Esteban Santana fue un delantero fuerte, con buen cabeceo y dominio del área. Comenzó su carrera cuando el técnico del Saprissa era Jorge Mario Olguín, en los 90′s, quien decidió confiar en él pese a sus 16 años. Vistió de morado, también con los colores de Cartaginés y Carmelita, empero en 2014 tuvo que tomar la repentina decisión de colgar los tacos.
El atacante, quien había tenido un buen paso por la S que le permitió ser campeón nacional y de Concacaf, se encontraba en aquel momento en Carmelita, cuando notó que una de sus rodillas no daba para más. Recién había logrado superar un problema de ligamento cruzado que se le complicó por cuatro años, empero aún así ya no podía tener alta competencia.
En 2012, el ariete sufrió una ruptura del ligamento cruzado, por lo que fue intervenido quirúrgicamente, pero en la recuperación tuvo un problema con una bacteria, la cual se convirtió en el martirio que apagó la luz de su carrera.
Los problemas de salud atacaron a Santana, hijo del histórico Carlos Santana. El exdeportista soportó temperaturas cercanas a los 40 grados, también vio cómo la zona afectada sufrió de más y se tuvo que someter a tres cirugías adicionales para limpiar y controlar el impacto de la bacteria.
“Hace cinco años, en el 2014, me retiré casi que obligatoriamente, porque en 2012 con Carmelita tuve una lesión de ligamento cruzado por la que se me hizo una cirugía, pero me entró una bacteria y me internaron 15 días; tardé dos años recuperándome, fue complicado, porque nacieron 1.000 problemas más y todavía en el 2016 estaba afectado. Al día de hoy no me he recuperado totalmente, en 2014 jugué un partido, 15 minutos, y el doctor me recomendó retirarme por salud. Al final así lo hice”, explicó.
Aquellos primeros días con fiebre y problemas fueron muy rudos para el jugador, sobre todo porque los médicos no tenían claro qué sucedía, ya que en teoría la cirugía estaba muy bien.
Al ariete le realizaron exámenes para determinar dónde había nacido su problema.
"Inicialmente me dio una calentura horrible de 40 grados, pero no se sabía que pasaba y se hicieron los análisis que dieron el resultado, luego me tuvieron internado y me hicieron tres cirugías para limpiar. La bacteria provocó secuelas que todavía tengo", contó.
Con la decisión del retiro consumada, el exdelantero tuvo que replantearse su futuro, porque en su hogar la bola de fútbol siempre estuvo presente.
También, el exfutbolista tuvo una lucha interna en la que sentía que podía dar más, pero sus condiciones físicas se lo impedían.
“A los 34 años me pasó eso, pero ya estaba analizando la posibilidad de retirarme. Fue obligatorio porque yo quería seguir jugando. Como todo acabó para mí, no fue la mejor manera. Tuve cuatro años en la institución donde no pude colaborar ni ayudarle a Carmelita”, expresó.
Dejó atrás vestir de corto y empezó a buscar opciones laborales. Esteban tiene un amigo muy cercano que tiene una venta de vehículos, por lo que conversó con él para tener una oportunidad y comenzó a desarrollar su otra pasión.
Aunque todos los días pensaba en su debut con 16 años en la S y lo mucho que le haría falta marcar goles, el exjugador aceptó lo que la vida le puso en el camino.
“Pensé que iba a ser un cambio más brusco porque inicié a los 15 años en el fútbol profesional, me tocó debutar a los 16 con Olguín en Saprissa, viví muchos años de este deporte, pero lo de la lesión me hizo analizar muchas cosas y comprendí que era el momento. Yo paré, analicé y desde que dejé el fútbol me metí al negocio de los carros, esto es un negocio de un amigo que se llama Pablo Quirós y acá vendemos autos, en Santo Domingo de Heredia”, externó.
Su vida pasó de celebrar a estrechar la mano de compradores de vehículos.
“Mi vecino siempre tuvo un gusto por los carros, de ahí a mí me entraron esas ganas, esa pasión por los carros, ahí empecé a tomarlo más en serio, lo tomé como un negocio y un gusto y me doy una vida de una persona normal, con esto viajo, paseo, y estoy bien”, mencionó.
Sobre si el fútbol le quedó debiendo algo, el exbombardero fue claro en que no, desde su punto de vista consiguió todo lo que se propuso.
“Estuve en un mundial infantil y juvenil, estuve en la siguiente ronda de una Copa del Mundo, son experiencias que uno resalta. Después de eso debuté con el equipo históricamente más grande de este país, jugué en Saprissa, donde mi papá hizo una carrera muy buena. Quizás pudo ser mejor, pero la gente cree que el fútbol es muy fácil, pero no es así. Yo sentí que podía jugar más, pero bueno. Me faltó tener más regularidad en Saprissa”, evaluó.
La sombra de don Carlos Santana nunca le afectó, sino que por el contrario, una situación que siempre lo llenó fue que pudo desmarcarse de su padre; lo que consiguió fue por mérito propio.
“A mí eso fue un tema que nunca le di importancia, porque no puedo comparar. Mi papá en Saprissa jugó toda su vida ahí, fue campeón, yo jamás quise igualarlo ni mucho menos. A veces sí fue incómodo, porque decían que jugaba porque era el hijo de don Carlos, pero yo me fui haciendo mi propio camino, fui el máximo goleador de la Selección Infantil, me tocó debutar a los 16 años y debuté porque el entrenador Olguín me dijo que era por mérito propio, no por ser el hijo de don Carlos”, concluyó.
Esteban Santana ahora mejenguea de vez en cuando con los mismos integrantes de aquella Selección Nacional Infantil que enfrentó el Mundial de Egipto 1997, además practica ciclismo, porque el deporte de impacto lo puede hacer pero controlado. Así es la vida del exsaprissista que una bacteria lo sacó del fútbol.
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