Aún destrozado por la sorpresiva noticia de la muerte de Erick Rodríguez Santamaría, su amigo y colega Jimmy Núñez, entrenador del equipo Cariari Pococí de la Liga de Ascenso, acudió la tarde de este martes al entrenamiento del plantel en la cancha La Colonia.
Mientras conversaba vía telefónica con La Nación, con voz entrecortada y una enorme tristeza, exclamó: “Aquí estoy en la cancha donde conocí a Erick (Rodríguez). Recuerdo que llegó en su carro blanco; se subió al cajón y soltó una de las sillas que vendía, porque era polaco (vendedor de ropa y diversos artículos), para sentarse a ver un partido del alto rendimiento del Santos de Guápiles”, recuerda Núñez.
“Al final se nos acercó y nos dijo: ¡Qué chok!, cuando vuelven a jugar para venir a verlos. ‘No sé hermano, le respondí, pero nosotros entrenamos en la cancha del Hotel Suerre’, narra Núñez, como si hubiese sido ayer aquella mañana del 1999.
Este martes, 14 años después, Erick Rodríguez falleció este martes en Amsterdam, Holanda, donde llegó como asistente técnico de la Selección Nacional de Costa Rica, gracias a mucho tiempo de esfuerzo, dedicación y humildad. Estaba feliz de la vida en la gira del equipo patrio a Inglaterra y Croacia, para los fogueos ante Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos.
Un quebranto de salud aún no muy claro, que se inició con problemas respiratorios, lo obligó a hospitalizarse en Países Bajos, donde la Selección hizo escala. Ahí descansó en paz quien en sus últimos días se sintió respetado por jugadores como Joel Campbell y demás seleccionados.
Erick Rodríguez fue un apasionado del fútbol, pero que desde joven supo lo que era ser responsable. A los 15 años, cuando su padre le dijo que debía trabajar para ayudar en su casa, empezó vendiendo veneno para cucarachas por todo Guápiles.
“Recuerdo que Erick nos contó que él era tan insistente vendiendo el veneno, que un señor le ofreció trabajo como polaco. Así empezó como vendedor y al ser muy ordenado, creció, al punto de que a los años se independizó y formó su propio negocio. Eso le dio tiempo para llegar a las prácticas del equipo y analizar el grupo, una de sus grandes virtudes como entrenador”.
En medio de su dolor, Jimmy hizo una pausa y añadió que más que un buen entrenador, se debía destacar a la persona y las virtudes de Erick Rodríguez.
“Fue un ser humano extraordinario, un gran esposo y un padre muy responsable (tres hijos). Nunca tuvo vicios. No fumó ni tomó alcohol. Fue una persona a la que le costaron las cosas, pero siempre demostró una tremenda pasión por el fútbol y ser un santista de corazón, al cual admiramos todas las personas que lo conocimos. Era un gran amigo y un gran compañero”, añadió Núñez.
Erick Rodríguez se abrió camino
Al iniciar su andar como estadígrafo de las ligas menores del Santos, Erick Rodríguez poco a poco se ganó el respeto de sus colegas, y se le asignó el equipo de la categoría 2003. En 2010 ganó un torneo interfilial, a pesar de que no eran los favoritos.
El creer en los jóvenes de la cantera, de la zona, ser aplicado, estudioso en lo táctico y promover un equipo ordenado y ofensivo, le valió el primer lugar de su zona con aquel conjunto.
No obstante, el robo de dos vehículo de su propiedad con toda su mercadería para vender, le obligó a tomar otros rumbos. Parecía que su deseo de ser entrenador había llegado a su fin, después de haber empezado su aventura en la cantera santista.
“Prácticamente tuvo que empezar de cero cuando le despojaron de sus carros con toda la ropa y otros artículos. Fue muy duro para él. Entonces tomó la decisión de marcharse a Liberia para administrar una distribuidora de ropa junto a su familia, para reiniciar su vida y darle fuerza a su empresa nuevamente”, aseguró Núñez.
Sin embargo, aquel trago amargo como empresario, sin imaginarlo, le dio la oportunidad de iniciar su carrera como entrenador en la pampa guanacasteca.
“En aquellos tiempos, el equipo de Cartagena de la Liga de Ascenso tenía vínculos con el dirigente deportivo Minor Vargas, quien estaba buscando un entrenador para la temporada. Entonces el técnico Marvin Solano le recomendó a Erick (Rodríguez), a quien conocía por ser compañeros de estudios. Y le tenía un gran afecto”, declaró Núñez.
Lejos de su hogar, Erick Rodríguez tomó el reto en la Segunda División y llevó al equipo a la final de la temporada 2011. Aunque perdió el ascenso ante Belén FC, demostró que era un estratega inteligente y con grandes aptitudes.
Su buen rendimiento le hizo continuar con los santacruceños y al mismo tiempo logró levantar su propia empresa. Su gran oportunidad en la Primera División llegó en el 2015 cuando se hizo cargo del Municipal Liberia durante tres años.
En 2020, estuvo con Jicaral Sercoba y logró el ascenso siendo asistente técnico de Jeaustin Campos. Entre finales 2020 y la campaña 2022, cumplió su sueño de ser el estratega de su querido Santos de Guápiles y posteriormente contratado como seleccionador de ligas menores de la Tricolor.
“Erick siempre fue un apasionado del fútbol y en especial del Santos. Pese a que la vida le puso muchos obstáculos en el camino siempre salió adelante. Se preparó en lo académico y a pesar de empezar tarde en la profesión de entrenador (tenía 35 años) y que nunca jugó fútbol profesional, demostró muchas virtudes y se ganó el respeto y la admiración de las personas que lo apreciamos”, añadió Núñez.
“Creo que a Erick no se le dio el lugar que se merece como entrenador. No se le valoró lo suficiente. Era un tipo con estrella, con pasión. Llevó al Santos a la Liga de Campeones de la Concacaf y era santista por los cuatro costados. A todas las personas que lo queríamos nos dolió su muerte, por lo que esperamos que se aclare qué fue lo que pasó, porque fue muy duro para toda su familia”.