A las 11 p. m. del miércoles, las luces del Ricardo Saprissa seguían encendidas, y había el silencio normal de cuando todo el público abandona el estadio, aunque esta vez era casi sepulcral, muy diferente a lo que sucedía solo minutos antes, con una afición irritada, la cual en un principio estuvo decidida a apoyar con aplausos, gritos y los cánticos más emblemáticos. Sin embargo, la derrota ante el Herediano la obligó a volver al sentimiento de recriminación, enojo, vergüenza y, sobre todo, de frustración.
Un remate desviado e intentos por desbordar al rival levantaron del asiento a los morados en los minutos iniciales; después ese ánimo se fue transformando y la Cueva se convirtió de nuevo en el lugar donde, desde hace varias jornadas, hay más desazón que alegría. Las voces desde la gradería ahora eran diferentes, con reclamos e improperios.
Desde muchos ángulos y desde muchas caras, el ambiente se hacía cada vez más pesado. La expulsión de David Guzmán fue la primera expresión del más reciente fiasco tibaseño, porque quien se puso la banda de capitán ante la ausencia de Mariano Torres no pudo contenerse cuando ya había recibido una primera tarjeta amarilla y continuó con reclamos que se trajeron al traste el planteamiento de su equipo.
“Son errores de bulto” los que condicionan a Saprissa, mencionaba Jeustin Campos, y en la lista ese es uno de ellos. Guzmán fue el primer señalado, pero no el único. Poco a poco la Cueva se fue convirtiendo en una cadena de reclamos, y aunque la afición quiso volver a hacerse fuerte en su territorio, solo lo intentaron cuando los pocos seguidores florenses “se atrevieron” a hacerse notar mientras Herediano más se acercaba al gol.
Wálter Cortés recibía “reprimendas” de la aficiń a todo galillo por descuidar la zona baja, Marvin Angulo por hacer un pase erróneo cuando tenía varios compañeros solos o Ricardo Blanco por correr con la mirada clavada al césped. Pocos se salvaron. Tal vez Gerald Taylor, al lograr salir de tres marcadores, o Kevin Espinoza y Aarón Cruz por salvar en varias ocasiones el marco.
El enojo de Ariel Rodríguez, quien salió del banquillo para dirigirse a algunos aficionados, también demostró el momento que vive la institución, ese que ni las palabras son capaces de describir y más bien sobran, como asegura Ulises Segura. Tanta razón tiene el mediocampista que esta vez ni siquiera Christian Bolaños habló, acostumbrado a salir a dar explicaciones en situaciones de este tipo.
Las caras largas de los aficionados llegaron hasta los futbolistas. Uno a uno se dirigieron al camerino casi como en un entierro y así continuaron al salir del estadio, como lo evidenció un cabizbajo Aarón Cruz, no muy distinto a Jaylon Hadden o Kevin Espinoza.
Antes de eso, Jeaustin llegaba a la conferencia de prensa con explicaciones del mal momento, tratando de llamar al ánimo que parece perdido y también con una dosis de franqueza sobre las dificultades de un camerino al que le está costando levantarse desde lo anímico.
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La frustración también se ve desde lo interno, porque pese a tener futbolistas de larga trayectoria, al grupo le cuesta recurrir al ADN morado, el arma utilizada muchas veces para salir del hoyo.
“Hay momentos en que cuesta un poco más sacar ese ADN”, reconoce Campos. “Hay gente muy joven, que de repente no ha tenido la experiencia de vivir estos momentos, pero el ADN está ahí; lo importante es que hay gente de experiencia, y me incluyo, para mostrarles un poco el camino”.
Ni siquiera Ángel Catalina se salva de la frustración y al igual que Guzmán no la pudo contener en contra del arbitraje, porque según el informe de Gabriel Calderón, publicado por Tigo Sports, el gerente morado protestó contra los silbateros hasta llegar al camerino y plantarse en la puerta, impidiéndoles momentáneamente su ingreso.
Momentos como estos en Saprissa terminan siendo un “infierno”, añadió Campos. Y aunque últimamente este club se ha acostumbrado a estar en crisis deportiva, esta se agudiza cada vez más.