Llegó al club de sus amores con apenas 12 años y pensaba en Cartaginés más como el equipo al que iba a apoyar, cuando se podía, a la gradería de sol. Defender los colores blanquiazules en la Primera División era solo un sueño para él, como el de otros niños. Aún más ficticio le parecía ir a un Mundial con Costa Rica y ser capitán de alguna Tricolor; pero Daniel Chacón lo logró y todavía tiene mucho camino por recorrer.
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El volante de contención de 19 años es una de las principales cartas de la cantera brumosa y, por ende, la institución busca potenciarlo.
El oriundo de Turrialba pasó por todas las divisiones formativas de los centenarios, debutó en la Primera con apenas 16 años (en 2017 con Adrián Leandro ) y en la actualidad es titular con el técnico Hernán Medford.
Chacón tiene 37 partidos en la máxima categoría, 24 de ellos los disputó desde el arranque. En su proceso, vivió momentos en los que desapareció del primer equipo, tuvo otros con participaciones esporádicas y pasó de ser tomado en cuenta a esperar en el banquillo, una situación normal en la etapa inicial.
El contención de Cartaginés, Daniel Chacón (17) inició el Torneo de Apertura 2020 como estelar. Chacón disputó los dos encuentros ante Limón y San Carlos desde el inicio. Fotografía: José Cordero (Jose Cordero)
Sin embargo, el Torneo de Clausura 2020 lo cerró como estelar, en los dos choques de semifinales con Saprissa, y tras una pretemporada en la que le llenó el ojo a Medford, inició el Apertura 2020 entre los fijos en el once del timonel.
Además, en su palmarés figura la Copa del Mundo Sub-17 de India 2017 y es quien lidera a la Sele Sub-20, que está a la espera de disputar el premundial de la categoría.
El mediocampista de 1,83 metros de altura vivió una transformación física desde el día en el que apareció en la Primera, subió 12 kilos, en su mayoría de masa muscular, porque reconoció que de lo contrario iba a sufrir en un puesto de mucho roce y tendría pocos chances de participar.
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El turrialbeño reconoce que se le presenta una gran oportunidad y está en él aprovecharla o dejarla pasar, como le sucedió a otros proyectos del club.
“En este momento quiero hacer las cosas bien en Cartaginés, tener la regularidad que tanto me ha costado, consolidarme y ganar roce. Mi aspiración es el fútbol internacional, es la Selección y para eso trabajo, pero llegará conforme me consolide en Cartaginés... Aún queda mucho por mejorar, aumenté bastante masa muscular y me siento mejor, porque antes me parecía que estaba en desventaja al chocar con los rivales. Pago una nutricionista para lo de la alimentación, aprovecho el gimnasio en el estadio y me cuido, porque mi cuerpo es la herramienta de trabajo”, señaló.
El juvenil muestra seguridad al expresarse, se palpa el roce internacional que acarrea en divisiones menores de la Sele y saca a relucir con orgullo que en la cantera aprendió a ser campeón, ya que ganó dos títulos con la U17 y uno con el alto rendimiento.
La madurez dice haberla adquirido de cierto modo a la fuerza, ya que pasó por una situación familiar que lo marcó.
“Se me han presentado situaciones en la vida que me obligaron a madurar antes de tiempo. Son temas personales que viví a nivel familiar, como la separación de mis padres y es difícil. Cuando mis papás estaban juntos teníamos más comodidades, pero luego vivimos situaciones económicas más complejas. Al iniciar en Cartaginés tuve momentos en los que no tenía un par de tacos buenos, pero mi abuelo siempre me apoyó y me traía a entrenar todos los días desde Turrialba. Además, mi mamá y mi hermana también me ayudaron muchísimo”, describió.
Chacón es de esos contenciones que les gusta dar salida y se atreven a tocar con más propiedad el balón. A esto se suma que comete pocas faltas y no abusa del juego brusco.
Pilares en su vida
Daniel Chacón dio los primeros pasos en el fútbol en el equipo del barrio de su padre, pero al dar el salto a Cartaginés a los 12 años, su abuelo, José Octavio Salas, se convirtió en la persona que lo llevó y lo acompañó día a día a cada entrenamiento, desde Turrialba hasta Cartago.
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Incluso, antes de la pandemia era normal ver a don José en la gradería de sombra del Fello Meza, apoyando a su nieto. Siempre con bandera blanquiazul en mano y con el pecho inflado cada vez que su familiar tocaba la pelota.
El abuelo de Chacón no pasaba desapercibido, ya que tiene una contextura muy similar y con él se podía platicar abiertamente de fútbol, de lo que Daniel hacía o dejaba de hacer.
El volante brumoso reconoce que la figura de su abuelito fue clave para llegar a Primera y también resalta los sacrificios de su madre y su hermana, quienes al igual que don José, estuvieron en todo el camino con él y hoy en día siguen a su lado.
“Mi abuelito ha sido vital desde el primer día en este proceso. Él venía conmigo a entrenar cuando empecé, se quedaba esperándome y llegábamos a Turrialba tarde. Esto pasaba así todos los días de la semana y sin que yo le diera nada a cambio. Fue así por casi cuatro años y por eso siempre le hago ver que fue vital y le externo lo agradecido que estoy por todo lo que hizo”, finalizó el blanquiazul.