“Crecer en los barrios del Sur me dio ese carácter y esa mentalidad ganadora”, confiesa Christian Bolaños.
Nacido en Hatillo 8 y con una larga andadura internacional, el volante de 36 años disfruta de su sexto título nacional.
Capitán y goleador por primera vez, el veterano futbolista levantó un trofeo “muy especial”, reconoce. A pesar de su edad, se siente como un ‘chiquillo’ y afirma que está acostumbrado a ganarle en velocidad a futbolistas más jóvenes.
A solas con ‘La Nación’, Bolaños analizó el título 35 de Saprissa, los movimientos tácticos que le permitieron convertirse en romperredes a pesar de ser volante y la táctica que golpeó a la Liga en el juego de ida de la final.
¿Cómo se siente después de vivir tres experiencias al mismo tiempo: culmina como goleador, es campeón y levanta la copa?
Me siento muy bien, no te puedo mentir. Es un año muy extraño, con mucha incertidumbre por la covid-19, y tener un momento dulce como este da esa energía de que se pueden hacer las cosas bien, a pesar de todo lo vivido.
El quedar goleador iba a tener valor si cumplíamos el objetivo grupal, que era lo primordial. Tengo que agradecer a mis compañeros y al cuerpo técnico. Es muy especial levantar la copa siendo el capitán y tener este momento a mis 36 años.
Ayer cuando llegó a su casa y puso la cabeza sobre la almohada, ¿qué fue lo primero que se le vino a la mente?
Que el trabajo valió la pena, el profesionalismo y el sacrificio grupal. No ha sido nada sencillo y teníamos esa responsabilidad de darle a la afición este título número 35. Esa es la tranquilidad que me deja, es un premio al esfuerzo que hicimos todos.
En un torneo tan atípico como este en el que hubo un parón por la covid-19, ¿en dónde estuvo ese principal sacrificio?
Hay muchos, pero para nombrar uno, cuando llegó esto de la covid tuvimos que entrenar en nuestras casas por cuenta propia y hacíamos entrenamientos en bicicleta por medio de Zoom y ahí fue donde vi el compromiso de todos.
No ha sido nada fácil, pasaron dos torneos en que llegábamos a la final y nos faltaba algo, creo que ese sacrificio ha sido compensado con este título.
¿Qué puede variar un jugador como para adquirir un rol de goleador, cuando en el resto de su carrera había sido un fabricador?
Lo que cambia en mí es el sistema de juego de Wálter Centeno, tengo que darle el crédito. Es una propuesta que en algunos partidos puede parecer muy arriesgada pero es muy buena. Siempre se juega con el balón, se sale desde atrás.
Él me encontró una posición en que me sentí muy bien, muy cómodo, llegando desde atrás y teniendo mucha presencia en el último cuarto de cancha.
En mis años anteriores tuve que estar muy bien parado tácticamente, cuando milité en el exterior siempre jugué en un 4-4-2 como un medio de creación y no tanto como un volante que llegaba a finalizar.
Aun así, aportaba en este departamento, pero no con tanta regularidad. Creo que ese es el cambio y a mucha gente le sorprende, pero es una faceta que siempre tuve presente. En su momento otros compañeros con los que compartí en la cancha eran los encargados de finalizar las jugadas, pero en este caso yo tuve esa facilidad de llegar al arco y crear jugadas.
¿En qué momento se da cuenta de que podía pelear por el goleo? Imagino que no tenía ese chip de goleador incorporado.
Es que desde que arrancó la fecha 1 en San Carlos y hice la primera anotación yo me había comprometido muchísimo a ayudar al equipo, tuvimos bajas importantes en ataque y conforme fueron pasando los partidos me sentía importante y con muchísima confianza.
En algún momento lo comenté con Wálter Centeno, le dije que lo primordial era ayudar al equipo, pero si me tocaba colaborar en esa faceta, bienvenido sea, siempre y cuando el equipo ganara.
Ya cuando pasaron las fechas pensé, ‘sigo ahí arriba, voy a pelear por esto’. Se los externé a los compañeros y tengo que agradecerles muchísimos porque me ayudaron. Entonces tomé la responsabilidad de pelear por dos cosas: el goleo y el título, y lo principal que es no ser egoísta, porque lo principal es lo grupal. Gracias a Dios se me dio jugando muy bien.
Ahora usted decía la frase ‘tomé la responsabilidad’. De alguna manera optó por asumir un peso adicional.
Sí, eso fue lo que intenté hacer. Muchas veces no van a salir pero lo intenté, alcé la mano y dije, ‘me toca’. Sabía que no lo tenía nada sencillo porque no soy un ‘9′ y tal vez iba a tener menos opciones que un delantero nato, pero hice el sacrificio, intenté dar un poco más en esa parte.
La mayoría de romperredes son delanteros y no volantes. Incluso usted fue compañero de Álvaro Saborío, que hace poco fue goleador. ¿Adquiere un valor especial ser un goleador-volante?
Por supuesto, y se lo digo porque yo soy creador. Entiendo muy bien de lo que vive un ‘9′, yo jugué con Saborío y el sacrificio que yo hacía era dejarlo de cara a gol, ese siempre ha sido mi trabajo.
No es nada sencillo para un delantero no estar recibiendo opciones. Saprissa es un equipo que genera 5 o 6 opciones claras por partido a causa del funcionamiento del equipo y eso es lo que le da más mérito. El ser un volante creativo y quedar goleador exige hacer buenos movimientos.
Uno veía movimientos muy marcados, como cambios de zona, de costado o cerrar cerca del punto de penal, entonces de alguna manera tener más libertades le permitió leer mejor en dónde debía cerrar.
Sí, el cuerpo técnico y Wálter Centeno me dieron esa comodidad de sentirme libre en ese último cuarto de cancha. Paté me conoce muy bien, conoce mis cualidades y ya tengo un recorrido en esto.
¿Qué fue lo primero que le dijo Paté que lo marcó para convertirse en goleador?
En el funcionamiento siempre buscaba que la bola me llegara limpia, eso cuesta mucho en los entrenadores porque se juega muy directo o al segundo balón, pero en este sistema el equipo hacía movimientos para llegar bien al área rival.
Somos un equipo de tener el control del balón y nos sentimos bien. En mi caso, me gusta mucho crear con la pelota. Es una fórmula que, en el caso de los jugadores de ataque, nos deja con mucha fuerza para llegar al área.
Saprissa decide plasmar una idea distinta en la final y sorprende porque Paté había sido muy insistente en no cambiar el juego de posesión. En la final se brinca la línea de volantes y juega más profundo. ¿Qué se discutió en el vestuario para jugar de otro modo y golpear a la Liga?
Se cambió de acuerdo a las experiencias pasadas. Wálter tiene una carrera muy joven, está arrancando como entrenador. Aunque nadie se quiere equivocar, la carrera de técnico es igual a la del jugador de fútbol, entre más pasa el tiempo se va adquiriendo más claridad y sabiduría a la hora de tomar decisiones y ejecutar movimientos.
Wálter nos lo externó, se conversó con el grupo en las reuniones de video y pensamos que era lo mejor. Lo primordial fue respetar a la Liga, que tenía sus fortalezas, y sabíamos que había que golpearlo.
Ese partido fue tácticamente perfecto porque la Liga no lo esperaba. Renunciamos a lo que nos llevó a convertirnos en el mejor equipo de la fase regular, pero es que son finales y en las finales hay que hacer algo diferente para poder ganar.
¿Y le sorprendió que Wálter optara por hacer algo distinto, cuando había sido tan insistente con su idea?
No, le voy a ser sincero y cualquier compañero se lo puede decir. En ningún partido inventamos nada, eso ha sido lo mismo que hemos trabajado en este tiempo. Lo entrenamos siempre y todos los compañeros sabían ejecutar los movimientos. Teníamos un manual que da tranquilidad, la idea siempre estuvo.
Le toca ser goleador del torneo con 36 años, una edad que antes se pensaba era la del retiro. ¿Cómo lo puede explicar?
Claramente es algo muy especial para mí porque nunca había sido goleador. A los compañeros les dije que no era algo que anduviera buscando, pero que iba a tener valor si lográbamos ser campeones.
Es una enseñanza. Aquí en Costa Rica muchos se han equivocado con respecto a las edades. Si usted ve bien, a nivel mundial renovaron a Buffon y Chiellini, jugadores de la Juventus que tienen cuatro años más que yo.
Eso es muy normal en Europa, se respeta la trayectoria y lo que puede hacer dentro del terreno de juego. Y si no está jugando te va aportar desde afuera.
Creo que esto está cambiando, hay muchos ejemplos en Costa Rica. Los futbolistas que juegan a estas edades no deben retirarlos, más bien hay que darles un cariño especial para que retribuyan todo ese bagaje que han adquirido durante su carrera. Al final si estás rindiendo no sé porque se habla de una edad.
¿Se ve jugando hasta los 40 años?
¡Me lo han dicho muchísimas personas! Si usted me pregunta soy un poco más prudente, por todo lo que he vivido. Le digo que sí me gustaría, me siento muy bien hasta el día de hoy, puedo seguir compitiendo. Me gusta entrenar bien, ayudar al equipo y sentirme importante.
Creo que tengo esas condiciones, siento que tengo un valor especial para la afición y la directiva, y la pasión que tengo por el fútbol me lleva a cuidarme. Soy un bendecido al no tener tantas lesiones en mi carrera.
El aficionado se pregunta cómo Bolaños con 36 años le gana en velocidad a futbolistas con 10 años menos. ¿Tiene una explicación?
Es porque soy un jugador rápido. En algún momento lo conversé con Evaristo Coronado cuando era director deportivo. Él me decía que cuando uno llega a estas edades, el tiempo le va diciendo cuándo se acerca el momento de retirarse. Sin embargo, él veía que no era mi caso porque todavía tengo velocidad, que es una característica natural.
Es decir, ya se trae. Yo entreno con mis compañeros, inclusive con algunos más rápidos e intento competir.
Para mí no es nuevo ganar un pique a un jugador más joven. Pesa la experiencia y el hecho de ser un jugador rápido. Además me preparo bien, entonces lo veo como algo normal.
Yo disfruto muchísimo, después de que uno cruza los 29 años es increíble lo que puede aprender y saber sobre el fútbol. Tengo un bagaje al que hoy en día le puedo sacar mucho provecho. Yo trato de aportar mi grano de arena al grupo y de mi parte muy orgulloso.
Hubo distintos estudios internacionales que salieron durante el parón causado por la covid-19 que decían que los jugadores más afectados iban a ser los veteranos. ¿Por qué no sucedió en su caso?
Creo que algo tuve que hacer bien durante mi carrera, logré jugar en la élite y la exigencia es máxima. Al final todo esto te lleva a conocer el cuerpo y a saber cómo me debo preparar. Esos detalles que marcan diferencia los tengo muy claros y sé lo que tengo que hacer.
Lo más importante es que en este momento me siento como un chiquito cuando entro a la cancha.
Es su sexto título nacional con Saprissa. ¿Cuál es la diferencia entre este título y los demás?
Hay una diferencia, y es que esta vez soy capitán. Es una responsabilidad y me tocó tenerla. El hecho de ver a mis compañeros capitanes levantar la copa en el pasado y saber que muchos han pasado momentos difíciles.
Es una responsabilidad muy grande y es muy especial a mis 36 años tener un campeonato tan redondo.
Cuando Ariel Rodríguez es expulsado quedaba todavía mucho tiempo de partido. ¿Cuál fue la instrucción para sostenerse y al final sacar el equipo?
El equipo sabía que tenía un rival que se iba a venir encima, nos complicaron muchísimo las cosas con su parado táctico. Sabíamos que íbamos a tener malos baches, había que aguantar y ser fuertes.
Teniendo un jugador menos hay que hacer más sacrificios y más recorridos, pero el equipo estaba consciente de que no podíamos dejarla ir.
¿Lo ‘picó’ el caso de Zabala y lo que en algún momento dijo? (Lateral expresó: “Bolaños me lleva 14 años, tiene mucha más experiencia en el fútbol que yo, que no es excusa porque en otro partido la mayoría de los duelos los he ganado yo”).
Zabala es muy joven y es un buen chico, pero él mismo me dio a entender de que estaba mal, saber eso me lo da el recorrido que he tenido. Sus propios compañeros sabían lo que estaba provocando él y me lo hicieron ver en el terreno de juego. Se equivocó, hay que respetar siempre al rival y más aún cuando es un futbolista con recorrido.
Y hay que tener cuidado al hablar frente a un micrófono o en un periódico, porque eso debe ir respaldado en la cancha y no todos los jugadores lo pueden hacer. Creo que le queda de enseñanza a él. Es parte de esa inmadurez.