Con 12 años, Gabriel Badilla asistía junto a su padre, Melvin, a observar los entrenamientos del primer equipo de Saprissa. Ahí veía a jugadores como Evaristo Coronado, Benjamín Mayorga, Enrique Díaz, Rónald González y Erick Lonis. Cuenta su padre que Badilla tuvo la meta de ser futbolista desde muy pequeño, incluso, una que otra vez le reveló que quería compartir cancha con alguno de ellos... y lo cumplió.
El Gladiador —etiqueta que se ganó por su entrega en la cancha— pintó su carrera en dos tonos: morado y blanco, colores que defendió por casi 20 años. El Saprissa fue el único club del futbolista en suelo nacional, pues entre 2008 y 2010 militó con el New England Revolution de Estados Unidos. También tuvo un paso por la Selección Nacional que lo llevó a disputar el Mundial de Alemania 2006. Ahí jugó el último juego de fase de grupos antes Polonia, en que la Tricolor cayó 2-1.
Badilla se caracterizó por su lealtad a la institución que en Costa Rica le permitió llegar a convertirse en líder y capitán. Con el Monstruo fue campeón nueve veces y asistió al Mundial de Clubes en Japón 2005, pero no todo fue fácil para el morado: en junio de 2013 se tuvo que someter a una operación en el corazón, que, según sus propias palabras, fue el momento más difícil de su vida.
Primeros pasos
Badilla mostró sus condiciones para el fútbol desde niño, cuando sus padres lo llevaban a entrenar con el equipo municipal de Tibás. De camino siempre pasaban por el Ricardo Saprissa, estadio que seis años después lo vería triunfar.
GALERÍA: Gabriel Badilla de niño junto a sus ídolos de Saprissa
Una mañana de domingo como cualquier otra, Badilla fue a ver un entrenamiento de la S, pero ese día se le quedó grabado. Las fotografías junto a sus ídolos Rónald González, Erick Lonis y Benjamín Mayorga lo marcaron para intentar en su carrera dejarse lo mejor de cada uno de ellos.
"Cuando tenía 10 años me lo traía para que viera los entrenamientos de Saprissa porque no había tantas restricciones y me decía que quería fotografías con algunos de ellos. Recuerdo una muy especial con Rónald González, quien tiempo después fue su papá futbolístico. A Gabriel le encantaba la forma de jugar de Rónald", comentó Melvin, padre del exfutbolista.
"Lo conocí futbolísticamente en una concentración en el 2004. El técnico Hernán Medford ponía en los cuartos a los más jóvenes con los viejos, ahí mismo empezó una gran amistad que hasta el día de hoy se mantiene. Siempre me inquietó el carácter, porque es un muchacho muy entregado, tiene mucha fortaleza y era muy parecido a mí (entre risas). Luego de esa pretemporada comenzamos a jugar juntos y lo demás es historia", comentó González.
Y agregó: "Nos identificamos, además del fútbol hice una amistad con sus familiares y ahora en este paso que está dando; eso es lo lindo del fútbol, saber que quedan muchos amigos. El fútbol da más cosas buenas que malas, es un muchacho que vi desde sus primeros partidos hasta los últimos. Estuvo en una situación durísima y nos mostró a todos ese carácter que tiene".
Debut
Una tarde calurosa del 4 de diciembre del 2001, en la Zona Norte del país, el técnico argentino Patricio Hernández se acercó a un joven prospecto de la zaga de Saprissa y le anunció que sería titular en el juego de esa noche frente a San Carlos (victoria morada 1-4).
En ese momento, las emociones se apoderaron del entonces novato Gabriel Badilla, quien con 16 años compartió en la defensa con Rándall Row, Gilberto Martínez, Jervis Drummond y Richard Mahoney.
Con cierto susto, según reconoce el jugador, encontró aliento en el entonces volante Alonso Solís y en sus familiares, a quienes llamó minutos después de enterarse que jugaría su primer partido élite. Debió llamar a su casa, puesto que en ese tiempo no existían redes sociales como Facebook o WhatsApp.
"Me acuerdo que Gabriel se me sentó a la par y me dijo que iba a ser titular; yo le hablé bastante para que estuviera tranquilo. Le dije que hiciera las cosas sencillas, que no se complicara", recuerda Alonso El Mariachi Solís, quien estará en el partido de despedida este 26 de junio.
Por su parte, el padre del Gladiador recordó que su hijo no dudó en darles la noticia de primero: "Ese día hizo lo mismo que durante toda su carrera. Buscó un teléfono y nos llamó a nuestra casa y luego dimos la noticia a los demás. Fue un partido que vivimos muy de cerca. Fue bastante emocionante ver su nombre y saber que iba a cumplir su sueño de niño".
Después de ese momento, la carrera de Badilla fue en ascenso y supo quemar etapas para llegar a ser uno de los jugadores icónicos del Monstruo. Hoy recuerda su paso por la institución con cierta nostalgia... aunque reconoce que fue su mejor decisión.
Badilla se caracterizó por su empuje, gallardía y liderazgo. Con la casaca morada disputó 274 partidos, anotó 18 goles y sufrió siete expulsiones. Festejó nueve cetros, entre ellos uno de Concacaf, y perteneció a la planilla que conquistó el tercer lugar en el Mundial de Clubes Japón 2005.
De las anotaciones que más recuerda está su único doblete. Badilla gritó sus dos tantos a más no poder en la final ante Alajuelense el 13 de mayo del 2007. Fue una tarde lluviosa en La Cueva y se los decretó a Wardy Alfaro por medio de la especialidad de la casa: la táctica fija.
Esos dos dardos fueron vitales para que la S festejara en su propia casa el título 25: "Si hablamos de mis mejores goles, no puedo dejar por fuera los de la final frente a la Liga. Cambiaron el partido y pude colaborar con mis compañeros para ganar un cetro que saboreamos bastante por todo lo que había a su alrededor".
En su momento se le criticó por su juego rudo, pero Badilla señala que nunca fue malintencionado. Recordar su trayectoria le hace sonreír en algunos momentos, pero en otros se pone serio, puntualmente cuando se le consultó si fue un jugador con mala intención dentro de la cancha, a lo que responde con un rotundo "no".
"No es así. Hubo una época en que se me tildó de esa manera, pero fue un momento en el que para mi desgracia se veía siempre la segunda parte, que era lo que yo hacía. Tampoco voy a decir que fui un tipo sin problemas, sería engañarme a mí mismo. Siempre traté de imponer mi sitio dentro de la cancha, los defensas tenemos que hacernos sentir, pero nunca con el afán de lesionar a un colega", respondió Badilla en el espacio Diálogos de La Nación.
Con el dorsal 16 en su espalda, el capitán se ganó el cariño de los distintos camerinos en los que estuvo, así como el de la afición. El exfutbolista de 31 años juró amor eterno de niño y lo cumplió.
"Un día me pregunté qué se sentiría jugar con Saprissa, la respuesta la obtuve durante 19 años de mi carrera. Es lo más grande que me ha pasado. Mentiría si les digo que no voy a extrañar a la gente; sentir el estadio más imponente del país, jugar un clásico y hasta visitar el Morera Soto y escuchar los abucheos de la afición manuda", explicó Badilla al anunciar su retiro.
En criterio de Esteban Campos, médico de la S, el tumor no estaba comprometiendo ninguna parte vital del órgano y eso fue una ventaja para que pudiera regresar a practicar un deporte de alto rendimiento.
A pesar de eso, era una cirugía de alto riesgo: "Al ser un tumor benigno, el peligro que existe no es que se disemine por el cuerpo, sino que a lo mejor pueda desprenderse y se vaya al torrente sanguíneo, comprometiendo estructuras como su cerebro. Esto podría ocasionar un panorama complicado e incluso comprometer la vida", contó Campos antes de la operación.
El exzaguero cuenta que el 15 de junio del 2013 es un día que jamás olvidará, pues fue cuando entró al quirófano y no sabía si podía volver a ver a su familia.
"Fue algo muy duro, no sabía si podría disfrutar más de mis seres queridos y si volvería a jugar fútbol. Mis hijas han sido testigo de mi lucha constante por ser una mejor persona a partir de ese momento", recordó.
Las muestras de apoyo no pasaron por alto, algo que Badilla agradece con humildad. Los seguidores le dieron carteles, banderas, camisetas y fotografías para alentarlo durante toda su recuperación.
Un 8 de enero del 2014, el capitán regresó a las canchas, en un juego ante Alajuelense en la cuadrangular de Los 90 Minutos por la Vida, en el Estadio Nacional.
En aquel entonces el club estaba bajo la dirección técnica de Rónald González, mismo al que Badilla admiró de niño y años después compartió en la zaga del primer equipo.
Badilla hizo sus primeras armas desde el proceso mundialista Sub-17 en Trinidad y Tobago. Según datos del estadígrafo Cristian Sandoval, en dicha selección menor jugó 18 partidos y anotó siete goles.
El entonces seleccionador de ese grupo, Juan Diego Quesada, fue el primero en ponerle una banda de capitán en su brazo izquierdo.
"La principal característica que le vi es la que ha demostrado hasta hoy: su espíritu de lucha. Desde el inicio era un muchacho con mucho carácter. Yo tenía que ver las cualidades de todos y él se ganó esa banda, no solo por lo que hacía dentro de la cancha, sino por lo que hacía afuera, pues tenía características como sacrificio, responsabilidad y buenos valores", contó Quesada.
Posteriormente, participó en el fallido proceso hacia el Mundial Sub-20 en el 2003, en el que estuvo en nueve encuentros y marcó dos tantos.
Siguió su ciclo como seleccionado en la Mayor, en la que debutó un domingo 19 de junio del 2005, en el estadio He Long Sports Center, en China. Esa noche, Costa Rica empató 2-2 ante China y Badilla entró de titular en la alineación de Alexandre Guimaraes.
Su primer gol con el combinado patrio lo marcó dos años después, en su eterna casa, el estadio Ricardo Saprissa. Su anotación le dio la victoria definitiva a la Tricolor 2-0 ante Chile. Gabriel festejó vencer de cabeza al hoy portero del Barcelona, Claudio Bravo.
Su empuje lo llevó a mantenerse con Guimaraes, quien lo alineó en el Mundial de Alemania 2006 en la derrota 1-2 ante Polonia, juego en el que se mantuvo en el campo durante los 90 minutos.
Badilla admite que le hubiera gustado vestir más la camiseta del combinado patrio, pues terminó su carrera con 24 juegos internacionales y un gol.
"Me hubiera gustado jugar más, fui a un mundial mayor con 21 años y pensaba que me quedaban dos copas del mundo más. No es una excusa, pero en épocas donde me perfilaba a jugar vinieron algunas lesiones. En la última era de Jorge Luis Pinto, rumbo a Brasil 2014, jugué un partido en la cuadrangular en México y el técnico me externó que le había gustado mi profesionalismo. Tenía el visto bueno del profesor, pero luego me lesioné del tobillo izquierdo y cuando me recuperé, después recaí", cita Badilla con cierta nostalgia en Diálogos de La Nación.
El Gladiador también fue legionario, entre 2008 y 2010, cuando militó con el New England Revolution de la MLS, en los Estados Unidos.
El tico no pudo consolidarse en el club por una seria lesión que sufrió en la espalda, que le truncó su paso en el balompié gringo.
“Fue un año y medio muy difícil, pero bueno, las cosas pasan por alguna razón. Fracaso no es, porque al final no pude exponerme, tratar de dar el máximo esfuerzo, por diferentes circunstancias. Una lesión me tapó la oportunidad de iniciar la temporada como titular”, aseguró el zaguero, quien regresó al país en el 2010 para jugar de nuevo en Saprissa.
El partido de despedida de Gabriel Badilla fue el 26 de junio en el estadio Ricardo Saprissa, en un juego entre la actual planilla y los amigos del exdefensor.
Entre los exjugadores estuvieron figuras como José Francisco Porras, Alonso Solís, Allan Alemán, Wálter Centeno, Andrés Núñez, Try Benneth, Jervis y Gerald Drummond, William Sunsing, Wilson Muñoz, José Francisco Alfaro, entre otros.
"Fue difícil hacer el equipo porque el fútbol me ha regalado muchísimos amigos, pero la idea fue agrupar el equipo que asistió al Mundial de Clubes de Japón 2005. Va a ser una actividad familiar y espero que nos acompañen", comentó Badilla.
El exjugador falleció este domingo mientras hacía una carrera de atletismo.