¿Dónde aprendió a jugar?
En una finca que se llama Imperio 2, era un planché de cemento. Jugábamos descalzos y hasta hasta las uñas dejábamos pegadas, pero era la fiebre. Después jugué en la escuela y luego en campeonatos de Siquirres. Por suerte, siempre tuve eso de hacer bastantes goles, quedaba mucho de goleador.
Si usted no tuvo escuela de futbol para obtener las bases como otros jugadores, ¿de dónde obtuvo ese olfato goleador?
Yo digo por aprendizaje propio. Porque en cada mejenga que jugaba quería ir perfeccionando cosas. Yo siempre quiero aprender.
Me imagino que nunca pensó en ser futbolista profesional...
Siempre tuve esa pasión por el futbol, pero nunca pensé que iba a llegar ni a Segunda. El jueves tuvimos una charla con un motivador y más bien yo me levanté y le dije a mis compañeros que me sentía orgulloso de estar a la par de jugadores que hace unos años yo apoyaba por televisión, como (Cristian) Oviedo o (Luis) Marín. Ahora estar a la par de ellos es algo grandioso.
¿Cómo llega a Turrialba?
Por medio de un amigo, Jorge Moya. Él me vio jugando en una mejenga y me dijo que por qué no iba a probar a Turrialba. Fui y en dos días el entrenador en ese momento, Mario Carrera, gracias a Dios me dijo que me necesitaba.
Cuando llega a Turrialba y empieza a anotar, ¿qué piensa?
Quería meter más. Quería llevarme el goleo. Y así fueron cayendo muchos (goles). No quería soltarla (la racha). Al final quedé como el tercer mejor goleador de la historia en Segunda (36 goles en una temporada). Lastimosamente las dos finales las perdimos... Yo Quería ascender con Turrialba.
¿Cómo lo contactó Brujas?
Marvin Solano, en ese entonces técnico de Barrio México en Segunda, se me acercó a preguntarme de mi contrato y esas cosas. Acabábamos de jugar contra ellos y yo había anotado. Desde ese día comenzó a llamarme todos los partidos, para ver cuántos goles había hecho. Él hizo todo para acercarme a don Minor (Vargas, presidente de Brujas).
¿Cuál fue el sentimiento cuando marca el primer gol con Brujas?
Lo grité como nunca. Se lo hice a un equipo que siempre le anoté en la Segunda, que fue Limón. Como siempre se lo dediqué a mi esposa y a mis dos hijos.
¿Cuándo comienza a crecer su confianza en Primera División?
Cuando hice los cuatro goles contra la U. Ese fue el salto más grande. Eso me dio más confianza y hasta me llevó a la Selección.
¿Qué le dejó conocer al técnico Ricardo La Volpe en la Sele?
Llegar ahí y estar a la par de ese señor es un gran orgullo, porque sabe demasiado de futbol. Creo que si uno le agarra la idea Costa Rica clasifica “sobrado” al Mundial.
¿Tras el primer acercamiento de la Liga, se la creyó?
Al principio de este campeonato oí en un medio que había ese interés, pero no me ilusioné. Más bien dije que daría mi mejor esfuerzo para que después me buscaran. Luego pasó el problema de don Minor (fue arrestado). Ahí se acercaron más. Negocié mi libertad, pero no me la dieron pues en Brujas dicen que soy un jugador para vender al extranjero. Pensamos en un préstamo y a la Liga le sonó bien.
Usted no ha estado en muchos camerinos, ¿cómo pensó que sería el del campeón nacional y qué se encontró hasta ahora?
Me extrañé. Yo creí que al llegar a un equipo con tantas figuras y campeón nacional, iban a “jugar de vivos”, pero más bien es como si lo conocieran a uno desde hace mucho tiempo. Desde que entré me dieron su apoyo, me dijeron que estarían en las buenas y en las malas, que en la Liga hay que ser una familia. Poco a poco me he unido.
¿Se imaginó ya el Morera Soto a estadio lleno?
Quiero vivirlo y ojalá poder anotar. Yo digo que sería un sueño. Ayer (el jueves) nos pusieron unas fotos del campeonato y algunos hasta celebraban de nuevo. Yo quiero vivir eso. Tengo esa hambre de hacer cosas buenas, de marcar goles, de ser campeón.
¿Cuánto ha cambiado su vida desde que entra al futbol?
Ha ido mejorando poco a poco. Dicen que da cosas buenas y malas, pero hasta ahora, a mi el futbol solo me ha dado cosas muy buenas. No me puedo quejar de nada.