Que fácil se cae el Cartaginés. Puede empezar ganando, jugar bien por ratos y mostrar chispazos, pero es cuestión de que tropiece una sola vez para quedarse entrabado, con poca imaginación para reaccionar, sacar el pundonor y conseguir la victoria.
Es un equipo impredecible. Cuando mejor juega no resuelve y en ocasiones parece sufrir de más sin necesidad. De no ser por Dylan Flores, no hay quién asuma un rol protagónico en los momentos de crisis, que suelen ser muy constantes.
El primer periodo es una muestra de cómo los brumosos tienen argumentos para pelear arriba, en lugar de pasar penurias en la zona baja.
Con Flores como motor y generador principal, Cartaginés rompió la zaga caribeña sin complejos; la apertura por el costado derecho se convirtió en la herramienta esencial del equipo local, cuando Flores se encargó de desequilibrar y rematar a puerta, exigiendo las buenas intervenciones del cancerbero Dexter Lewis.
Una descolgada del volante terminó en un fuerte remate a portería que detuvo el guardavallas limonense; en el contrarremate apareció Paolo Jiménez para anotar y poner arriba a Cartaginés, al minuto 15.
Dominó la escuadra brumosa desde el primer minuto, pero en el epílogo cedió la iniciativa y estuvo a punto de pagarlo caro, cuando Andrey Francis desaprovechó un mano a mano contra el meta Luis Diego Rivas, al rematar por fuera.
En el segundo tiempo, Cartaginés hizo lo mismo de siempre: sufrir, elaborar poco y darle aire a su rival; esta vez con un penal que Andrey Francis no dudó en mandar a las redes cuando se jugaba el minuto 59’.
Dylan Flores parece ser el único futbolista capaz de asumir algún peso cuando el equipo luce entrabado. Desequilibra, se mueve por el costado e insiste con la media distancia, pero sin encontrar socios que le colaboren en la generación de ataque.
El timonel Gustavo Roverano apostó por Johnny Woodly en la complementaria, quien ingresó para fallar dos jugadas claras de peligro, de las pocas que produjo Cartaginés en el segundo tiempo, cuando Limón equilibró la balanza y le cerró los espacios a los anfitriones.
Después, La Tromba se dedicó a aguantar, con un tránsito fluido del balón en el mediocampo pero sin profundidad.