El inicio del torneo de Verano lo recibió con titularidad y goles. ¿Cómo se siente en el arranque del torneo?
Me siento bien, tuvimos una pretemporada de muy alta exigencia y eso me ha ayudado a ser más incisivo. La Liga se nota un equipo más dinámico y es parte de la exigencia del cuerpo técnico para el Verano. El torneo anterior no fue malo para mí a pesar de que la titularidad no estuvo de mi lado.
¿Cómo toma toda esta ola de comentarios respecto a las constantes faltas recibidas?
Lo tomo tranquilo y todo eso es parte del juego. Hay faltas tácticas, si se va el delantero y no hay nadie más atrás te tienen que bajar, faltas porque se llega tarde a la acción o las de mala fe que ya van con el pie en alto. Pero yo creo que todo esto es a raíz de lo que pasó el año anterior, todo ese ambiente que se pintó en los días previos a la final en que salí expulsado, después la gente se quedó con eso en la cabeza, esa expectativa de que si hay un pleito cuál será mi reacción. Creo que ya es un tema agotador para mí.
Ahora que toca el tema de esa final, ¿cree que le salió la jugada al técnico Jeaustin Campos al armar esa atmósfera de su supuesta mala intención al jugar?
En el momento sí y todavía estoy viviendo secuelas de esas declaraciones. En ocasiones la gente no tiene idea de que las palabras que se emitan puedan afectar a una persona. Afectó a una institución y todavía creo que me arrastró a mi mucho más. Sé que en el fútbol se vale todo, pero debemos medir muy bien lo que decimos, podemos crear perjuicios que van más allá.
¿Hay revancha?
La palabra revancha no está en mi vocabulario. Creo que entre la revancha y el odio hay una línea muy delgada, la distancia es pequeña y uno se puede pasar. No es sano tener esas ganas de querer desquitarse porque puede terminar en odio. En ese momento todo se juntó, estaba en un momento personal complicado para mí y también fui presa de eso.
En ese momento se dijo que usted se estaba separando de su esposa, ¿se refiere a eso?
Sí, tengo hijos y en ese momento se me juntó todo, un mal tiempo familiar y en lo deportivo toda esa turbulencia que realmente me hizo pasar un mal momento. En esos meses, la verdad no tenía tranquilidad.
Antes de salir a Europa había un sentimiento que usted simulaba las faltas, ¿cree que eso le pasa factura hoy?
Sí, podemos decir que es una mezcla de las dos cosas. En mi carrera me han tildado de ser fingidor de faltas y me han puesto el adjetivo de malintencionado o agresivo. De mi parte lo que tengo claro es que hay que ir duro a la pelota, en Europa se juega así. Ahora quizás tengo una sombra de malintencionado, pero eso no es así, yo no soy mala persona.
¿Es un santo en la cancha?
Dentro del terreno de juego soy un tipo perseverante. No es que sea un santo o un demonio, simplemente soy un jugador, pero todo queda ahí en la cancha.