El grito de gol y el éxtasis de cada aficionado del Herediano ahogó una a una las penas vividas en el pasado. Esfumó fantasmas. Borró frustraciones.
Esa celebración de Jonathan Hansen, ese abrazo de Keyner Brown con los aficionados tras el gol milagroso que llevó la final al límite, los dos penales tapados por Leonel Moreira...
Sería exagerado pensar en hacerle un monumento a Hansen, Brown y Moreira en el estadio Rosabal Cordero pero sin duda anoche los tres se ganaron el corazón y alma de los seguidores florenses para siempre.
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Herediano es campeón nacional, y por fin, tuvo su revancha dulce ante el rival que le había ganado las últimas cuatro finales desde 2010 (tres de ellas por medio de los penales).
Para cada florense, el 23 de mayo de 2015 quedará grabado en sus mentes, porque ese día lograron quitarse una cruz, una hegemonía manuda en la disputa por el título que ya pesaba, que ya cansaba, que ya parecía una maldición...
No hay mal que dure 100 años, dijo el directivo Orlando Moreira. Ni tampoco un herediano que lo resistiera.
La espera acabó.
La venganza llegó acompañada de un estadio rojiamarillo que enloqueció y que gritó a los cuatro vientos el gol de Hansen en el minuto 32 de partido, el gol de Brown en tiempo extra y las tapadas de su portero.
El Team fue más que Alajuelense, llevó el juego a donde quería en la primera mitad: encimó a la Liga con presión en la salida y le clavó dardos con velocidad pura por los costados con jugadores pequeños pero veloces: Rooney Mora, Aguilar, Larín.
Alajuelense, por su parte, apeló mucho al pelotazo y no logró encontrar ese espacio para batir el arco de Leonel Moreira, más allá de una jugada de peligro de Jonathan McDonald en el minuto 25. La inicial también se decidió por una jugada de precisión, de olfato y de rapidez como la tuvo Hansen al definir de cabeza ante la portería de Pemberton.
En la segunda mitad, Alajuelense quemó todos sus cartuchos, adelantó líneas y en una jugada de táctica fija encontró la llave para el empate en el minuto 54.
Un gol que alivió el camerino manudo y que revivió todos los fantasmas en el Rosabal.
La Liga ganó fuerza con Ariel Rodríguez y Herediano perdió equilibrio y peso con la salida de Randall Azofeifa y Lagos.
En el tiempo extra, la ruleta rusa parecía estar escrita. El gol de Venegas se pensó lapidario pero ahí estaba Brown para alargar a penales la serie. El dulce desquite llegó desde el manchón blanco. ¡Salud campeones!