A Júnior Díaz no le pasaba por la mente que cuando llegó a Liga Deportiva Alajuelense por primera vez sería para quedarse, ‘jugando’ en la posición en la que el club más lo necesite. A mediados de 2019 estaba desempleado. Herediano prescindió de sus servicios, empujándolo de cierta forma hacia el retiro, una palabra que si no digiere en la actualidad, mucho menos en ese entonces.
La Liga lo había firmado por apenas seis meses. Su fichaje no gustó de primera entrada en buena parte de la afición rojinegra, pero él mismo se encargó de demostrar en poco tiempo que aún tenía mucho que demostrar y aportar, tanto en la cancha, como fuera de ella y no solo con el primer equipo.
Pronto se ganó una renovación, que ya no iba acompañada de críticas, sino que se consideraba como merecida para ese jugador que supo ganarse al liguismo y que la afición también lo hizo sentirse como en casa.
Llegó un momento duro para él y para el club, cuando la gerencia deportiva tomó la decisión de que ya no le renovarían más el contrato. Fue un mayo complicado para Díaz con esa noticia, pero se tomó las cosas con calma. Él sentía que aún no era el momento de colgar los tacos, después de tantos años y de tantas vivencias alrededor de un balón.
Tres meses después Alajuelense lo invitó a ‘jugar’ desde otra trinchera, como asistente técnico de la U-15 de la Liga, al lado del técnico Albert Ballesteros. Era una puerta que el fútbol le abría al defensor, que le permitiría adquirir más experiencia y comenzar a vivir este deporte desde otra arista, detrás de la raya y que era algo para lo que se había preparado con mucho esmero desde hacía tiempo.
Era un ganar - ganar, una especie de pacto entre Alajuelense y Díaz, porque desde que puso un pie en la Liga se matriculó con todo el proyecto. Durante esa faceta como futbolista rojinegro, hubo varios episodios en los que se vio como compartía con los talentos que se forman en el semillero manudo.
Se reunía con esos jovencitos y les contaba parte de sus vivencias. En esas charlas, quedaba muy claro que esos momentos con los cachorros los disfrutaba tanto como jugar. Ese hombre que en el extranjero vistió las camisas de Wisla Cracovia, Club Brugge K. V., Mainz 05, SV Darmstadt 98 y Würzburger Kickers siempre fue visto en la Liga como un líder positivo para sus compañeros directos, pero también para la cantera.
Fue parte del cuerpo técnico de la U-15 y disfrutó cada práctica con esos jovencitos, entusiasmados porque después de dieciocho meses sin jugar por la pandemia, al fin volvían los campeonatos de liga menor. Esa era la realidad de Díaz, quien se vio sorprendido de nuevo por el fútbol y por Alajuelense, cuando el club decidió ascenderlo al primer equipo.
En ese reacomodo que hubo después de la catastrófica eliminación de los manudos en la Liga Concacaf y de perder la oportunidad de jugar la Liga de Campeones el otro año, llegaron las decisiones drásticas: el despido de Luis Marín y Harold Wallace; sustituidos por el técnico Albert Rudé y los asistentes Óscar ‘Rambo’ Torres y Júnior Díaz.
La responsabilidad es alta, porque es quien conoce el medio, es quien tiene que decirle a Rudé lo que él no sabe de lo que pasa en un torneo tan singular como el costarricense. También es alguien que hasta hace poco formaba parte de la plantilla de jugadores, que conoce muy bien el teje y maneje del equipo como tal, pero que también sabe lo que cada uno de los futbolistas que están ahí puede dar.
“Hace cuatro o cinco meses atrás estaba de lleno como jugador con el equipo, pero yo siento que siendo jugador hubo una relación de mucho respeto y eso yo siento que se mantiene y ahora obviamente en esta otra parte me siento muy privilegiado. Con los muchachos he compartido con ellos y seguimos con esa misma línea de respeto”, mencionó Díaz.
Contó que desde hace tiempo venía trabajando para esta etapa que ahora vive en Alajuelense, admite que le llegó muy rápido, pero también lo considera normal, porque en el fútbol hay que estar preparado para lo que sea, cuando sea, con oportunidades que llegan de repente y se toman, o se dejan.
“No quiere decir que no haya tenido bastante experiencia, primero como jugador, luego en la U-15 trabajando con los chicos. He podido estar muy cerca de los entrenadores que he tenido, he visto comportamientos y siempre he sido una persona de aprender y de asumir ciertos roles. Ahora en esta etapa no tengo ningún tipo de temor, lo afronto como una oportunidad que da la vida y es porque uno está capacitado para hacerlo y esperemos que todo salga bien”, reseñó.
Fue parte de aquel equipo lleno de presión y urgido de un título; integró ese grupo que alcanzó la histórica copa 30 tan añorada y tan sufrida para el liguismo y que a la vez ganó la pasada Liga Concacaf. Fue parte del grupo que se estrelló contra la realidad cuando el sueño del bicampeonato se desvaneció en semifinales después de un torneo perfecto y ahora asume la responsabilidad de encarrilar a un Alajuelense colmado de pesos pesados, como una de las manos derechas de Albert Rudé.
“Los conozco a todos, ustedes también los conocen y sabemos la calidad de equipo que tenemos, nadie duda de que en Alajuelense hay buenos jugadores, entonces por qué nosotros tenemos que dudar o por qué ellos tienen que dudar. Yo pienso que ahí es donde tenemos que calar en lo que es el convencimiento en ellos mismos, que puedan hacer los entrenamientos al 100%, en que puedan retomar la confianza y con los resultados se convencen más”, analizó.
Sobre los altos y los bajos en los que la Liga se ve inmersa, el asistente de Albert Rudé considera que hay factores que a veces pueden influir y asegura que él está convencido de que Alajuelense había trabajado muy bien con Andrés Carevic.
“Hubo un cambio, había una nueva adaptación a una nueva idea de trabajo con (Luis) Marín. Al final todos sabemos, no se dieron los resultados y ahora toma otra vez retomar eso. Yo les digo a los muchachos que lo vean como un nuevo comienzo, como una nueva oportunidad que da la vida para continuar haciendo lo que nos gusta, estar en un equipo grande, con muy buenas condiciones, con una afición que siempre los apoya y la presión y la exigencia siempre la habrá acá”.
Por experiencia propia detalla que el jugador de fútbol tiene que saber manejar eso y que si no está mentalmente fuerte ahí es donde tal vez se puede pecar un poquito, “pero eso se gana con convencimiento en los entrenamientos, en los partidos y obviamente los resultados se generan”.
¿Esta nueva función en la Liga significa que ahora sí el retiro es definitivo? “Ya me esperaba esa pregunta (ríe)... Yo no lo he hecho oficialmente, verdad, pero siento que ahora va a ser un poco más difícil que retome lo que es el fútbol. Estoy enfocado en esto, me gusta, mente, soy privilegiado de poder contar con profesores de este nivel y en esta etapa quiero aprender mucho, aportar lo que pueda dar y yo siento que sí, todavía no lo hago oficial, pero pienso que va a ser difícil ya que pueda jugar”, respondió.
Pero es que ni siquiera tiene espacio para la nostalgia, porque ahí está, ‘jugando’ con la Liga desde la posición donde más lo necesite y hoy su tarea es como asistente técnico. Quiere hacerlo bien, no solo por él, sino por la forma en la que el liguismo lo cobijó.
“Me gustó como con base en los partidos cuando estaba jugando, como la gente empezó a valorar mi trabajo y después ya cómo se trabajaba adentro, porque estaba iniciando el proyecto y veía que el camino era el que tenía que ser y se venía juntando todo, que era la parte deportiva”, recordó.
Finalmente, Díaz mencionó que “uno cuando está en una institución no debe pensar en el bien de uno, debe pensar en el bien de la institución. Es ahí donde uno realmente quiere a la institución, que se siga haciendo historia, porque uno como persona está tratando de colaborar para que esa historia sea más grande”.
Júnior Díaz jugó bastantes partidos como central; en pocas ocasiones lo hizo como lateral izquierdo y hoy Alajuelense lo pone a jugar de nuevo, pero desde el banquillo, como asistente de Albert Rudé.
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