El equipo que nació grande. Esa probablemente es una de las frases favoritas de la afición herediana y este domingo la gritan como ningún otro club ha podido hasta ahora: celebrando el título de campeón en el año del centenario. La fiesta fue casi perfecta, tan solo le faltó celebrarse en el Eladio Rosabal Cordero, pero con el centro en las manos, termina siendo solo un detalle para la historia.
En los libros que “hablarán” de las proezas futbolísticas estará que el Team pudo con todo y venció al Saprissa con un global de 4-2. Pudo levantarse de un pésimo inicio de torneo, pudo sobreponerse de una goleada en el Ricardo Saprissa y después pudo cambiar la cara en un mismo partido para evitar los tiempos extra.
Ahí también estará escrito que la afición toleró ver como director técnico a un saprissista. El mismo Jeaustin Campos lo dijo al ganarle al Monstruo, su llegada fue difícil de digerir, pero rápidamente se ganó a los seguidores con resultados y se impuso recordando su imponente estadística: nunca había perdido una final y en el Colleya Fonseca no sería la primera vez.
Desde el minuto 18 parecía aclararse el camino de su equipo, al salir expulsado el morado Wálter Cortés por una falta que parecía más de amarilla. Pero el camino hacia el título número 29 tampoco fue tan sencillo, porque así de rápido Saprissa tuvo un penal a favor, y aunque Esteban Alvarado rechazó el disparo de Christian Bolaños, el rebote le favoreció al tibaseño.
Como si se tratara de una película repetida, el experimentado futbolista volvió a ser el alma de su equipo. Mucha razón tiene Bolaños de no ver la luz del retiro, como mencionó hace unos días. No se trata de un capricho, simplemente tiene las condiciones para seguir jugando, y sobre todo hacerlo con calidad.
Su aptitud futbolística va más allá de aparecer con goles o asistencias, también se trata de fortaleza mental, como sobreponerse de un autogol y luego hacer otro tanto, apenas con un minuto de iniciada la segunda parte. Pero esta vez su talento no fue suficiente, tampoco las interminables corridas de Ricardo Blanco o las paradas de Aarón Cruz.
La balanza se inclinó a favor del Herediano, el equipo que finalmente demostró tener más argumentos, variantes y capacidad para cambiar el partido, pese a que estuvo mucho tiempo dormido, sin aprovechar la ventaja de un jugador sobre el terreno de juego.
Jeaustin Campos tardó en mover las fichas, pero cuando lo hizo fue suficiente, sobre todo con Luis Franco y John Jairo Ruiz. Cambió el esquema y los ahora campeones se adueñaron del compromiso, con llegadas que cada vez se hacían más peligrosas. El final se veía inevitable.
Saprissa fue de más a menos, mientras a Herediano le pasó todo lo contrario. Sus piezas se acomodaron en total sintonía. Pero además de buenas ideas tácticas, también hubo garra, sobre todo cuando se habla de Yeltin Tejeda, quien hace meses volvió a su mejor versión, vestido con la camisa que pocos hubieran imaginado en algún momento.
El exmorado estira la camisa, muestra el escudo, lo resalta y grita con todo el autogol de Bolaños, pero todavía más su golazo en el minuto 80, el tanto con que selló el título, el tanto de un centenario como ningún otro.
Saprissa no pudo con él, quiso correr contra la historia y tan solo se topó con otro gol en contra.