“Los equipos van a desaparecer”, “el fútbol femenino es amateur”, “estamos muy lejos de poder ofrecerles salario”, son algunas de las frases que los dirigentes del fútbol femenino expresan al ser consultados sobre la posibilidad de costear una nómina con contratos y sus cargas sociales, como propone la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
La idea de desembolsar tal cantidad de dinero no encaja en la mente de los responsables de los clubes femeninos en Costa Rica, que en su mayoría operan con recursos mínimos para asegurar su continuidad en el torneo.
Casi todos los equipos no ofrecen salarios sino becas universitarias y viáticos, y en cuanto a seguridad, la mayoría tiene una póliza del Instituto Nacional de Seguros (INS) para lesiones. También cuentan con médico y fisioterapeuta.
Sin embargo, asegurar a los clubes plantea sombras en el horizonte del fútbol nacional. De hecho, algunos advierten que varios equipos podrían desaparecer debido a las marcadas diferencias entre ellos.
“Es muy probable que tengamos que retirarnos (...). Personalmente, si un equipo contrata a una jugadora con un salario de $4.000, la Caja considera esa cantidad inmensa. Pero con ese sueldo, cubro la nómina completa, incluyendo a los ocho entrenadores y las 20 jugadoras”, afirma Jimmy Núñez, dirigente del Municipal Pococí.
Por otra parte, equipos como Dimas Escazú, Herediano y Cofutpa Palmares también coinciden en que costear una nómina completa ante la CCSS es sumamente complicado, especialmente porque el fútbol femenino en Costa Rica no es una actividad profesional.
“Los equipos podrían desaparecer, las instituciones podrían verse obligadas a cerrar debido a que el desarrollo y la profesionalización no pueden imponerse de forma abrupta (...). Sería un cambio repentino introducir salarios mínimos en un equipo que apenas genera ingresos”, detalla Castillo.
Mónica Malavassi, gerente deportiva del Club Sport Herediano, también resalta que muy pocas jugadoras en el país pueden vivir exclusivamente con lo que ganan en el fútbol y que su equipo no está en posición de afrontar los costos sociales de una plantilla completa.
“Dado que estamos hablando de una liga amateur, los equipos hacen un esfuerzo considerable para recompensar a las jugadoras y evitar que ellas pierdan dinero al practicar el deporte. Estamos muy lejos de siquiera contemplar ofrecer un sueldo, en especial para todo el equipo, para todas las jugadoras, y mucho menos para abordar los gastos que conllevan las cargas sociales”, aclara.
Equipos como Municipal Pococí o Dimas Escazú podrían estar considerando la posibilidad de retirarse o incluso desaparecer en el futuro.
“Es prácticamente una posibilidad que enfrentamos, el fútbol femenino en Costa Rica opera en un ámbito amateur, sin un respaldo sólido ni un apoyo económico estructurado para organizaciones como la nuestra, que opera a nivel cantonal. Generamos ingresos para cubrir nuestros gastos operativos (...).
”En este país, el fútbol femenino no cuenta con el respaldo financiero necesario; hay excepciones, como en los últimos años que algunas estructuras del fútbol masculino adquirieron su espacio en el femenino, pero ese no es nuestro caso y sí, podríamos desaparecer”, comenta Geovanni Vargas, dirigente de Dimas Escazú.
Es importante recordar que en Costa Rica, el fútbol femenino no es profesional, lo que significa que los equipos no están obligados a formalizar contratos con sus jugadoras y muchos carecen de la capacidad de ofrecer un salario que pueda integrarse en una nómina oficial.
Además de esto, las jugadoras compaginan sus actividades futbolísticas con estudios o trabajos formales, lo que dificulta que algunas de ellas puedan comprometerse al 100% con sus equipos, a diferencia de un fútbol profesionalizado.
La Nación intentó consultar a Víctor Hugo Alfaro, presidente de la Unión Femenina de Clubes de Fútbol (Uniffut), sobre este tema, pero hasta el cierre de la edición no se recibió respuesta.