Para tratar de comprender qué está sucediendo con un comportamiento agresivo por parte de algunos aficionados al regresar al estadio, La Nación conversó con el gestor de desarrollo humano, consultor y coach en liderazgo German Retana.
Lo primero que él dice es que el mundo ha vivido durante dos años siendo violentado de manera silenciosa por la covid-19.
“Después de dos años de estar encerrados, con restricciones, vamos a un estadio donde podemos gritar, desahogarnos y el fútbol siempre ha servido de catarsis para muchos aficionados en las buenas y en las malas y el fútbol no escapa a la violencia, que es una expresión de ira por la frustración y la frustración es la diferencia entre expectativa y realidad”, indicó German Retana.
Como muchos, él ve con preocupación una colección de actos violentos en la reapertura de estadios: aficionados que lanzan objetos, invaden el terreno de juego y hieren a un fotógrafo; jugadores que intercambian insultos y gestos ofensivos con los fanáticos; clubes que se ven castigados por incumplir protocolos...
Retana mencionó que el ser humano canaliza la frustración como depresión, ira, ansiedad, miedo y enojo. Por eso, algunos que van a los estadios cargan más allá del fútbol ciertos comportamientos que canalizan a través de la violencia verbal o violencia física.
“No basta con abrir las puertas del estadio, hay que abrir la conciencia de las personas, de a qué van al estadio y tomar en cuenta que cualquier acto que se produzca ahí afecta la reputación del fútbol, la reputación del club”.
Señala que es el momento idóneo para que las instituciones deportivas hagan una campaña fuerte, que vaya de la mano con sus valores y principios.
“No se trata de ponerse una camiseta, darse la mano y quitársela, no. Es ir más allá, en radio, en televisión, en prensa escrita, en redes sociales y promover el respeto. El racismo se ha reducido porque desde la FIFA se han hecho campañas muy fuertes y aún hay manifestaciones, porque cuesta años cambiar una cultura”.
Insiste en que todos los seres humanos hemos sido violentados por “un bicho invisible” y ahora ocurre una expresión negativa de emociones retenidas durante muchos meses, “porque no hemos sido educados para tener inteligencia emocional individual ni social”.
“Cuando estamos en el anonimato, somos capaces de cualquier cosa y aparece el monstruo social, el monstruo de mil cabezas que son las aficiones. Alguna gente se pone así porque aparte de que estoy en una colectividad, tengo mi tapabocas y me escondo, estoy enmascarado”.
German Retana subraya que todo eso ocurre porque no se tiene inteligencia emocional y se manifiesta en muchos de quienes están en el estadio, o que se encuentran en las casas frente al televisor.
“Eso le quita identidad al fútbol, que es un juego, un simple juego y que nadie merece resultar herido, ofendido ni denigrado. Hay que sacar lo bueno de lo malo; y lo bueno es una profunda reflexión de cuáles son las lecciones que nos quedan como institución, como personas para rectificar de inmediato esos comportamientos, porque el fútbol sigue siendo fútbol, un juego”, meditó el experto.
A partir de las 5 p. m., este domingo se jugará el partido definitivo de la gran final entre Herediano y Saprissa en el Estadio Colleya Fonseca. Los florenses llegan con una ventaja de 1 a 0, tras su victoria en San Juan de Tibás, y de nuevo estará a prueba el comportamiento de aficionados, clubes y jugadores.