Suena el clarín en la plaza de toros y el astado sale con fuerza, muestra su energía y bravura, al tiempo que los toreros improvisados corren para evitar la embestida.
Algunos no tienen la suerte de eludir a la enorme bestia, que en la mayoría de las ocasiones pesa más de 500 kilos; lo revuelca en la arena, con capotes en mano, sus compañeros lo auxilian y el improvisado, con el ‘cariñito’ de los cuernos del animal marcado en alguna parte de su cuerpo, sale del susto, sonríe, pero en el rostro se le notan esos segundos de angustia.
Luego de la faena, un poco más tranquilo y ante las cámaras de televisión, el improvisado le agradece al ‘patrón’ por darle la oportunidad de estar en la arena. Lo mismo sucede con cualquier otro muchacho que logró quitarse al toro y provocó el “uyyyy” entre el público que observa la corrida.
“Le quiero dar las gracias al patrón”, dice el joven en la entrevista, al tiempo que también saluda a sus familiares.
Pero ¿quién es el ‘patrón’ de los toreros improvisados, en las corridas a la tica que se efectúan en el redondel de Palmares?
Es Mario Guadamuz; para algunos será un nombre más, otros lo asocian de inmediato con los toros, porque tiene 30 años de andar de redondel en redondel, y otros lo recordarán corriendo, pero no huyendo del toro, sino tras un balón, porque fue jugador en Segunda y Primera División.
Este santacruceño sintió la pasión por los toros desde niño, recordó que vivía a 200 metros de donde se hacen las fiestas de Santa Cruz y se metía al redondel. El fútbol le dio oportunidad en Segunda División y Mario afirmó que nunca olvidó su pasión por los toros.
“Cuando jugué en Primera, trataba de pasar desapercibido cuando podía ingresar a una corrida, me ponía una capucha para no ser reconocido”, aseguró Guadamuz, quien en el año 2000 colgó los botines y se metió de lleno a su otro charco: los toros.
Antes de optar por el ruedo, Mario Guadamuz jugó con la Universidad de Costa Rica, pasó a Turrialba, Goicoechea y Santa Bárbara.
En Turrialba jugó cuatro temporadas, tuvo como técnicos a Gustavo De Simone y Carlos Avedissián, entre otros.
Como compañeros, Mario recordó en el cuadro azucarero a Róger Gómez, quien venía de jugar el Mundial de Italia 90, también estaban Marvin Obando, Javier Cuza, Javier Wanchope, Erick Rodríguez y el exguardameta Marvin Solórzano.
Guadamuz contó que en su época de futbolista, cuando ingresaba a los redondeles con una capucha para que no lo identificaran entre los toreros improvisados, otro jugador hacía lo mismo.
“Alejandro Alpízar siempre se metía a los toros, yo creo que nadie se dio cuenta, pero siempre llegaba. Era titular en las corridas, se ponía una máscara y me decía, ‘mae, no diga nada’. Era de los buenos que estuvo con nosotros”, aseguró Guadamuz.
Pero ¿por qué los toreros improvisados le tienen tanto respeto a Mario Guadamuz y le dicen el patrón? Mario, quien inició como delantero y terminó su carrera como lateral derecho, se refirió a su nuevo apodo: El ‘patrón’ .
“Patrón solo hay uno que es Dios. No me gusta que me digan así, pero ellos insisten, porque me ven como un líder y un instrumento que Dios utiliza para ayudarlos”, expresó Mario, quien les colabora en las corridas para que puedan ganar algo de dinero.
Mario no solo está pendiente de ellos en las fiestas taurinas, sino todo el año. A veces lo llaman y le dicen que no tienen para pagar la luz, o para comprar alimentos. Guadamuz les tiende la mano. Mario se ha metido la mano a la bolsa para ayudarles, también se comunica con los demás y reúne dinero o alimentos para colaborarle a los compañeros.
“Si yo gano algo con las corridas, ganamos todos. Nunca he sacado provecho. Si en una corrida gané algo, lo reparto entre todos”, señaló Mario, quien le ha tendido la mano a un grupo de personas que muchos miran con indiferencia, o califican de delincuentes o drogadictos.
En Palmares hay 60 improvisados y Mario consiguió un lugar para que todos duerman y vivan mientras duran las fiestas de fin y principio de año.
“Yo me quedo con ellos, estamos juntos. Es como un galerón y aquí hice cuartos, camarotes para todos. No voy a estar en un lugar cómodo y ellos no. Estamos en las mismas condiciones, ellos me respetan, los respeto y no hago diferencias. A veces alguna gente cree que son personas de mal y no es así”, indicó.
Mario Guadamuz es un enorme respaldo para los improvisados y pese a que el ‘patrón’ no vive de las fiestas taurinas, porque es funcionario del departamento de Recursos Humanos del Banco Popular, siempre está para colaborarles en lo que pueda.
Guadamuz está atento para apoyarlos, saludarlos, abrazarlos y animarlos a superarse día a día. Está en comunicación constante con los muchachos y ante una necesidad corre para solventar lo que se pueda.