En 3 de febrero del 2012, solo cinco días después de sufrir un infarto, el doctor Jorge Aráuz se acercó a la cama de Marvin Solano para anunciarle que a la mañana siguiente dejaría el hospital San Juan de Dios. Tras recibir el alta médica y varias recomendaciones, el entonces director técnico sancarleño le preguntó resignado: “Doctor, ¿y en qué puedo trabajar ahora?”
Como respuesta recibió otra pregunta: “¿Por qué? ¿Ya no le gusta el futbol?”
“¿Entonces puedo trabajar en futbol? Pero ¿en qué?”, volvió a preguntar Solano incrédulo, imaginándose como profesor universitario o comentarista deportivo.
“¿Es que ya no quiere ser entrenador?”, contestó el galeno con una sonrisa que se replicó en el rostro de su paciente.
Tres semanas después, Marvin Solando estaba de nuevo en el banquillo norteño, haciendo el trabajo que lo ha apasionado durante casi tres décadas, pero que ahora disfruta más que nunca.
“Tuve un evento en el que pude morir, en el que ha muerto mucha gente, pero pude seguir con vida y sano; estoy trabajando en lo que más me gusta, es lo que disfruto y me pagan; entonces es como un llamado a que aproveche este momento, es el segundo tiempo y vamos a jugarlo bien”, aseguró.
La gente lo veía en la calle como si fuera un fantasma o si corriera un gran peligro. “Tenga cuidado, no grite, no se emocione mucho”, le decían, mas Solano solo se preocupó en seguir al pie de la letra las recomendaciones médicas.
Aquel susto le heredó una dieta saludable, mucho ejercicio y un chequeo periódico, pero la máxima herencia fue una nueva filosofía para enfrentar la vida... y el futbol.
“Vivo intensamente. Hay cosas que antes me afectaban mucho, perdía y era una amargazón; ahora pierdo y aunque no me gusta, comprendo que no pasa nada. La vida está ahí, mañana estará el sol, la gente que me quiere, la música que me gusta, lo más que puede pasar es perder el trabajo y, en esta profesión, cuántas veces no me ha pasado eso”, confesó.
Hoy, 14 meses después de que muchos daban por terminada la carrera que desde la década de 1980 lo ha llevado por el banquillo de Curridabat, Puriscal, Quepos, Paraíso, Ramonense, Barrio México, UCR, Cartaginés, San Carlos y Santos, Marvin Solano está cerca de alcanzar su mayor logro profesional.
Aunque la final que disputará a partir de mañana al mando del Club Sport Herediano, ya es un premio para él.
“Vivo una belleza de etapa, la disfruto, pero no irresponsablemente, cuido todos lo detalles. Queremos ser campeones, pero también entiendo que podemos perder y no pasa nada, la vida vale más que cualquier cosa”, concluyó.