El FC Anyang de Corea del Sur le dio un ejemplo a los dirigentes de los clubes de nuestro país de cómo actuar cuando un futbolista es sorprendido en estado de ebriedad.
Fuera, despedido, no hay investigación que valga y mucho menos recurrir al sermón que a veces apelan algunos directivos de los equipos: “vamos a ayudarle al muchacho”.
Apenas se conoció la detención de Jonathan Moya por conducir en estado de ebriedad, el FC Anyang aseguró haber confirmado los hechos, informó a la Federación de Fútbol de su país y activó “los procedimientos disciplinarios apropiados”.
Un día después, Jonathan Moya fue despedido sin importar si era la figura o uno de los referentes del club. Tampoco se consideró que es el goleador del plantel con cinco tantos en igual número de juegos; el equipo cortó el problema desde la raíz.
Así es como se debe proceder, un jugador es profesional dentro y fuera de la cancha. El futbolista es un atleta de alto rendimiento y debe rendir como tal, nada hace en horas de la madrugada en la calle, mucho menos metido en bares como sucede con algunos, quienes muchas veces son vistos en La California o la “Cali” como le llaman a este sector de San José.
En los equipos de Costa Rica, o al menos en la mayoría, a un futbolista se le comprueba el estado de ebriedad y nada pasa.
En el 2019 el periódico La Teja publicó que Luis Chicharrón González y Fernando Brenes dieron positivos en pruebas de alcohol que les hizo San Carlos; el propio club los agarró con las manos en la masa y nada pasó. Es más, González aún es parte del equipo.
En marzo de este año a Yurgin Román le aplicaron dos alcoholemias y dieron positivas por encima de lo que permite la ley y cuatro días después fue titular en el partido que disputó su equipo.
Cuando Yurgin tuvo el incidente, salió corriendo, en un posible intento de darse a la fuga; hasta me da pena ajena.
Orlando Sinclair tuvo un choque contra el muro de una casa cuando apenas iban a ser las 6 a. m., no puedo asegurar que el alcohol estuvo de por medio, porque no se supo cómo se dio el accidente. ¿Pero qué hacía el futbolista a esa hora? Saprissa se limitó a decir que estaba en su día libre.
Cuántos casos han conocido los dirigentes de sus jugadores pasados de tragos y solo los regañan o tal vez les aplican una multa económica. Cuando se actúa así, al jugador que le gusta doblar el codo, seguirá una y otra vez en lo mismo, porque no hay un verdadero castigo, porque “pobrecito” no lo va a volver a hacer.
Mano dura, seguir el ejemplo. Los clubes contratan atletas, deportistas y no personas a quienes les gusta la noche, la fiesta y darse las escapaditas. Si así fuera, entonces las contrataciones se harían de bar en bar.
A los jugadores que les gustan los tragos no se les puede perdonar nada. Despedidos como pasó con Jonathan Moya en Corea. Dirigentes, vayan los fines de semana a la “Cali” y se toparán más de un rostro conocido o apliquen pruebas de alcoholismo en los entrenamientos y actúen como lo hizo el FC Anyang de Corea.