Manfred Ugalde era tímido, algo grueso, pequeño y distinto. Cuando jugaba en el Colegio Rodrigo Hernández de Barva, su entonces técnico, el exfutbolista Juan Carlos Arguedas, le solicitó un permiso a su padre para subirlo de categoría y que jugara con los más grandes.
Para Arguedas fue muy sencillo darse cuenta de que Ugalde era delantero; pateaba con las dos piernas, un complemento de su habilidad, velocidad y capacidad para moverse en el área.
A veces llegaba a entrenar con la camiseta de Herediano, pues comenzó su proceso formativo en este club. Dice Arguedas que a Ugalde le costó demasiado que en el Team se fijaran en él. El equipo del colegio acabó por convertirse en su principal vitrina.
“Si a Manfred no se le sube de categoría, nadie en Saprissa lo hubiera visto y no habría seguido. Desde muy joven era interesante, tenía muchas condiciones”, explicó.
El juvenil, hoy ficha del primer equipo morado, anotaba dos o tres goles por partido. Le costaba cabecear y le faltaba tamaño, pero tapaba sus limitaciones de aquel entonces con una capacidad innata para ejecutar cada movimiento.
El colegio de Barva disputó la final de los Juegos Estudiantiles en el Centro de Alto Rendimiento de Saprissa, una oportunidad idónea para mostrarse. Ese día, el visor y exjugador tibaseño, Carlos Santana, notó algo distinto en aquel "jugador gruesito".
“Más que un futbolista de buena técnica, tenía mucha dinámica, movimientos muy específicos de un '9′ y un carácter sobresaliente, era un muchacho con movimientos muy interesantes, sobre todo porque uno le veía esa picardía”, recuerda Santana.
Fue suficiente con verlo en aquel partido para que Santana se lo llevara al equipo Sub-15 del club. Después de más de 30 años en divisiones inferiores y con una amplia experiencia en visoría, el exjugador reconoció en Ugalde lo que define como “un talento innato”.
Años atrás, el formador había participado con intensidad en el proceso de crecimiento de otros jugadores, como Steven Bryce, Alonso Solís y Douglas Sequeira. La presencia de Ugalde le recordó, en parte, a esos futbolistas distintos.
"Lo que se hizo en Saprissa fue potenciarlo", recuerda Santana, quien asegura que la inteligencia del joven para aprender con enorme facilidad cada instrucción, lo hizo crecer muy rápido, lo que al final le permitió subir otro escalón: ser visto por Wálter Centeno.
Arguedas señala un punto decisivo en el crecimiento del joven artillero: Paté creyó en él.
“Se nota aún más su evolución porque tiene la confianza del jefe, del que toma las decisiones", resaltó Arguedas.
Después, a Saprissa le tocó complementar lo deportivo con un trabajo más integral; Ugalde dejó el colegio de Barva y se matriculó en el centro educativo del club morado.
A priori, también llevó una inducción y una charla en comunicación junto al resto de jóvenes; el encargado de prensa de la S, Patricio Altamirano, explicó que el objetivo es que el futbolista tenga ciertas bases para brindar declaraciones ante los medios de prensa.
Al parecer, el juvenil es bastante abierto para escuchar las recomendaciones, algo que también resaltan en el vestuario del club.
Aun así, Centeno insiste constantemente en que todavía es un joven en formación y que es necesario que mantenga los pies en la tierra.
“Ojalá no se apresure, los jóvenes juegan tres partidos y se van, pero luego regresan. No podemos quemarlo de un solo”, insistió el estratega tibaseño, al ser consultado por la progresión de Ugalde.
El discurso de Centeno comulga con el punto de vista del área de mercadeo. La directora, Marcela Trejos, explica que “él tiene esa imagen de un muchacho con proyección. Lo hemos cuidado para no exponerlo innecesariamente a presiones que no aportan a su desarrollo".
A sus 17 años, Ugalde es titular en Saprissa, ya tiene un representante que lo busca colocar fuera del país y recientemente fue convocado para disputar el proceso preolímpico.