Parecía una locura, porque hace 73 años era imposible pensar en un equipo de fútbol femenino, pero Fernando Bonilla le hizo caso a su instinto y rápidamente tuvo la dicha de toparse con mujeres decididas a hacer historia. Se convirtieron en la yunta perfecta para que hoy podamos hablar del balompié femenino.
Todo empezó casi como una inspiración divina, cuenta Verónica Bonilla, hija de don Fernando, quien falleció el pasado 7 de diciembre, a los 93 años. Ella pudo despedirse y le dejó algo muy claro: había cumplido su misión.
Parte de esa misión fue crear el Deportivo Femenino Costa Rica FC, pasar por encima de ideas machistas e incluso teorías erradas de la medicina de aquella época. Por eso, para Verónica, la mujer y no solo la hija, la trascendencia de aquella idea no tiene comparación.
“Decían que las mujeres que jugaban fútbol no podían tener hijos. Esas mujeres lucharon contras las propias familias, contra el puritanismo, contra una sociedad totalmente retrógrada y demostraron de lo que fueron capaces”.
Ella conoció de primera mano la historia que comenzó en 1949, cuando su papá y su tío, Manuel Emilio, fundaron el equipo. Pero en realidad el inicio se da en los sueños de don Fernando.
“Mi papá contaba que se soñó ver a las muchachas jugar y es como una inspiración de Dios, como lo dijo siempre. El día del novenario de mi abuelo toda la familia estaba reunida y él externa la idea a su hermano Manuel Emilio y luego a su hermana Dora, que falleció diez días antes que mi papá”.
Cuenta una de las jugadoras, Ana Emilia Morales, que entre los hermanos surguía la duda de por qué las mujeres sí practicaban deportes como el baloncesto, pero no el fútbol. El sueño se sumó a sus interrogantes.
Cuando iba al estadio a ver partidos de hombres o a jugar, también lo pensó, recuerda Grace Antonini, una de las primeras jugadoras de esa camada.
“Una vez me comentó que cuando veía mujeres en el estadio, entre la afición, él pensaba: ‘esta o aquella puede servir para un equipo’, él decía que si vienen aquí es porque les gusta. La idea le andaba en la cabeza”.
Para tener dimensión de lo que significaba transformar esa idea en realidad se debe recordar que ese mismo año la mujer ni siquiera tenía derecho al voto, fue hasta junio de 1949 cuando la Asamblea Nacional Constituyente de Costa Rica aprobó el sufragio femenino, y para entonces Fernando ya dirigía a más de 30 futbolistas, se formaron dos equipos y el 19 de marzo de 1950 disputaron su primer partido en el Estadio Nacional.
Las prácticas empezaron de forma privada, casi oculta, en la finca Las Delicias, en San Ramón de Tres Ríos, propiedad de la familia Bonilla. Fernando se encargaba de la parte técnica mientras su hermano se enfocaba en lo administrativo.
Con su característica paciencia y al mismo tiempo exigencia, don Fernando les enseñó el ABC del fútbol, desde cómo correr, patear hasta los conceptos tácticos y técnicos.
“Primero lo primero, nos preparaba bien antes de jugar. No correr con la boca abierta, todos los detalles los aprendí de él. Los hermanos tenían una mesa grande en la que nos explicaban las jugadas. Era muy detallista”, recuerda Alice Quirós, de 92 años y viuda de Fernando.
También destacaba por su carácter fuerte y decir las cosas de frente: “Le gustaban las cosas bien hechas, siempre nos exigió al máximo pero de forma respetuosa”, comenta doña Ana Morales.
Al mismo tiempo, es recordado como una persona de buen humor, por eso en el grupo siempre hubo espacio para las bromas, chistes o las imitaciones que hacía casi perfectas de Cantiflas.
Su hija lo describe como un hombre diferente, el cual siempre iba a de frente, diciendo la verdad. “Fue de una pieza, si tenía que dejar algo porque no le parecía, porque no era correcto, lo dejaba”, cuenta su hija.
La intención de hacer un equipo femenino tiene mucho sentido cuando Verónica recuerda sus comentarios sobre la mujer y la forma en que veía el mundo, muy diferente a lo “normal” de esa época.
“Siempre vivió rodeado de mujeres y creo que eso influyó. A mí me enseñó a cambiar una llanta, saber cómo pintar, me enseñó de construcción… porque me decía: ‘para que ningún pantalonudo te ruede’ y se lo agradezco en el alma, fue la mejor enseñanza”.
Su amor por el fútbol lo caracterizó desde siempre, a los 17 años debutó en Primera División con la camiseta de Gimnástica Española y solo tres años después estaba ideando el equipo femenino. Fue tricampeón con Alajuelense (1958, 1959 y 1960), también jugó con Saprissa, Cartaginés, Herediano y Uruguay de Coronado.
Verónica cree que el fútbol fue cruel con su papá, porque él le dio mucho y ni siquiera pudo disfrutar de su pensión cuando realmente le tocaba. Ambos también reprocharon la “mezquindad” de los dirigentes, porque don Fernando presentó tres veces los atestados para ser incluido él y el equipo en la Galería del Deporte y hasta ahora no ha sucedido.
“Quedó muy desilusionado del fútbol, pero gracias a Dios antes de que falleciera se dio cuenta del benemeritazgo”. Eso sucedió el 9 de noviembre, cuando el Deportivo Femenino Costa Rica FC fue declarado benemérito de la patria.
Exactamente un día después de su muerte, se develaron las fotografías de ese reconocimiento en la Asamblea Legislativa. Por obvias razones ninguno de sus familiares pudo asistir, pero sí lo hizo Grace Antonini, quien para entonces no sabía del fallecimiento de don Fernando.
“Estuve demasiado emocionada, porque me vinieron a la cabeza muchos recuerdos. Cuando íbamos de camino pregunté si iba allegar entonces me contaron que había muerto; me dio mucha tristeza porque ellos se merecían tanto ese homenaje”.
Ninguna de las personas que estuvieron cerca de él lo duda, pero su hija también entendió algo: “Digo yo que Dios se lo llevó antes porque la gloria estaba en el cielo y no en la tierra”.