David Guzmán vive un año de ensueño. Pero no solamente por salir bicampeón con el Deportivo Saprissa , sino porque finalmente abandonó la sombra de la gran expectativa que creó en su adolescencia, cuando brilló en aquel Mundial Sub-20 de Egipto 2009 .
De hecho, estas líneas se le dedican por ser el jugador mejor calificado por La Nación a lo largo de todo el Torneo de Invierno 2014, con un promedio de 6.8. Se situó arriba del florense Dave Myrie (6.77) y el manudo Patrick Pemberton (6.66), los otros dos más altos dentro del 11 ideal.
Y es que efectivamente el mediocampista tibaseño se consagró como uno de los pilares morados, se consolidó como una de las bases sobre las que se edificaron los últimos dos cetros.
No es el que hace goles que definan los compromisos y no es el que saca la pelota de la línea de sentencia; no obstante, su constancia como eje de la defensa y del ataque fueron fundamentales. Es, sin duda, la torre de control del Monstruo .
Guzmán estuvo en 15 encuentros de los 26 que disputó su equipo. La mayoría de los que se perdió fue por una operación de rodilla, en setiembre, una que le afectó además su ansiado regreso a la Selección para la Copa Centroamericana en Estados Unidos.
Sin embargo, cuando regresó ni se notó la pérdida de ritmo. Se reintegró y volvió a meter la pierna duro y a generar juego con su buen tino. Y todo lo coronó el sábado ante Herediano.
“Esto me pone contento porque al jugar pocos partidos pensé que alguien podía haberlo hecho mejor. Pero me gusta ver las estadísticas y por ellas sé que hice bien mi trabajo. De los 15 partidos que jugué, ganamos 12, empatamos dos y solo perdimos uno. Algo de diferencia hice”, dijo ayer.
Al ‘20’ morado lo acompañan en el equipo ideal de este diario sus compañeros Heiner Mora, Juan Bustos y Deyver Vega.
Pero también están Johnny Acosta de la Liga, Ariel Contreras y Jonathan Sibaja, ambos sorpresas de la Universidad de Costa Rica; Carlos Hernández de Cartaginés y el goleador Yendrick Ruiz de Herediano. Colaboraron los periodistas Jairo Villegas S. y José Pablo Alfaro
