Jonathan McDonald se ve distinto, con un semblante relajado, lejos de la presión mediática y de la polémica.
El delantero tiene paz, se le nota la alegría a simple vista y todo lo anterior lo refleja en la cancha.
Lleva en el brazo la cinta de capitán de San Carlos y partido a partido en Ciudad Quesada hay una constante: la mayoría de veces es declarado el mejor del juego.
Ocurrió el domingo anterior, cuando con sus dos goles en el epílogo le negó la victoria a Liga Deportiva Alajuelense, en ese partido que acabó 2 a 2.
“Sabíamos cómo juega la Liga, yo estuve con (Andrés) Carevic y sabemos los movimientos que él pide y lo hemos visto, yo creo que es el equipo que mejor juega al fútbol. A los que nos gusta el juego de posesión, de pie a pie y sabíamos lo que nos podíamos esperar”, expresó Jonathan McDonald casi una hora después de finalizado ese encuentro.
Porque algunas cosas no cambian. En San Carlos, también es uno de los últimos futbolistas en salir del camerino para marcharse a casa.
Con el visto bueno de su esposa Andrea, así como de su hija Emelyn, el domingo se demoraron un poco más. Aunque ya fuera tarde, él quiso tener la cortesía de pasar por la zona mixta, aunque en realidad no le tocaba.
Dijo sentirse muy bien, feliz y respaldado por Víctor Abelenda, Luis Carlos Chacón, Víctor Badilla y la Junta Directiva de los Toros del Norte.
“Eso te obliga a tener más compromiso, te obliga a dar un poco más, pero ese poco más lo disfrutás muchísimo en la etapa en la que uno está”, en alusión a que ya tiene 35 años.
No piensa en el retiro y tampoco le pone fecha, pero tiene muy claro que el fútbol no es para siempre.
“Uno intenta transmitir a los más jóvenes todo lo que uno ha hecho en la carrera, ya sea bueno o malo y que ellos aprendan lo más rápido posible. El esfuerzo y el sacrificio siempre han sido de mis mayores virtudes y vine a un club que lo quiere hacer y calzamos en un momento muy bueno”.
Jonathan McDonald se siente pleno en la cancha, peleando cada balón, o como él mismo dice: ‘guerreándola’.
“La madurez te da esa parte de que tu vida no se resume en 90 minutos, que era lo que yo pensaba antes. Mi estado de ánimo y mi núcleo familiar dependía de 90 minutos el fin de semana y yo creo que la vida es más que 90 minutos y que cuatro horas al día de entrenamientos”.
Mac entendió que hay más, que lo que pasó en la cancha ya es historia y que no puede cambiar el resultado con ponerse de malas.
“Tu estado de ánimo no puede depender de si entrenaste bien o no, de si vas de titular o no, de si perdés un clásico, un partido importante o si errás dos o tres goles y no ganás. Yo creo que existe algo más allá del fútbol y San Carlos me lo ha devuelto mucho”.
Y aunque siempre han estado juntos, hoy siente que disfruta más el tiempo valioso con su esposa Andrea y sus hijos Emelyn y Jayden. Para todos, el vivir en San Carlos los ha hecho disfrutar más de esas pequeñas grandes cosas de la vida.
“Es un pueblo donde hay muchísimas cosas para hacer y las hemos hecho. Salir de camping, salir a tardear, hacer un pícnic, ir al parque por un helado, son de las cosas que disfruto muchísimo aquí”.
Pero también se reencontró con una versión importante del futbolista y con una misión que le toca, al ser el jugador más experimentado de los norteños.
“Enfrenté a San Carlos muchísimas veces y sé qué es ese pundonor, he conocido bastante la zona, a mucha gente y sé que es un pueblo donde el trabajo es una de las fortalezas de la zona, bastante productiva, es una zona donde la humildad está por encima de todo, con gente que trabaja muchísimo y en eso estamos”.
Detalló que los partidos los trabajan bastante, hasta más de la cuenta, porque es una información que los GPS se las hacen saber.
Con la tecnología como aliada, en San Carlos saben que el jugador que menos corre alcanza los 9,7 kilómetros por partido y otros llegan hasta completar 13 kilómetros.
“Queremos volver a las bases de luchar, pelear, hacer de nuestra casa una fortaleza y si algún equipo quiere intentar ganarnos en el Carlos Ugalde tiene que luchar muchísimo y pasarnos por encima en cuanto a actitud y ganas”.
Lo colectivo lo tiene contento y lo personal también, porque confesó que cada vez está más cerca de lo que quiere, que es llegar a lo más alto posible del goleo a nivel nacional.
“Quiero estar en el top 3, no en el top 5 de los máximos goleadores. Eso se trabaja todos los días y estos dos goles contra la Liga me acercan más y me dan un voto de confianza, de que las cosas se están dando bien futbolísticamente”.
Aparte de jugar, McDonald está estudiando porque la decisión estaba tomada desde hacía años. Quiere ser entrenador y está sacando la licencia B.
“No sé dónde me va a llevar el fútbol, la parte dirigencial me gusta, organizar cosas para un club, un proyecto y demás, pero también la parte de estar en la cancha, la adrenalina, es algo que disfruto muchísimo”.
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Entre risas cuenta que a veces le dicen que él es como el entrenador del equipo y que de inmediato responde que no, que es Víctor Abelenda.
“Pero uno está más pendiente de la parte táctica, de cuando arman tres, de cuando arman cuatro en salida, con uno o dos contenciones. Toda esa experiencia que uno ha tenido se la trata de transmitir a ellos y acatar las órdenes del entrenador”.
La ganadería es otra de sus pasiones y de nuevo entre risas dice que ahí va, bien, caminando.
En este semestre se termina su contrato con los Toros del Norte, pero no cree que haya inconveniente con eso.
Jonathan McDonald mencionó que en su contrato actual está la cláusula de extensión y que tan solo es cuestión de que le digan que si se ejecuta para de inmediato dar el sí, sin pensarlo dos veces.