Diosa Barret llegó en junio de 2021 al Saprissa Femenino, luego de un año de estar en Moravia. Después pasó al Sporting, tuvo un reservado paso por Palmares y contó con el interés de Puerto Viejo; no obstante, a sus 37 años, se declara cansada del fútbol femenino, sobre todo por las “tristes” condiciones que tiene y ante esto decidió buscar trabajo.
Cuando usted llega al Automercado que está en el cruce entre Moravia y Tibás, una joven morena ronda la zona de cajas con una sonrisa radiante. Se acerca cada vez que un cliente va a cancelar. Ella se encarga de ordenar las compras, empacarlas y acompañar a las personas al respectivo medio de transporte. Con gentileza, esta mujer llena bolsas, las carga y las entrega.
Con solo observarla se nota que es una atleta y en su carné sobresale su singular nombre: Diosa Barret. Cualquier futbolero la asocia con el fútbol femenino.
La deportista obtuvo una oportunidad como auxiliar de planta en la cadena de supermercados Automercado, donde se declara feliz. Para la deportista, es una motivación disfrutar de garantías sociales como el seguro social y aguinaldo, entre otros beneficios que para la mayoría de la población son normales.
De hecho, la exjugadora confesó que en Automercado gana lo que nunca había conseguido tener como jugadora; una situación que la hace analizar el balompié para mujeres como una industria sin posibilidad de crecimiento.
“Tengo mejor sueldo, por lo menos le puedo decir que estoy como un 80% arriba de lo que normalmente recibe una jugadora. Verás que en Palmares a mí me daban ¢80.000 nada más, pero era eso al mes y en ocasiones llegaba a mitad del siguiente mes, entonces ni puntual era. Básicamente me alcanzaba para los pases, porque yo soy de Guadalupe de San José; de esta forma, tenía que viajar todos los días hasta allá para entrenar y jugar”, recordó.
A Barret no solo le cansó el pobre avance económico que tenía, sino también el factor deportivo pesó para tomar un respiro como jugadora.
“El fútbol femenino no está bien y no hablo solo de condiciones, sino también de competencia. La Liga Deportiva Alajuelense hizo una hegemonía y yo no veo por dónde alguien se la puede quitar; entonces, ya el campeonato hasta aburrido es”, agregó.
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La exfutbolista, a sus 37 años, tenía una meta clara por cumplir: graduarse de inglés. Este objetivo ya lo consiguió y además tomó fuerza para seguir surgiendo. Ahora es estudiante activa de la Universidad Castro Carazo, en la carrera de Educación Física.
En el supermercado donde labora se siente muy conforme, aunque ha tenido que adaptarse a fases de la vida que antes no afrontaba, como el horario, el cual debe cumplir.
”Cuando decidí dar un paso al costado, me buscó Moravia y como ese fue mi primer equipo en el Valle Central, les dije que sí, aunque ha sido complicado porque por horario laboral no he podido ir a entrenar y menos a jugar”, reflexionó.
Normalmente, Diosa tiene su día libre entre semana, ya que los sábados y domingos son jornadas largas por la afluencia de público.
La extrema no esconde que extraña el verde del césped, pero llegó a un momento de su vida en el que tuvo que decidir entre una felicidad momentánea o un desarrollo integral.
“Me hace mucha falta jugar, pero uno tiene que dejar de lado el sentimentalismo y la ilusión. Uno tiene que ser responsable, tengo metas por cumplir, no podía seguir jugando por amor. El único equipo que me dio a mí un salario aceptable y seguro social fue Sporting”, dio a conocer.
Esta joven originaria de Batán, Limón, aprovechó para mandarle un consejo a las nuevas jugadoras del fútbol femenino.
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“No dejen el estudio a un lado, el estudio respalda. El femenino tuvo el boom cuando se hizo el Mundial acá, pero está en decadencia, los equipos venden las franquicias, más bien parece que va a desaparecer”, dio a conocer.
Diosa Barret no quiere confirmar su retiro de las canchas, pero lo cierto es que la madurez la llevó a darse cuenta de que en el rectángulo de juego no estaba su desarrollo como persona. La ofensiva no se rindió y ya tiene un trabajo. Se imagina graduándose como educadora física y sonríe cada vez que un cliente le solicita ayuda en las cajas del Automercado de Moravia.