Redacción
En el intermedio de un partido de su exequipo, la UCR, José Giácone ingresó al camerino del cuerpo técnico sumamente molesto, lanzó un fuerte golpe a la pared y el impacto le provocó una quebradura en el dedo pequeño de su mano derecha. Tuvo que dirigir la segunda mitad del juego con una fractura, para luego trasladarse al hospital, en donde fue enyesado por un mes.
¿Por qué sucedió todo esto? "Él trabaja tanto la defensa que le molestó demasiado que uno de sus defensores no hiciera una buena cobertura y que le comieran la espalda a los zagueros. Le molestó que no se ejecutara la táctica y le anotaran un gol al plantel", confesó Diego Giácone, hermano y exasistente del entrenador belemita.
Durante 30 días, Giácone visitó los estadios con un yeso en la mano derecha.
En esta campaña, las instrucciones del timonel argentino se cumplieron casi a la perfección. Belén finalizó la fase regular con la segunda defensa menos vencida, recibió apenas 14 goles en 22 partidos.
El timonel argentino impuso su sello pues antes de llegar al banquillo florense este plantel nunca había clasificado a una etapa de muerte súbita. También lo hizo con el equipo académico, al que clasificó a semifinales.
Eso sí, no se volvió a quebrar un dedo por culpa de un colerón. Las canas le han permitido controlar su carácter y perfeccionar su método.
El estilo de juego de Belén refleja dos realidades: primero, el bloque defensivo debe lucir como una orquesta afinada. Ningún instrumento puede desentonar porque echaría a perder una melodía que se ensayó con el más mínimo detalle. Segundo, el juego en conjunto ha puesto a las individualidades en un segundo plano.
Si el libreto se cumple y el resultado se da, Giacone no se cambia por nadie, pero si no es así, se encierra en su cuarto hasta encontrar el problema.
"Él es muy extremista para vivir el fútbol. Cuando está feliz, como cuando se clasificó, quería hacer un asado para celebrar, pero al estar triste no se calma hasta encontrar las fallas", cuenta su hermano.
Duro. La testarudez del entrenador proviene de sus inicios en Costa Rica.
Como pocos conocían su formación de técnico, en un principio tuvo que dedicarse a trabajar en un soda y a entregar empanadas en distintos comercios, hasta que el exjugador y técnico Carlos Santana se lo llevó a Saprissa.
Todo le costó tanto que le cuesta darse por vencido. En Saprissa, incluso, fue campeón en todas las categorías inferiores hasta llegar al alto rendimiento del plantel.
Hoy, su obsesión es Herediano, el adversario al que espera derrotar en las semifinales para así disputar su primera final como entrenador.
Según su hermano, ya observó todos los partidos del conjunto florense. No vaya a ser que una mala cobertura defensiva los deje fuera de la disputa por el cetro.
*Lea:
Hernán Medford: un ego a la altura de los campeones de Europa
Javier Delgado: transforma las lágrimas de sus jugadores en coraje
La serenidad de Carlos Watson en medio de la enfermedad de su esposa