a lograr”.
- ¿Este presente para usted y para su gente es lo que usted de niño añoraba?
- Cuando yo tenía cinco años a veces no teníamos nada para comer, ni siquiera para un huevo. Muchas noches nos acostamos sin comer, pero como le digo, eso es lo lindo de la vida, porque no es lo mismo nacer en cuna de oro y no saber lo que es luchar. No es lo mismo y no me avergüenzo, no le reprocho nada a la vida, ni le reprocho nada a Dios porque de historias así, de vivencias así es de donde salen los verdaderos guerreros.
“Me siento muy feliz de cómo Dios me hizo, de la familia de la que vengo y no me avergüenzo, más bien esto es un plus para yo seguir luchando por mi vida. Yo siendo un chiquito pequeñito siempre les decía a mis padres: ‘No se preocupen, porque yo más grande les voy a dar de todo’. Y gracias a Dios lo he hecho hasta el día de hoy.
“No les he dado lujos como ellos se lo merecen, pero también me siento muy orgulloso de lo que he logrado hasta ahora y estoy tranquilo y contento porque gracias a Dios comida no les hace falta. Esa es la promesa que yo les había hecho a ellos”.
- ¿Qué pasa cuando usted va a Puntarenas?
- Lo primero que hago es ir donde mi familia, porque mis papás están separados. Mi mamá está con mis hermanos y en Puntarenas están mi papá, mi abuela, mis tíos, la otra parte de la familia de mi papá. Cuando voy allá me doy gusto con la comida, me tienen pescado que es lo más delicioso para mí.
“Comparto todo lo posible con ellos, pero es muy duro, porque a veces no tengo días libres. Por eso a veces me voy en la mañana cuando salgo del entreno y después me devuelvo en la tarde - noche, para estar otra vez en el CAR en la mañana al día siguiente”.
- ¿Qué significa para usted saber que en el barrio, en el pueblo lo ven como una inspiración y un ejemplo real de que los sueños se pueden alcanzar?
- Hay muchas historias por contar, porque esta es mi historia, pero si usted se pone a ver, la de Kliver Gómez es parecida a la mía, la de Haxzel Quirós, la de Alonso Martínez, todas son similares porque venimos de un barrio muy humilde, pero con grandes deseos de querer salir adelante.
“A mí me gusta ver que tengo muchos seguidores que son niños y ojalá que mi historia sirva para que ellos también salgan adelante. Yo siempre estoy ahí dándoles consejos, diciéndoles que en esta vida todo se puede. Si lo pude hacer yo y eso que me falta mucho camino por recorrer primero Dios, para seguir adelante, construyendo algo en nuestra vida y que nos recuerden por algo”
Si desea unirse al canal AlajuelenseLN en Telegram, aquí encontrará el enlace directo.