Desde que salió del hotel de concentración de los brumosos en Cartago a las 5 p. m. y abordó el autobús para dirigirse a la Cueva, Jeaustin Campos tenía muy claro que no iba a territorio hostil, pese a defender una camiseta muy distinta a la morada.
Un día antes en la conferencia de prensa lo advirtió, el cariño es total y mutuo entre los tibaseños y el técnico que los hizo cinco veces campeón.
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Por eso, desde que arribó al Ricardo Saprissa ayer, a las 5:55 p. m., empezó a darse un baño de afecto con todo aquel pasara cerca suyo.
El timonel ingresó rápido al camerino con su característico traje entero y a las 6:05 p. m. empezó con la charla técnica que acabó a las 6:30 p. m.
Luego, bastaron segundos para que divisaran su presencia en la zona mixta para que le llovieran apretones de mano, sonrisas, abrazos y demás señales propias para un hijo saprissista.
De no ingresar de nuevo al camerino, no le hubiera alcanzado el tiempo para seguir conversando con viejos conocidos.
La de anoche fue la tercera vez que Jeaustin volvió al reducto morado como visitante; las dos anteriores lo hizo con Pérez Zeledón en 2011. Para su salida no se necesitó el túnel verde que siempre colocan por seguridad, porque no le lanzaron ningún insulto, ni lo abuchearon.
Todo lo contrario, siguió el festival de afecto, la afición empezó a vitorearlo, le dieron la bienvenida y le recordaron: "Profe, esta es su casa, regrese", a lo que respondió tocándose la parte del corazón con la mano derecha, mientras sonreía.
Además, algunos jugadores morados se le acercaron al estratega para saludarlo.
Incluso, hasta Juan Carlos Rojas, presidente de los tibaseños, entró en esta dinámica de afecto.
Ya en el juego el ahora blanquiazul nunca recibió tan siquiera un mal gesto y mucho menos una agresión verbal. Como si aún defendiera la morada, Campos se paseó tranquilamente de un lado al otro de su área técnica y aunque la desesperación se apoderaba de la hinchada local por momentos ante la pérdida de tiempo de los brumosos, jamás le reclamaron a Jeaustin.
Únicamente un grupo se seguidores ubicado atrás de Campos bromearon con él cuando casi se cae en el minuto 33 al retroceder para hablar con sus asistentes, pero el propio timonel bromeó y se tocó el tobillo.
Fiel a su estilo el técnico reclamó, aprobó el accionar de sus dirigidos e intentó corregirlos, pero al parecer estaba prohibido meterse con él.
Jeaustin no se sentó en ningún instante, pasó tan estresado como siempre en un juego, pero sin duda tuvo uno de los juegos como visitante más tranquilos de su carrera, y no era para menos, si estaba en su casa.
El juego se disputó, Campos sacó el empate y de paso se llevó muestras de cariño del equipo al que hizo campeón cinco veces.