La historia entre San Carlos y Jicaral está cargada de dramatismo y emociones fuertes, cada capítulo que escriben estos dos equipos cuando se ven las caras es de alta tensión y en la ida de la final nacional no defraudaron con un 3 a 3.
El ascenso está en el aire, nadie puede sentirse ganador o perdedor, aunque es una realidad que los de la península cuentan con la ventaja de cerrar en su cancha el sábado.
Además, después de reponerse de un 2 a 0, tienen el aspecto anímico a favor, más allá de que su oponente pudo rescatar un punto en el cierre, cuando todo parecía perdido para los dirigidos por Martín Cardetti con el 2 a 3.
La primera parte estuvo llena de adrenalinay nerviosismo en ambos clubes. Los dos sufrieron y festejaron, demostrando que se conocen a la perfección, tras verse las caras en la final del Apertura, el Clausura y ahora otra vez.
Los dueños de casa fueron los primeros en sonreír, su parado táctico se impuso, el juego directo y el abrir la cancha por los costados dio frutos y confundió al rival.
Apenas en el minuto 10 cayó el primer gol para los locales. Yeison Molina incurrió en autogol, tras despejar un tiro de esquina hacia su propio arco, con la mala fortuna de que la pelota se coló cerca del ángulo derecho de Néstor Mena.
El conjunto norteño aumentó la intensidad en busca de dar otro golpe y lo logró por intermedio de su referente y líder Álvaro Saborío. El atacante aprovechó el centro desde la izquierda de Álvaro Sánchez y ganó en el segundo palo.
Hasta acá los claros dominadores fueron los sancarleños, pero extrañamente sufrieron el mismo mal del sábado anterior por el cetro del Clausura (ganaban 2 a 0 y empataron 3 a 3).
Los Toros cometieron una vez más un pecado imperdonable en una final, dejaron ir una ventaja de dos anotaciones en su propio estadio.
José Sosa descontó desde el manchón blanco en el 34’, luego del error de Fernando Brenes, quien derribó dentro del área a Luis Rodríguez.
Los jicaraleños supieron aprovechar su momento anímico, reconocieron que el oponente estaba perdido y carente de ideas para manejar los tiempos y cerrar la primera etapa.
Asdrúbal Gibbons castigó en el 45+2’ con una de sus fortalezas, de cabeza y a balón parado. El central se impuso en las alturas sin importar las marcas y puso el 2 a 2 para ir al descanso.
Más equilibrio
El complemento mostró un partido de más control y disciplina táctica por parte de ambos equipos. La entrega fue la misma, aunque más apegados al libreto y con transiciones de balón más elaboradas.
Eso sí, los porteños se adueñaron de la esférica, llegaron al arco rival con más propiedad y poco a poco confundieron a su adversario.
Gibbons nuevamente plasmó su peso en ataque, pese a ser un defensor. En el 70’ sacó provecho de un horror del arquero Jason Vega, quien dejó la redonda suelta y Asdrúbal solo metió su pierna derecha para anotar.
San Carlos parecía perdido y aturdido, el Carlos Ugalde se silenció y daba la impresión de que todo estaba sentenciado.
No obstante, el choque tenía más emociones y la experiencia de Saborío salió a relucir en el momento más importante para los norteños.
El portero Mena derribó en el área pequeña a Marco Julián Mena, el central no dudó en señalar el penal y pese a la presión, Álvaro asumió la responsabilidad y cobró con precisión.
El propio Sabo sacudió las redes una vez más en el 85’ para el delirio de sus seguidores, pero el línea José Solórzano señaló fuera de juego cuando jamás lo había y los Toros se quedaron sin un tanto que les pudo haber dado la ventaja para la vuelta.