Kevin Cabezas llegó a destiempo cuando intentaba despejar la pelota y le dio tremenda patada a Orlando Galo, que como lo dijo el propio Alexandre Guimaraes, la acción se vio demasiado aparatosa. Era roja directa, claro, no podía ser de otra manera, como lo determinó Marianela Araya, pero la situación transformó a Jafet Soto en el partido entre Herediano y Liga Deportiva Alajuelense.
Todo lo sucedido después de la expulsión, sin palabras. Si la escena resultó grotesca dentro de la cancha, lo demás fue muy innecesario para un fútbol que no deja de sorprender, del que se puede esperar lo que sea.
El presidente de Herediano, Jafet Soto, empezó a gritarle de todo a Kevin Cabezas. “Por eso no te contraté, por malo”, le decía entre otras cosas el dirigente florense, quien es el secretario del Comité Ejecutivo de la Federación Costarricense de Fútbol, y donde a su vez, preside la Comisión Técnica.
Parecía más bien que quien gritaba no era el presidente de un club, ni el federativo, tampoco el encargado de dar soporte y asesoría a Claudio Vivas y al Comité Ejecutivo en las decisiones técnicas de las selecciones nacionales.
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En ese instante era un aficionado que se deja llevar y no mide consecuencias, que es líder del heredianismo, que influye en el pensar de su gente como su caudillo, como su ídolo, como su gran referente a seguir.
Posiblemente, la mayoría de florenses no vean nada de malo en esos gritos y aplaudan la conducta explosiva como una manera de no guardarse nada con tal de defender a su equipo.
Leí comentarios de otros rojiamarillos que creen que lo sucedido no estuvo bien, porque por ejemplo, jamás hubiesen visto una escena así protagonizada por figuras connotadas de señorío total como Eladio Rosabal Cordero o Isaac Sasso.
Kevin Cabezas tampoco se quedó callado: “Andá a tomar guaro, bañazo... “, le vociferó liguista al dirigente, mientras abandonaba el campo de juego, siendo escoltado por un miembro del personal de seguridad del equipo Herediano.
Otros integrantes de Alajuelense también le reprochaban a Jafet Soto que como dirigente, en ese momento del partido no tenía por qué estar gritándole nada a Kevin Cabezas.
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Michael Barrantes fue uno de los primeros en reaccionar. El mediocampista estaba muy molesto, pero sin faltarle el respeto, expresándole que por qué era así, que por qué tenía que meterse con ese futbolista. A él, Jafet Soto le respondió que decía lo que le daba la gana, también que tiene diez títulos, entre otras cosas.
Jeyland Mitchell fue otro de los liguistas molestos y le respondía desde el banquillo de la Liga, mientras Jafet Soto se encontraba en las gradas de las cabinas de transmisión radiofónica, a unos cuantos metros.
Fue un show lamentable, en presencia del comisario de Unafut, Diego Vargas, y con el propio presidente de la Fedefútbol, Osael Maroto, viendo muy de cerca todo lo que pasaba.
¿Se imagina al presidente de la Federación casi a la par del banquillo rival gritándole a un futbolista de Brasil, Colombia o Paraguay en la Copa América? ¿O en la eliminatoria mundialista? Al menos yo no...
Dirigentes, futbolistas y miembros de cuerpos técnicos deben tener control emocional y comportarse, controlarse y no caer en provocaciones de ningún tipo.
Todo juega y eso es clave, máxime que viene la recta final del campeonato. En el caso hipotético de que hubiese castigos, supongo yo que se afectaría más a Alajuelense que a Herediano, tomando en cuenta que los dimes y diretes provenían de un representante de un club, como Jafet Soto, y de jugadores de la Liga al responder.
En el plano deportivo estrictamente, y no en el moral, un castigo o una multa para un dirigente no tendría el mismo peso, o afectación, que una suspensión para un jugador.
No tengo claro si lo ocurrido amerita un castigo como tal, pero al menos debería acarrear un jalón de orejas. Una autocrítica. Gritos de esa manera dañan la imagen del fútbol, un deporte con responsabilidad social, que muchas veces entra en contradicciones.
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Sé que es un tema de nunca acabar y que el ejemplo siempre empieza en la casa de cada quien. A los hijos los educan los padres o encargados, no un futbolista o un dirigente, pero tampoco se puede obviar la influencia de los personajes del fútbol en la sociedad, sin importar colores.
Todos tienen un peso muy fuerte en niños, adolescentes y adultos, en su manera de pensar y de actuar. La lucha es vivir el fútbol sin violencia y evitar que haya otro tipo de consecuencias que lamentar, con comportamientos indebidos que ahuyentan a los aficionados de las gradas.
Una falta ruda, salvaje o como quiera llamarle en el fútbol se resuelve con una expulsión, como lo sancionó Marianela Araya tras la patada de Kevin Cabezas a Orlando Galo cuando estaba en disputa el balón; no con gritos fuera de lugar, completamente innecesarios.
Nada en la vida se resuelve con gritos, ni siquiera en el fútbol. Por cierto, tampoco con cánticos de mofa ante el cuadro de diarrea y vómito que golpeó a Alajuelense en los últimos días.
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El pasado 26 de abril, el Ministerio de Salud alertó que Costa Rica enfrenta una epidemia de diarreas que se encuentra en “zona de alerta”, al reportarse más casos sospechosos y confirmados de los esperados en un periodo.