Hay mitos y verdades sobre las canchas sintéticas en Costa Rica. Un experto en gramillas de fútbol nos ayuda a entender por qué en teoría no son tan abominables hasta que nos encontramos con algunas del campeonato nacional de primera división.
No se trata solo de lo que dijo Alexandre Guimaraes, cuando Liga Deportiva Alajuelense visitó a San Carlos y manifestó: “No es una cancha de fútbol, menos mal que no hubo ningún lesionado. A nosotros nos costó entender cómo era el juego que teníamos que hacer, debido a que la pelota siempre está muy viva. Después se va al fútbol internacional y se dice que no tenemos intensidad y eso se logra cuando hay canchas buenas”.
El técnico no se quejó de las canchas sintéticas en general, sino de las que no están bien; en San Carlos prefirieron no referirse a aquellas palabras del técnico rojinegro.
Quien sí lo hizo en ese instante desde el Estadio Ricardo Saprissa fue David Guzmán. El volante acuerpó lo expresado por Guima y citó que “este tipo de canchas no deben de existir”, porque “esas cosas al final no hacen al fútbol crecer”.
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Inclusive, el contención fue más allá: “Un entrenador de un rival se quejó de una cancha en pésimo estado. Yo creo que ya habían cancelado una cancha que está en pésimo estado también. A nosotros nos exigen, y es en general en el país, porque la prensa, los jugadores y los directivos tenemos que crecer y no jugar en este tipo de cochinada de cancha, porque no tienen ni césped; lo que tienen es más caucho que césped”.
Se puede partir de una realidad evidente: en algún momento en el país se desató el boom de las canchas sintéticas por criterios erróneos, que escondían la razón de fondo.
Se pensaba que los campos naturales no soportaban el clima de Costa Rica. Si eso fuera cierto, hoy no se contaría con canchas como las del Estadio Alejandro Morera Soto, el Estadio Nacional, el Estadio Ricardo Saprissa o el Estadio José Rafael “Fello” Meza.
Enio Cubillo, CEO de Turf Managers Specialist (TMS), empresa dedicada a la construcción y mantenimiento de campos deportivos, tanto naturales como híbridos, considera que con el paso de los años ese tabú se ha ido desvaneciendo, ya que el verdadero problema radica más en un tema de construcción y de buenos drenajes para garantizar el buen funcionamiento del campo.
¿Cancha híbrida, natural o sintética? Ese debate no tendría razón de ser si se le da el cuidado necesario. Se puede hacer la analogía con una planta: si es natural, hay que regarla, abonarla y conocer el punto exacto para que siempre esté llena de vida. En el caso de que la planta sea artificial, se coloca y no se le suele prestar más atención; con el tiempo dejará de verse como el primer día y se notará su deterioro.
Si esa planta se convirtiera en la cancha sintética, hay que considerar el uso constante que la maltratará y, si sigue sin atención, terminará siendo prácticamente una alfombra desgastada y deteriorada, donde quienes más sufren son los futbolistas.
“No podemos decir que las canchas sintéticas son malas, porque no lo son. El problema mayor en este país es la falta de mantenimiento de los campos sintéticos”, apuntó el experto.
El mantenimiento incluye cepillado, recolocación del caucho e introducirlo nuevamente, porque este se dispersa por diversos factores dejando algunos sectores mejor acondicionados que otros. Después de un partido en una cancha artificial, es inevitable que los jugadores se lleven caucho en sus zapatos.
“El problema es que muchos de los clubes o la entidad dueña del sintético creen que es solo ponerlo y que funcionará así 24/7. Los sintéticos tienen una vida útil con mantenimiento y con una cantidad de horas de uso específica; no 24/7 sin mantenimiento”, insistió.
Es ahí donde los campos sintéticos comienzan a dañarse, marcándose la gran diferencia entre una cancha sintética en mal estado y una natural o híbrida; sin entrar a considerar si es de última generación o un modelo de césped más viejo, un factor que también influye y analizaremos a continuación.
Vida útil de una cancha sintética bien cuidada
Enio Cubillo detalló que los mismos fabricantes dan la indicación: hay canchas con hasta 10 años de vida útil. Sin embargo, dentro de la gama de sintéticos, hay de primera calidad y otros de calidad inferior.
“Funcionan, sí, pero tienen menos vida útil. Por consiguiente, tampoco cumplen los estándares de la FIFA ni obtienen certificaciones. Al existir tanta variedad, muchas veces se opta por el sintético más económico, que implica menor calidad, y por eso la vida útil es mucho menor”, apuntó.
Cubillo también indicó que algunas canchas sintéticas, a simple vista, parecen estar en buen estado y nadie se queja porque están en óptimas condiciones y se puede jugar sin problema.
“No podemos decir que las canchas sintéticas son malas, pero hay diferentes estándares. Esto va desde la colocación de la base, la planimetría del terreno, la cantidad de caucho o arena que se le añade a la cancha. También influye la altura de la fibra del sintético y, obviamente, el posterior mantenimiento”, explicó.
Hoy en día, la FIFA otorga las certificaciones Quality (anual) y Quality Pro (cada dos años) para las canchas sintéticas. Al renovar estas certificaciones, se realiza una inspección para constatar que los campos cumplan los mismos parámetros que tenían al momento de la instalación. Es decir, que mantengan la misma cantidad de caucho, que la planimetría no se haya deteriorado y que hayan recibido el mantenimiento adecuado para asegurar que siguen siendo funcionales.
Cubillo señaló que desconoce cuál es la certificación que se está exigiendo en el fútbol nacional para los campos artificiales.
“Sería mentira si le digo, porque no sé cómo lo maneja el Comité de Licencias. Hasta donde sé, no solicitan esas certificaciones, porque si se pidieran, algunos campos no cumplirían. Por ejemplo, los campos sintéticos que tienen franjas de colores no pueden ser certificados por la FIFA, ya que deben ser completamente verdes y de un solo tono.
”De entrada, podríamos descartar algunos campos que no cumplirían, ya que ni siquiera se les puede hacer la prueba FIFA. Desconozco si el Comité de Licencias solicita eso o no, pero hasta donde tengo entendido, no lo hace”, comentó.
Al ser consultado sobre si la FIFA podría preguntar cómo están los campos sintéticos en el país, el experto considera que no, porque la regulación aplica para competiciones internacionales. En caso de un torneo de Uncaf, Concacaf o Mundiales, no pueden utilizarse campos que no estén avalados por FIFA.
“Probablemente hay campos en los que se puede jugar, que no son tan malos, pero que no cumplen con los estándares FIFA. Al final, queremos elevar el nivel de competencia y del fútbol, pero no estamos alcanzando esos estándares que la FIFA solicita. Por lo general, esto es por temas económicos. Muchos no ven el cuidado de la cancha como una inversión, sino como un gasto innecesario”, concluyó Enio Cubillo.