Ian Smith recobró la sonrisa cuando comprendió que si cometió un error en un partido, se tenía que levantar, luchar y resurgir, como hoy lo está haciendo. Antes de llegar a esa conclusión, eran otras las ideas que pasaban por la mente del lateral derecho de Alajuelense. Todo ha ocurrido muy rápido, cuestión de pocas semanas, pero su presente es muy distinto a aquel amargo momento que inclusive lo llevó a pensar en terminar su carrera como futbolista.
No fue fácil para él, ni para su familia; tampoco lo era a lo interno de la Liga. Smith no inició esta temporada como quería, no se veía seguro y cuando un jugador no está con confianza eleva las probabilidades de equivocarse. Es como si se tratara de una ecuación normal, porque el fútbol es una lucha constante en la que el acierto desafía al error y viceversa. Pero está claro que nadie quiere fallar, mucho menos ser el protagonista de un grueso error, como le ocurrió en la Supercopa.
Antes de ese partido que ponía frente a frente al campeón del Apertura 2020 contra el campeón del Clausura 2021, se había dado una acción similar, justamente en la primera presentación de la Liga en este torneo, cuando empató con San Carlos en Ciudad Quesada.
Después vino ese duelo del 4 de agosto entre rojinegros y morados, donde Johan Venegas abrió la cuenta y luego empató Daniel Colindres. Con el marcador 1-1 llegó el infortunio de Smith. En el minuto 54 tuvo un error en salida que propició que los morados tomaran la ventaja y a partir de ahí fraguaron su triunfo de 4-1. El carrilero jugó hacia atrás, pero al intentar darle el balón a Leonel Moreira lo dejó muy corto. Orlando Sinclair aprovechó y asistió a Colindres para que convirtiera su segundo tanto de esa noche. Smith estuvo 11 minutos más en cancha, pero la realidad es que después de esa acción estaba desmoralizado.
El futbolista de 23 años se encontraba muy afectado, tanto que pensaba en no jugar más, nunca más. Tiene contrato con Alajuelense hasta diciembre de 2023, pero en su mente eso no era un problema, porque lo resolvía con un finiquito. Sin embargo, eso no era lo que pretendía la Liga. Otra opción podía ser un préstamo, pero es que los rojinegros querían sacarlo de ese bache anímico en el que estaba. Además, lo necesitaban en la cancha. Y entre todos trabajaron en su salud mental.
“Al principio del torneo fue difícil, no me sentía bien, obviamente. Con algunas circunstancias que ningún jugador quiere pasar, más en un clásico”, manifestó Smith en una extensa charla con La Nación.
Agustín Lleida le dijo que pensara con calma, que se diera un tiempo y fueron los mismos integrantes del vestuario liguista quienes de inmediato tomaron cartas en el asunto para sacarlo de la depresión y hacerlo entrar en razón.
“Fue bastante difícil, hasta uno piensa en dejar de jugar y todo lo demás. Con el apoyo de mis compañeros y de mi familia por dicha pude levantarme de ese momento y puedo seguir acá luchando con ellos, que al final es lo que me gusta hacer, jugar al fútbol y gracias a ellos, que al día siguiente del error que cometí fueron a mi casa, me visitaron, hablaron conmigo y yo les agradezco mucho porque nunca me abandonaron”, expresó.
Se sabía que tras lo sucedido usted estaba afectado emocionalmente. ¿Si fue serio el asunto?
Se vio el error ahí contra Saprissa, pero era algo que yo ya venía arrastrando anteriormente. No me sentía bien, no me sentía en mi mejor nivel y era algo que me frustraba, ya que quería salir de ese bache.
Obviamente nadie quiere hacerle daño a su equipo, nadie quiere pasar por una situación difícil y era algo de lo que no podía salir. Como dije anteriormente, mis compañeros y mi familia me han ayudado mucho y ahorita me voy sintiendo mucho mejor. Obviamente falta trabajo para poder sentirme bien, pero siento que voy por un buen camino. Y al final eso es lo importante.
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A todos nos ha pasado en diferentes pruebas, como un examen o la prueba de manejo para sacar licencia, que si uno no se siente con seguridad está más propenso a incurrir en un error por eso. ¿Así era como estaba?
Exactamente, creo que era un tema de confianza, era algo más mental. Creo que al final lo más importante es como uno se reponga de eso. Muchas veces uno dice no quiero fallar, no quiero hacerlo y ahí es cuando pasan las cosas. Y todos estamos expuestos a fallar.
En cualquier ámbito puede pasar y al final lo importante es cómo enfrenta uno eso, por dicha creo que lo he hecho de buena forma y ahora estoy acá, peleando por un puesto y ayudando al equipo.
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Pero fue todo muy rápido, unos partidos fuera de lista y ya reapareció en convocatoria. ¿Cómo fue el volver a la cancha?
Después de que sucedió eso estuve dos partidos fuera. Más que todo era por mi bien. Lastimosamente se da la sustitución de (Andrés) Carevic y llega el profe (Luis) Marín. Igual él habló conmigo, me dijo que confiaba en mí, pero que íbamos ir paso a paso para que no fuera tan brusca la transición.
El profe me empieza a dar la oportunidad, me empieza a dar minutos de cambio y obviamente es una sensación extraña, verdad, después de que pasó lo que pasó y volver al campo. Uno entra con eso, diciéndose: ‘Pucha, voy a hacerlo bien, paso a paso para no volver a cometer en error’. Y con la confianza del profe y los compañeros todo ha sido mucho más fácil.
Quizás esa misma noche aquella imagen le venía a la mente miles de veces. ¿Llegó el punto de que usted se dijo que ya tenía que dejar de pensar en eso?
Sí, sí, es bastante difícil. Quiero recalcar también que muchos colegas de otros equipos me escribieron, me mostraron su apoyo. Y como ellos dicen, no voy a ser ni el primero ni el último jugador al que le pase una cosa de esas. Entonces, pensé bien y yo dije: ‘Tienen razón’. O sea, a cualquiera le puede pasar, tengo que seguir adelante. No me puedo echar a morir por esto y toca seguir.
Hoy se está viendo a un Ian Smith que lo hace bien en la banda derecha y hasta luce atrevido, como en una jugada recientemente en la que pelea la bola hasta el final y que terminó en gol. Una jugada así refleja confianza. ¿Eso es lo que hoy tiene?
Sí, me he venido sintiendo bastante bien. Como dije antes, uno quiere más verdad. Hay que seguir trabajando, pacientemente, pero sí me siento mucho mejor. Son jugadas en las que uno tiene que atreverse y eso era algo que no venía sintiendo realmente. Por dicha ahora ya lo vuelvo a sentir y al final lo más importante es que son acciones que ayudan al equipo y eso es lo que a mí más me llena.
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Uno ve que la gente menciona que al estar Harold Wallace en el equipo, le ha tenido que ayudar a usted porque él fue un gran lateral. ¿Qué influencia ha tenido él en estos días?
Bastante, no solo Wallace, también Marín y el preparador físico (Juan Carlos Herrera), todos la verdad. A Marín y a Wallace ya los conocía anteriormente de selección y ellos hablaron conmigo. Me ayudaron bastante, me dieron esa confianza que perdí después de lo que pasó y trabajos específicos en cancha. Mentalmente también, que al final ayudan bastante.
¿Es de ver redes sociales?
Yo trato de pasar un poco desapercibido. Obviamente sí tengo redes sociales, pero antes de que pasara todo eso sí había preferido cerrar, porque es complicado. Uno trata de no ver, pero al final siempre algo aparece. Traté de mantener cerrado todo eso para concentrarme en recuperarme yo, en enfocarme en lo importante.
En volver a sentirme ese Ian que quizás ya no me sentía así. Pero siempre he tratado de no darle tanta importancia a eso, trato de enfocarme más en otras cosas y si tengo que corregir algo ya el cuerpo técnico me lo hará saber. Siempre trato de mantenerme al margen.
Se lo preguntaba porque en ese momento los comentarios eran en su mayoría de Ian fuera. Ahora uno ve que la gente pone que fue un buen partido de Ian y ya se ha hecho frecuente, porque lleva varios partidos seguidos. ¿Es normal, no?
Sí, claro, uno se lo imagina. Uno en ese momento no lo ve, pero uno sabe que hay personas molestas y todo, pero esto es así.
A veces hacemos bien las cosas, otras veces cometemos un error y somos los peores. Al final creo que hay que mantenerse enfocado, mantener la misma línea y obviamente tratar de hacer bien las cosas para ayudarle al equipo y mantener a la afición contenta.
¿Cuánto lo está marcando este torneo por como empezó y por como va?
Bastante, creo que me siento orgulloso de mí mismo en el sentido de que puedo decir que me repuse, a pesar de sentirme mal en un momento, al punto de decir que ya no quería jugar más.
Creo que eso me demuestra a mí madurez y eso al final me llena bastante. Creo que es una situación difícil. Sé que le ha pasado a muchos jugadores y se han repuesto también. Al final eso es lo que más me llena y lo que más aprendizaje me deja.
Hubo un momento en el que usted llegó y dijo hagamos algo porque no quiero seguir, pero le respondieron que esperara. ¿Qué sintió?
Sí, después del partido yo hablé con Agustín (Lleida) y le expresé lo que yo sentía. Él con todo el apoyo me dijo que tranquilo, que me tomara un día para que pensara bien las cosas y eso fue lo que hice.
Mis compañeros (ríe)... No querían como que yo me tomara más días y un grupo de compañeros fue y me buscaron en mi casa, hablaron conmigo, que fue algo que la verdad me ayudó mucho.
Me sentí acuerpado. Hablaron conmigo y yo dije: ‘Pucha, tienen razón’. Me dijeron muchas cosas que me hicieron pensar. Y yo dije: ‘Tienen razón, mañana mismo voy a ir a presentarme con el equipo, voy a entrenar y voy a seguir trabajando’. Al igual que mi familia y la gente cercana a mí, que nunca me dejaron caer. Y al final todo eso me ayudó para poder levantarme.
¿Ahí fue donde entró en razón de que en realidad no era un desastre a como quizás pensaba que era un desastre?
Exactamente, muchas veces uno como que se autosabotea y al final eso es algo que solo va a causar daño en uno mismo y me hicieron ver eso. Yo les agradezco muchísimo, porque en ningún momento me dejaron caer.
¿Ha pensado que con tanto jovencito en el equipo, lo que le pasó a usted puede servirle a ellos, de que vean que no tienen que rendirse?
Claro, a cualquier jugador le puede pasar. Tenemos un equipo muy joven, Dios primero no suceda, pero si le llega a suceder a alguno de ellos, o hasta a un jugador de más experiencia, quizás uno les pueda tender la mano a como me la tendieron a mí.
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