El ambiente del fútbol lo envolvió desde que nació y no era descabellado pensar que su destino estaría siempre ligado al balompié.
Su papá, don Cesáreo, jugó 12 años en la Primera División de México y era imposible que a Mario Acosta no le gustara el deporte que trae en la sangre.
“Uno de mis anhelos era jugar fútbol y por equis razón no se pudo, pero dentro del Grupo Pachuca, las personas que estaban en su momento, como directores de las fuerzas básicas, me dijeron que tenía un perfil muy bueno para ser entrenador, cuando solo tenía 18 años. Me decían que me preparara para ser entrenador”, contó Acosta.
Así comenzó su carrera en el fútbol, no como jugador, sino como miembro del cuerpo técnico y así se siente realizado, según confesó en una extensa entrevista que el mexicano le concedió a La Nación para contar su historia y explicar en qué consiste su trabajo como asistente técnico de Andrés Carevic en Liga Deportiva Alajuelense.
“Empecé como auxiliar técnico y he pasado por todas las categorías de fuerzas básicas durante 25 años, hasta que en poco tiempo me pusieron como entrenador de inferiores. Toda mi vida había trabajado en Pachuca como formador de jugadores”, citó.
A él le tocó trabajar en el proceso de figuras mexicanas como Hirving Chucky Lozano, Erick Gutiérrez y Héctor Herrera.
“De todos los jugadores que ahora están arriba, se puede decir, me tocó la etapa de formación. Tácticamente vi desde que no estaba la estructura de Pachuca que ahora es. Desde que tengo uso de razón, mi padre me llevaba a los entrenamientos y es muy padre para mí ver ese proceso de crecimiento del club”.
Acosta dice que le gusta hablar poco, aunque cree que colabora bastante. Eso sí, advierte que lo suyo es mantener un perfil bajo y sencillo.
En Pachuca era auxiliar de un entrenador argentino y ese técnico se fue. Mario siguió y llegó Andrés Carevic. A partir de ahí, tienen mucha química.
“Para mí él es una persona sencilla, una persona que le gusta que uno participe, tenemos mucha confianza. Estuvimos viviendo casi dos años y medio en Zacatecas y prácticamente en lo laboral somos entrenador y auxiliar, pero somos como hermanos, tenemos una comunicación muy estrecha”, contó.
Lo que más destaca Acosta de Carevic es que el técnico manudo se deja ayudar, algo que no siempre se da entre un entrenador y un asistente.
“Desde que llegó me toma en cuenta, se podría decir que respeta mucho mi preparación por tantos años que tuve de trabajar en Pachuca y entre los dos hicimos un método de enseñanza, un método de entrenamiento, y de ahí para adelante hemos estado juntos”.
Nada que pensar. Cuando Agustín Lleida llamó a Carevic para pedirle que fuera el técnico de Alajuelense, Acosta no lo pensó dos veces y le dijo al argentino que lo acompañaba en este reto.
“Desde que estuvimos en Pachuca en la Sub-20 y desde que él tomó otro rumbo y seguíamos comunicados, me dijo que siempre sería parte de él, que a donde fuera me llevaba, que qué opinaba y le respondí: ‘Donde tú quieras’. Algo muy padre es que cuando a él lo llaman de Mineros de Zacatecas dice que sí, pero llevando a Mario. Le respondieron que ahí había auxiliares y les dijo: ‘Entonces no voy’. Eso para mí es algo de mucho valor”.
En Mineros estuvieron juntos y la historia de este equipo de trabajo sigue en una Liga que ganó la fase regular de forma anticipada, adjudicándose el derecho de disputar la gran final, en caso de que esa instancia sea decisiva.
“Encontré un club grande, para mí la Liga tiene muchísima visión, buenas personas, buenos compañeros, buenas instalaciones y buenos jugadores, entonces está todo servido para hacer un buen trabajo”.
Para los partidos, Acosta le colabora a Carevic con el diseño de la charla técnica y él la proyecta, también está pendiente de los jugadores y los observa desde el calentamiento.
“Confía mucho en mis observaciones, observo la cancha, cómo está, si hay algún detalle. Yo siempre he dicho que durante el partido el entrenador pierde más visión al estar tan cerca de la línea, porque sigue más el balón y para mí es importante estar detrás de él para ver otros detalles, porque si él sigue el balón, yo veo otras cosas. A lo mejor estamos atacando y yo le puedo decir en ese momento algún detalle de la defensa, yo no sigo tanto el balón”, contó Acosta.
“Llevo las estadísticas, hago las anotaciones, de pronto él me hace una observación y la anoto, yo hago otra observación y la anoto para el medio tiempo, que para nosotros siempre ha sido importante. En los descansos hemos sido capaces de revertir algunas situaciones y entonces anoto todos los detalles míos y los de él y se los explicamos a los jugadores”.
En ese descanso, ellos no paran.
"Tratamos de corregir o acrecentar alguna situación que estemos haciendo bien, entonces esa es mi función en un partido y en los entrenamientos planificamos toda la semana en el último día de la semana anterior y como yo tengo toda la organización, estructuro todos los entrenamientos, pongo todo el material y ya él le da un toque si se debe modificar algo, pero yo armo todo dentro de la cancha”.
Acosta indicó que entre los cuidados que debe tener es que cada ejercicio sea uno tras otro para no perder el tiempo.
“Creemos que en el fútbol de ahora los entrenamientos deben de ser muy dinámicos, sin pérdida de tiempo y a eso me dedico, que esté bien organizado todo, bien ordenado”.
Piensa que tanto él como Carevic son de carácter fuerte, pero “él es más expresivo que yo”.
“Estoy atrás para de pronto jalar la rienda porque él es muy efusivo, de un carácter fuerte, expresivo y de pronto si me acerco a la banda y le digo: ‘Oye, tranquilo, mira, mejor esto’ y la respuesta ¿sabés cuál es? ‘Tenés razón, si pasa, me lo vuelves a decir’ y así esa es nuestra relación en el fútbol”.
En los últimos torneos se hablaba de que Alajuelense se asfixiaba en su propia presión por la falta de títulos y por los 100 años de fundación que cumplió el 18 de junio.
“Creo que esa presión de los títulos y del centenario, si pensamos mucho en eso va a ser peor o va a terminar mal. Lo que tenemos que pensar es en el ahora, en trabajar bien, creo que al equipo lo veo muy motivado, veo a los muchachos con muchas ganas, sentimos un buen ambiente con ellos y creo que se llevan bien con nosotros hasta cierto punto porque hay un límite”, citó.
Y agregó: “Pero yo siempre les digo que más allá de ser un entrenador soy su amigo y mientras haya respeto para adelante. Algo importante es que en mi profesión yo tengo presente lo que me pasó, el no haber sido jugador profesional o jugar en Primera me hace valorar esa situación y trato de darles todas las herramientas posibles a los jugadores y que se sientan bien”.
Indicó que para él es muy gratificante cuando los futbolistas se le acercan para decirle que tienen muchas ganas de ir a entrenar y no escuchar comentarios de que qué pereza ir a la práctica, o que qué aburrido.
“Para mí es una motivación ayudar a los jugadores. Si yo no pude, pues si ellos están en Primera que triunfen, que vayan a jugar a donde quieran, donde anhelen y que logren sus objetivos”.
Acosta nació en Monterrey, pero casi toda su vida la ha pasado en Pachuca.
Confesó que de Costa Rica lo único que le ha costado es adaptarse al calor y a la humedad, “pero me gusta el país, la gente es muy educada, muy respetuosa, los muchachos trabajan bien y me gusta la naturaleza, entonces en ese aspecto estamos encantados en el país y muy ilusionados con la Liga”, finalizó.
Tras 21 partidos disputados, Alajuelense registra 15 ganes, 4 empates y dos derrotas. En este parón, por los juegos de la Selección Nacional y de Saprissa en la Liga Concacaf, Carevic y Acosta no bajan la guardia, porque quieren a Alajuelense más fuerte que nunca para la recta final del campeonato.