Madrid y Zúrich. Pese a que nadie parece interponerse en su camino hacia una segunda reelección dentro de ocho meses, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, vive su peor momento en el cargo de los últimos cinco años.
Las denuncias de corrupción de importantes dirigentes se acumulan mientras el Mundial de Sudáfrica 2010 es más que un dolor de cabeza. Y las cosas podrían empeorar.
“No estamos felices con lo que sucede”, admitió a DPA un hombre con acceso frecuente al presidente de la FIFA.
“Lo que más preocupa a Blatter es el 'caso Warner', porque las pruebas son sólidas”, añadió la fuente.
El “caso Warner” da para mucho. Involucra al trinitense Jack Warner, vicepresidente de la FIFA, quien se salvó con lo justo a principios de año de ser expulsado por la Comisión de Ética.
Warner, todopoderoso en la Concacaf, habría cedido la venta de entradas de Alemania 2006 en régimen de monopolio a una agencia de viajes propiedad de su hijo.
Esa vez recibió solo una advertencia, pero ahora es investigado por vender en el mercado negro entradas del Mundial por un monto de 20.000 libras (unos $37.000, unos ¢19 millones).
Warner es una piedra en el zapato de Blatter desde hace tiempo, quien hubiera querido quitárselo de encima ya a principios de año. Él dice no tener “nada que ocultar”.
Sería una novedad en la FIFA, donde siempre tantas cosas parece que faltan por descubrir.
La denuncia del periódico británico The Guardian acerca de sobornos presuntamente dirigidos al paraguayo Nicolás Leoz, presidente de la Conmebol (Suramérica), sumó un nuevo frente.
Blatter, que tenía en agenda un viaje a Paraguay la semana en que se conoció la denuncia, se reunió durante largo rato a solas con Leoz. Nadie sabe qué se dijeron.
Hay problemas en la FIFA, y no todos tienen que ver con corrupción: Suráfrica 2010, la gran apuesta de Blatter, no termina de arrancar; el jerarca de la FIFA hizo instalar una oficina y un grupo de expertos allí para controlar todo.
“Y eso jamás había sucedido. Pero se jugará en Suráfrica cueste lo que cueste”, asegura quien conoce como pocos al jerarca suizo.