El pequeño centro de San Antonio de Nicoya aún tiene calle de piedra. Antes de llegar al cementerio, se acaba el camino de asfalto y empieza el trayecto hacia la iglesia, la plaza, la cantina y la pulpería.
De camino, sobresalen las hectáreas de terreno y las cabezas de ganado. Entre los lugareños se comenta que la mayoría de las propiedades pertenece a tres familias, terratenientes del pueblo; los Aiza, los Carrillo y los Arrieta.
Unos metros antes del epicentro del pueblo se dobla a mano derecha, se cruza un río que en verano se seca y se llega a casa de doña Norma.
Cuenta Jairo Arrieta que cuando dejó San Antonio para radicar en San José y jugar con Brujas, a finales del 2003, no sabía ni limpiar sus zapatos.
Su madre, doña Norma, le pulía los tacos, le hacía el desayuno, el almuerzo y la cena, le lavaba la ropa, “no sabía hacer nada”, admite.
Han pasado 14 años desde que el hoy futbolista florense abandonó San Antonio con la consigna de labrar un camino en el fútbol.
El muchacho rápido de 19 años que debutó en Guanacasteca, en el 2003, tenía otras metas. Lejos del ganado, sustento primordial de su familia, se veía en los campos de fútbol. El toro salió bravo.
Primero recorrió 216 kilómetros de su casa a San José; luego 5.712 km de Tibás a Columbus, Ohio, en una travesía que se prolongó casi cinco años por Estados Unidos, después de jugar en tres equipos distintos (Columbus Crew, DC United, New York Cosmos).
Apenas un pequeño trecho si se compara con los dos kilómetros que caminaba desde su casa hasta la orilla de la calle todos los días, ida y vuelta, a la espera de que alguien le hiciera ride al entrenamiento de Guanacasteca.
En diciembre del 2016 regresó a San Antonio, después de casi un año sin visitar a su familia. Desde que dejó su hogar, regresa esporádicamente para reencontrarse con sus amigos de escuela y sus primos.
Los vecinos dicen que en las pocas ocasiones que se le ve en Nicoya aparece en alguna plaza de toros, al borde de la barrera.
Una vez al año, en San Antonio hay fiestas. Se coloca un redondel que se llena de guanacastecos. Hay buena cocina y guaro.
El pueblo se convierte en la comidilla de la provincia porque es el único lugar de fiesta en plena Semana Santa, pero se llena.
Nunca falta el ganado de los Arrieta en aquel redondel.
En el pueblo se les conoce como personas trabajadoras y buenas para los golpes... aunque esto podría ser un mito.
Jairo, al menos, pelea cada pelota en la cancha.
Después de asentarse en San José, aprender inglés y disfrutar de una carrera prolífera, empieza a analizar la idea de volver a Nicoya, no sin antes sacarle el juego a los años que le quedan en el fútbol. Tiene 35 años.
Su idea es sacar la licencia de técnico y abrir una escuela de fútbol en Guanacaste.
“Yo sé que hay muchachos de allá que quieren surgir y tienen la ilusión de jugar en Primera. La idea es poder ayudarles y hablarles sobre todo lo que yo aprendí”, concluyó Arrieta.
Jairo Arrieta
Edad: 35 años
Clubes: Guanacasteca, Brujas, Saprissa, Columbus Crew, DC United, New York Cosmos y Herediano.