Alajuelense sabía que tenía que armarse de paciencia y esperar hasta el final para lograr el fichaje que tanto quería para su portería.
Los rojinegros sí tenían un plan B en caso de que las cosas se complicaran. Sin embargo, no fue necesario activarlo.
Una fuente cercana a las partes confirmó a La Nación que el camino se allanó y el propio interés de Leonel Moreira por continuar en Liga Deportiva Alajuelense pesó mucho para que el arquero hoy sea ficha de los manudos.
No se tornaba una negociación sencilla, porque el guardameta era propiedad del Pachuca y él mismo tenía que resolver esa situación primero.
Había que determinar si él entraba en los planes de alguno de los equipos de Grupo Pachuca, o qué pretendían hacer con él.
También entraba en juego lo que quisiera el propio futbolista y él está convencido de que sus mejores años con la Liga están por venir.
En realidad, Moreira no tenía mucho que pensar, porque ya lo tenía definido y cuando llegó el momento de las conversaciones, el costarricense y Pachuca firmaron el finiquito.
Ya siendo un jugador libre, su primera opción la tenía Alajuelense, al ser el club en el que quería estar y en donde se siente a gusto.
La Liga no tuvo que pagar por su ficha, pues Moreira ya estaba libre. Ahora, el guardameta es 100% propiedad de los rojinegros y tiene un contrato por tres años con el club.
La revancha. A lo largo de su carrera, Leonel Moreira ha tenido momentos buenos y otros malos.
En poco tiempo, en Alajuelense ha vivido de todo un poco.
Después de un primer semestre con la Liga y en el que se sintió muy a gusto, extendió su contrato por un año. Inicialmente, Agustín Lleida había logrado que Pachuca se lo prestara a los manudos por seis meses.
Moreira fue uno de los artífices del añorado título 30 de los rojinegros y el 20 de diciembre celebró a más no poder. De hecho, daba la impresión de que era un liguista de toda la vida.
Tomó una bandera rojinegra gigante que la ondeaba por toda la gramilla híbrida del Morera Soto y prácticamente no la soltó, ni siquiera cuando el equipo posó en el sector popular, haciéndole un homenaje a la afición.
Para el torneo siguiente, de nuevo fue protagonista y después de ser un hombre muy regular, pasó de héroe a villano.
Falló en el primer juego de la semifinal y también en el segundo, cuando muy pronto salió expulsado por un codazo innecesario a un Mariano Torres que le obstruyó el paso cuando se aprestaba a realizar un saque.
En una noche de desaciertos arbitrales, Henry Bejarano le mostró la roja directa, que según Ramón Luis Méndez sí estuvo bien, pero pitó penal, algo que según el analista no procedía.
Lo sucedido en esa semifinal tiene con una espinita a Moreira, así como al resto de sus compañeros. Y ellos saben que la mejor manera de reivindicarse es de nuevo en la cancha.
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