Empezaba la primera década de este siglo y Daniel Arce tenía todo a su alcance para pensar que su vida giraría en torno a una pelota.
Elegante defensor con 1,85 metros de estatura, en Saprissa y capitán de selecciones menores, era una promesa emocionante del fútbol tico; no obstante, él vivía con una preocupación. A sus 17 años, Daniel le tenía terror a la vida después del fútbol.
Conforme fue avanzando su carrera deportiva, la duda e incertidumbre lo carcomían, al punto que a una edad temprana, a los 26, ya tenía claro que debía empezar a forjarse una vida lejos del esférico para así evitar frustración y preocupación en el futuro.
Aun así no dejó de destacar en el deporte rey y siempre se mantuvo activo. El camino no fue fácil porque en Saprissa, plantel que lo vio nacer, nunca contó con la confianza deseada, así que buscó un futuro lejos de Tibás; pasó por Pérez Zeledón, la UCR, Uruguay de Coronado y hasta Alajuelense, siempre con el claro deseo de resolver su inquietud.
“En ese momento nosotros estábamos criados para solamente el fútbol y creíamos que eso era lo único que existía. Uno de mis temores fue: ‘Hijuepucha, yo desde los 15 años ando pateando una bola y qué trabajo voy a conseguir después?’”, contó.
Siempre con responsabilidades con su familia, el defensor no escondió que tenía claro que debía capacitarse, por lo que inició su carrera en Administración de Empresas, pero según cuenta, oraba todos los días para que Dios le diera una señal de cuándo debía ser el momento de hacerse un lado del deporte para encarrilarse en el otro camino.
Así, hace cuatro años, cuando militaba en Uruguay de Coronado, no sufrió por su retiro, de hecho lo anhelaba, al punto que por más que le dijeron ‘quédese’, el no como respuesta fue rotundo.
"Voy para cuatro años y medio de retirado, lo último fue Uruguay. Salí del fútbol porque varios amigos que son exfutbolistas me ofrecieron una opción de trabajo, básicamente lo que hacíamos era asesorar hoteles para huéspedes en línea, yo comencé a trabajar en la parte comercial, era con Andrey Campos y Harry Ocampo. A los seis meses la empresa la compró BAC y para acelerar el proyecto nos llevaron", recordó.
"Fue mi mejor decisión, porque salí con la edad correcta para hacer carrera profesional, en ese momento tenía 29 años e iba para 30, quería buscar solución a un miedo que tenía", confesó.
Arce es enfático en que no le quedó debiendo nada al fútbol y siente que el deporte tampoco le dejó nada por cobrar.
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“Yo salí sano del fútbol porque hubo varios años en los que estuve dispuesto a dejarlo, pero Dios me ponía una oportunidad más, entonces como que logré quemar eso, porque a veces muchos de los que por una u otra razón dejan el fútbol, a veces lo hacen como frustrados porque tal vez no estaban preparados para hacerlo o creían que podían dar más, yo vieras que tengo la bendición que siempre me dejé llevar por Dios y Él se encargó de mí”, recalcó.
Sin conocimiento, sin ningún estudio, simplemente con el deseo de superación, aceptó la oportunidad que le dio Andrey Campos. De forma empírica, el defensor decidió adentrarse en el mundo bancario y comenzar a hacer sus primeras armas.
La primera entrevista de trabajo que tuvo no la olvida, ya que su gran arma fue la honestidad para ser contratado.
“Yo a Andrey Campos (era el jefe) le dije: ‘Lo único que sé hacer es patear una bola, y solo sé respaldar a mi superior en una cancha, así que si me contrata tiene que enseñarme’. Él solo se sonrió y me dijo: ‘Vamos con el dueño de la empresa’”, mencionó entre risas.
Ahora con un trabajo estable, el exsaprissista señala que aunque mucha gente piensa que colgó los tacos joven, él asegura una y otra vez que no hay arrepentimiento.
¿Le faltó jugar en el exterior? ¿Estar en la Selección Mayor? ¿Jugar por más tiempo en Saprissa? Todos esos cuestionamientos no pasan por la mente del exjugador.
"Con el tiempo uno aprende a digerir que lo que Dios tiene para uno es y punto, ya sea bueno o no, por corto tiempo o largo. No sé, tal vez no compartí muchas cosas de compañeros que tuvieron una carrera más larga o mejor, pero al menos yo cuando vi que las cosas no estaban tan claras nunca quise ser un jugador que se retirara a los 36 años sin saber qué hacer, por eso a mis 29 ya tenía en mi cabeza buscar un trabajo serio y eso me permitió salir sano. Dios me permitió vivir lo que Él quería que viviera del fútbol", pronunció.
Del balompié lo que quedan en su vida son recuerdos. Solamente juega cuando lo invitan al equipo de la entidad financiera para torneos interbancarios; ahora su vida la pasa visitando clientes y buscando oportunidades de negocio. Ya inauguró una cafetería en Heredia junto a Harry Ocampo.
En 2003, cuando asistió como capitán a la Copa del Mundo de Finlandia 2003, mucha gente comenzó a comparar a Daniel Arce con Víctor Cordero y Gabriel Badilla, situación que todavía hoy el zaguero agradece. Su juego aguerrido, elegante y liderazgo siempre llamaron la atención.
"Fue un honor, en esa época compartí mucho con Víctor Cordero, José Pablo Fonseca, Reynaldo Parks y Gabriel, ellos me marcaron mucho y me enseñaron a ser un ganador. Yo con ellos fui una esponja, fueron unas personas que solo me enseñaron cosas buenas. Yo los admiro y admiré montones, ahora miles de cosas que ellos me enseñaron en aquel tiempo me sirven para la vida", dijo.
Para el exsaprissista y exalajuelense, el fútbol nacional extraña ese tipo de jugadores, quienes tenían claro qué era lo primordial como deportista de élite.
“Sí escasean, lo que pasa es que el mundo ha evolucionado mucho, porque no me imagino al camerino que tuve en Saprissa tomándose un selfi. Saliendo de Casa Conde con la Ultra usted sabía que ya no había otro mundo que no fuera el partido que tenías al frente. Yo no veo a Jervis, Cordero, Reynaldo Parks tomándose un selfi, de verdad. No sé si ahora hay más interés por la tecnología que por aprender de los de experiencia; eso puede hacer falta”, expresó.
A sus 33 años, Daniel tiene una pequeña que se llama Daniela Arce Moreno, y es feliz fuera del campo de juego.
“Para nada extraño el fútbol, lo único que me hace falta es que ahora el estrés tengo que ver cómo lo saco. Vamos a ver, antes jugaba fútbol y esa era mi pasión y ahí perdía el estrés, ahora corro dos veces a la semana, hago una clase de CrossFit, pero no siempre... Yo no soy una máquina y en algunos momentos me siento agobiado por las presiones, entonces es necesario botar el estrés”, agregó.
Mayor aprendizaje. De todos los obstáculos que afrontó, el que más lo marcó fue su paso por Alajuelense, debido a que no jugó ni un solo minuto.
En la campaña 2009-2010, Luis Roberto Sibaja lo llevó a las tiendas manudas, pero no pudo debutar y perdió una temporada de su carrera.
“El que me llevó a Alajuelense fue don Luis Roberto Sibaja por un seguimiento que me hizo. No jugué ni un minuto, pero fue la etapa que más me enseñó para la vida, por más que me pagaran por hacer lo que amaba, lo que me hacía feliz era jugar, ahí yo noté eso, uno debe hacer lo que ama no por dinero, sino por disfrute”.
"Realmente yo lo tomé como el aprendizaje que Dios quería para mí, tan duro que no jugué ni un minuto. Yo nunca me arrepentí, pero no voy a mentir que sí me frustré y mucho, sobre todo porque me salieron opciones como ir a Pérez Zeledón, pero no me dejaron", revivió con sus palabras.
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Daniel Arce se demostró que sí hay vida después del fútbol, también que el éxito no depende de una pelota, ahora su deseo es convertirse en testimonio para los nuevos jugadores, sobre todo para que los juveniles puedan evitar ese terror que él sintió en su carrera deportiva, y así resuelvan su vida después del fútbol de forma exitosa, como él lo hizo.