El constante cambio de técnicos en los banquillos del fútbol de Costa Rica ha permitido crear un término popular que, desde mi perspectiva, es despectivo: “El reciclaje de entrenadores”.
Básicamente, los dirigentes cesan a los técnicos después de un periodo corto de tiempo y, en muchas ocasiones, utilizan como único argumento los resultados deportivos.
En el actual certamen, 5 de los 12 equipos (un 41,6%) destituyeron a los estrategas con los que comenzaron la campaña en pleno desarrollo del torneo, e incluso hubo un club que cambió dos veces de timonel.
Los despidos se producen en distintos momentos, sin que exista una norma establecida. Las salidas han sucedido con apenas cuatro jornadas de torneo disputadas, o después de la primera vuelta (11 compromisos jugados).
Los técnicos se sostienen entre dos y tres meses en su posición y luego recogen sus maletas para mudarse a un nuevo destino.
Y el ciclo empieza de nuevo, pues tres de esos estrategas despedidos acabaron, unos días o unas semanas más tarde, en otro equipo de la Primera.
En el pasado torneo, el Clausura 2023, se repitió la receta. Cinco equipos apostaron por un técnico nuevo a mitad del certamen, como en una especie de mesa de casino en la que un día le colocan la ficha a un número y el siguiente a otro.
Los dirigentes esperan que la fortuna (maquillada con oraciones como, “buscábamos una nueva idea”) juegue a su favor y, esta vez, el técnico elegido sí gane los partidos.
La normalidad es que el nuevo técnico comience su ciclo el lunes, entrene el martes y juegue su primer partido el miércoles o el domingo, con poco tiempo de trabajo y sin proceso alguno, a expensas de lo que logre absorber el grupo de futbolistas.
Al final del día, se reproduce entre los aficionados y un sector de la prensa la popular frase, “se recicló otro entrenador”.
Este concepto llega a las redes sociales, que se transforman en un megáfono que lo convierte prácticamente en una afirmación que “no permite discusión”.
Es decir, un sector del aficionado concluye que el bajo desempeño de los entrenadores ‘reciclados’ es la causa esencial de los malos partidos y de las propuestas defensivas.
El término es despectivo, pues generaliza y coloca a los entrenadores en una posición en la que son los grandes culpables de la escasa evolución del fútbol local, sin que se evalúen aspectos de fondo para identificar qué es lo que realmente está pasando.
Voy a profundizar en los factores que considero determinantes para explicar el círculo vicioso en el que está sumergido el fútbol nacional.

1. Sobrevivir sin importar el ‘cómo’
Los cambios de entrenadores evitan que se consoliden las nuevas ideas tácticas, lo que a la postre provoca que los estrategas se inclinen por una idea simple, sin exceso de riesgos y con la que puedan sacar los puntos necesarios para mantener su trabajo.
La ruta más sencilla es ordenar al equipo en lo defensivo y, en muchas ocasiones, ceder la iniciativa en el juego. Esto se traduce en propuestas conservadoras, con pocas ocasiones de peligro y sin vistosidad de ningún tipo.
Básicamente es un tema de supervivencia. Los técnicos necesitan puntuar para que no los despidan, pero a casi nadie le importa cómo consiguió ese resultado.
El dirigente olvida que el aficionado paga su entrada a los estadios para observar un espectáculo y si no hay emociones, a la larga habrá menos seguidores en la grada.
Con la ‘guillotina’ en el cuello, los entrenadores tampoco tienen espacio para desarrollar a los jóvenes y menos aún para consolidarlos. La ‘apuesta’ más segura es alinear a los veteranos que ya conocen el juego y disminuir los experimentos en el once.
2. Procesos son escasos
Los equipos con más presupuesto pueden firmar a los mejores futbolistas y, por lo tanto, casi siempre ganan la mayoría de partidos. ¿Entonces cómo puede un equipo con un presupuesto corto competir con los grandes y poderosos, sin dañar el espectáculo?
La fórmula más común hoy en día es ‘defenderse’ y conseguir un resultado favorable para su realidad en la tabla de posiciones, pero también hay otra ruta que funciona, siempre y cuando no se busquen portillos para acortar las distancias en el camino.
Es básicamente el desarrollo de un proceso. Entre más tiempo de trabajo, más opciones de que se afiance una forma de juego y, por lo tanto, más posibilidades de competir.
Costa Rica tiene un claro ejemplo y es el Santos de Guápiles dirigido por Johnny Chaves (qdDg). Entre 2015 y 2020 el entrenador consolidó una base de futbolistas que le permitió al equipo convertirse en protagonista, con clasificaciones constantes a la fase final.
Con un plantel corto y bajo presupuesto, Santos peleó en la parte alta de la tabla, colocó tres jugadores en el exterior (Wílmer Azofeifa, Pablo Arboine e Ian Smith) y en el 2017 llegó a la final de la Liga de Concacaf, que perdió ante Olimpia hondureño en penales.
Lo que pocos recuerdan es que antes de las clasificaciones hubo una etapa en la que Santos le dio espacio al entrenador y no le exigió resultados inmediatos.
Al principio del proceso, el equipo limonense quedó fuera de las fases finales de la campaña, pero a la larga recogió los frutos con un plantel sólido y protagonista.
Y lo más importante, el equipo competía con una idea bien definida, con un once rápido, que recuperaba la pelota y empezaba su propuesta de ataque con certeza.
Es decir, es una prueba de que se puede competir ante los poderosos jugando bien... pero con tiempo y una idea clara, sin exigencias irreales y mucho compromiso con el proyecto.
Al final, cuando este equipo ‘pequeño’ bien trabajado compita contra los grandes, hará que aumente la competitividad y la calidad de los partidos, pues no necesita de un exceso de especulación para ganar, sino que los resultados provienen de las horas de trabajo.
También es cierto que los gerentes deportivos deben vigilar de cerca a los entrenadores y a los futbolistas para que, en el mediano plazo, no se caiga en el conformismo, lo que podría provocar que se entre en una ‘zona de confort’.
3. Despidos con poco análisis futbolístico
Uno de los puntos más curiosos de este fenómeno es la falta de análisis para conocer los factores detrás de las derrotas y, por ende, de los despidos de los técnicos.
De los cinco equipos que cesaron a sus entrenadores en esta campaña, solo Pérez Zeledón ha decidido tomar represalias fuertes contra la planilla de jugadores, al rescindir el contrato de tres futbolistas (Lucas Meza, Randy Taylor y Marcos Jiménez).
Es decir, despedir al timonel es la salida sencilla, pues ninguna dirigencia dijo haber profundizado en otros aspectos meramente futbolísticos, como el análisis de la cantidad de jugadas de peligro, la forma de presionar o el desempeño individual por posición.
O en aspectos tangibles que también tienen un valor más allá del resultado del partido, como en la mejora de los futbolistas jóvenes que suben al primer plantel.
4. Técnicos se desesperan
También es cierto que los entrenadores tienen su dosis de responsabilidad. Cuando aceptan proyectos sin forma y con deficiencias estructurales, de inmediato incrementan las posibilidades de que los resultados positivos no lleguen.
Los técnicos deben entender que las pausas sin empleo son necesarias para capacitarse e invertir en su formación, pues el fútbol evoluciona cada año.
Al final, la falta de paciencia golpea la trayectoria del técnico. En un ambiente tan cortoplacista los entrenadores deben cuidar su método y la única manera de hacerlo es aceptando proyectos serios, en donde realmente puedan enfocarse en consolidar su idea.
5. La cultura de ‘aguantar el año’
De los 12 técnicos de Primera, el único que supera el año a cargo de su equipo es Mínor Díaz, quien asumió el Municipal Liberia cuando aún estaba en la Liga de Ascenso.
El otro caso es el de Andrés Carevic, que cumplirá 365 días al frente de Alajuelense el 20 de noviembre.
Los 10 entrenadores restantes suman menos de un año en el equipo.
Esto corrobora una realidad lamentable: En Costa Rica la paciencia dirigencial aguanta menos de un año en la mayoría de los equipos, lo que equivale a dos torneos cortos.
La inestabilidad es tan evidente que los cuatros técnicos que hoy dirigen a los clubes grandes (Vladimir Quesada al Saprissa, Jeaustin Campos a Herediano, Carevic a Alajuelense y Mauricio Wright al Cartaginés) ya estuvieron en estos equipos hace relativamente poco.
Todos volvieron al banquillo de los planteles ‘grandes’ en menos de cuatro años; en el caso de Wright siendo asistente en su anterior etapa en el club brumoso.
Básicamente, los procesos son tan cortos en Costa Rica que es difícil encontrar tendencias de proyectos de mediano y largo plazo que permitan identificar novedades tácticas o incluso medir cuánto hizo crecer el técnico a algún futbolista en específico.
El reciclaje de estrategas es apenas la ‘punta del iceberg’ de un problema que nace en las dirigencias y que repercute directamente en la calidad del fútbol de Costa Rica.
Que además tiene un efecto rebote que golpea a la Selección Nacional, muchas veces lejana a la dinámica que exige el balompié internacional.
Equipos que despidieron entrenadores en actual torneo:
Cartaginés
Despedido: Paulo Wanchope
Contratado: Mauricio Wright
Puntarenas
Despedido: Géiner Segura
Contratado: Diego Vásquez
San Carlos
Despedido: Víctor Abelenda
Contratado: Luis Marín
Pérez Zeledón
Despedido: Luis Marín
Contratado: Géiner Segura
Grecia (dos técnicos)
Despedido: Mauricio Wright
Contratado: Alexander Vargas
Despedido: Alexander Vargas
Contratado: Javier San Román
Nota: Al cierre de la publicación de esta columna, Puntarenas aún no había oficializado la salida del técnico Diego Vásquez. Por esta razón, no se colocó dentro de los datos.