Carlos Francisco Láscarez Villalobos, más conocido en el fútbol como Chino Láscarez, era un novato de 22 años en 1952 y cometió la travesura de sentarse en el balón, en un clásico entre Saprissa y Alajuelense.
Aquel pasaje está inmerso en la historia del club morado y marcó a toda una generación que vio la jugada con asombro, en un violento juego en el viejo Estadio Nacional.
Según El Libro Morado , de José Antonio Pastor, la Liga se jugaba el título el 8 de junio de 1952 y aplicó la violencia para frenar a un equipo, que finalizó la contienda con ocho figuras (tres salieron lesionados), le dio un paseo y venció por 2-1.
Su acción lo catapultó a leyenda del Saprissa. Sucedió en el segundo tiempo, tras eludir a varios rivales, con un descaro muy propio. El ariete se sentó sobre la pelota a la espera de los defensores manudos, quienes venían con mala intención.
Otto Pedro Bumbell, técnico brasileño del Saprissa, lo sacó para resguardar su integridad física. Después, recibió una regañada del entrenador y el reconocimiento de sus seguidores y compañeros.
El Chino provenía de San José, donde nació el 17 de abril de 1930. Sus padres fueron Francisco Láscarez y Julia Villalobos, y sus hermanos Manuel, Dorian, Jelly, Elsa, Fernando y Flor.
Jugó con los saprissistas hasta 1953, después de ganar dos títulos seguidos de Primera. En esa época, integró su única Selección Nacional, con la que ganó invicto el cetro del Campeonato Centroamericano y del Caribe de Fútbol, en San José, tras sumar dos goles en cuatro juegos internacionales de clase A.
El siguiente salto lo dio en México. Se enroló al Deportivo Toluca, en sus inicios en Primera División. Allí actuó de interior derecho y logró 17 tantos en tres temporadas.
El Morelia fue su posterior destino hasta su retiro del fútbol en 1965. Luego entrenó a Los Potros de la Universidad Autónoma de México y a Las Abejas , del mismo centro de estudios, entre 1993 y el 2002.
La semana pasada, el 19 de febrero, murió de un infarto a los 83 años y fue sepultado el día 21, en el Cementerio Municipal de Toluca. Le sobreviven su esposa Amparo, sus hijos Miguel Gabriel, Dorian Elena y Carlos Manuel, y tres nietas.