El fútbol de Costa Rica presume de haber participado en seis Mundiales Mayores, su majestuosa actuación en Brasil 2014 e incluso se jacta de ser el primer país de Centroamérica en innovar con el VAR (videoarbitraje) en su torneo local. Sin embargo, algunos clubes han dejado en el olvido un elemento crucial: las canchas.
Los malos terrenos de juego representan un riesgo para los jugadores y el espectáculo. No es una afirmación ligera. La Nación realizó una serie de reportajes en los que reunió a expertos en gramillas, exjugadores, un médico y también a futbolistas actuales, quienes, de forma anónima, evaluaron los campos del fútbol costarricense. Las conclusiones no serán del agrado de algunos, especialmente de los que cuentan con gramillas sintéticas, pero reflejan una dura realidad.
Aunque los estadios peor calificados tienen superficies artificiales, las malas condiciones no se limitan a ellos; algunos campos de césped natural también presentan deficiencias.
Actualmente, seis estadios de la Primera División de Costa Rica cuentan con pasto natural: el Morera Soto de Alajuelense, el Ricardo Saprissa, el Fello Meza del Cartaginés, el Edgardo Baltodano de Liberia, el Chorotega de Guanacasteca y el Lito Pérez de Puntarenas FC.
En cuanto a las sintéticas, seis equipos las utilizan: San Carlos con el Carlos Ugalde, Herediano con el Carlos Alvarado, Sporting FC y Santa Ana con el Ernesto Rohrmoser, Pérez Zeledón con el Municipal y Santos con el Ebal Rodríguez.
Principal problema de las canchas
Terrenos como el Carlos Ugalde, el Ebal Rodríguez, el Lito Pérez, el Chorotega e incluso el Edgardo Baltodano no son del agrado de los jugadores.
No se puede generalizar cuál es la falla. A veces el principal problema no siempre es visible: drenajes ineficaces, bases mal preparadas, falta de inversión en mejoras y un mantenimiento mínimo o inexistente en los terrenos artificiales. Incluso en las canchas sintéticas, el sobreuso acorta su vida útil.
Enio Cubillo, CEO de Turf Managers Specialist (TMS), empresa dedicada a la construcción y mantenimiento de campos deportivos, asegura que cualquier club puede mantener campos naturales. No obstante, si se opta por uno sintético, factores como la tracción, la dureza del terreno y la cantidad de caucho son cruciales para garantizar que cumpla con los parámetros necesarios para un buen juego, sin poner en riesgo a los jugadores.
Cubillo explica que a veces los clubes se dejan llevar por el precio. Una cancha sintética puede costar entre $350.000 y $500.000, dependiendo de la calidad del césped, mientras que una cancha natural oscila entre $400.000 y $500.000, según las bases y sistemas de riego.
El experto considera que las gramillas sintéticas esconden a simple vista su deterioro, propiciando que sus dueños se preocupen menos por el mantenimiento. Por otro lado, el mantenimiento de una cancha natural, que ronda entre ¢2 millones y ¢3 millones mensuales, muestra más claramente los efectos de la falta de cuidado.
Jugadores disconformes con las sintéticas
La voz de los jugadores es crucial. La Nación consultó a 25 futbolistas de Primera División para conocer su criterio sobre las canchas. En forma anónima, calificaron del 1 al 10 todas las gramillas del Apertura 2024 (en reportaje que será publicado este lunes 23 de setiembre en nacion.com).
Ninguna cancha sintética fue clasificada entre las mejores; todas recibieron notas bajas, incluso aquellas que se instalaron recientemente. Ni el Carlos Alvarado, el Municipal de Pérez Zeledón, el Ernesto Rohrmoser, el Ebal Rodríguez ni el Carlos Ugalde lograron una calificación superior a seis.
Marco Ureña, mundialista y con un amplio recorrido en el fútbol internacional, considera como una urgencia invertir más en los terrenos de juego y a su parecer lo mejor sería erradicar las gramillas artificiales.
“Uno tiene que adaptarse todos los fines de semanas a canchas diferentes y el cuerpo lo resiente mucho. Uno va de salida, pero es complejo para los jóvenes que entrenan todos los días en canchas sintéticas y ya están operados a los 15 años, a los 18 o 16. Esto no beneficia en nada al fútbol de Costa Rica”, comentó Ureña
“Lo de las canchas es un tema en el que la Federación debería intervenir y los clubes deberían preocuparse de tener un buen espectáculo para el fin de semana. Puntarenas tiene un CAR, Liberia creo que también, pero no sé dónde entrenan. La cancha debe ser impecable, porque es donde se compite y debería estar como el Fello Meza se ve siempre”.
Lo más preocupante es que seis estadios ni siquiera alcanzaron un promedio de cinco puntos en la evaluación de los jugadores, entre ellos el Chorotega y el Lito Pérez, ambos con césped natural.
Controles no evitan mal estado de canchas
El Comité de Licencias de la Federación Costarricense de Fútbol es el encargado de supervisar el estado de las canchas. Sin embargo, sus controles no parecen ser suficientes para evitar que algunos terrenos de juego estén en mal estado.
Jorge Gutiérrez, presidente de Licencias, atendió a este medio vía mensajes y señaló que sí hay un control periódico de todas las gramillas.
“Anualmente se da el control. En el caso de canchas naturales debe acreditarse mediante documentación y eventualmente mediante visitas de campo en las que se brindan detalles del mantenimiento y conservación a la superficie natural”.
En lo que respecta a las sintéticas, las más señaladas, Gutiérrez, explicó el proceso que en teoría deberían cumplir para recibir el aval de Licencias:
¿Qué tienen que hacer los clubes con canchas sintéticas para recibir la aprobación de Licencias?
- “Las canchas deben cumplir con una certificación de calidad FIFA Quality o FIFA Quality Pro. En caso de no tenerla pueden acreditar que la cancha fue instalada hace tres años o menos”.
(Para que un terreno de césped artificial obtenga una certificación de la FIFA, el césped debe superar una prueba después de su instalación).
¿Cómo certifican los equipos sus canchas sintéticas?
- “Por medio de un experto o empresa acreditada por FIFA (laboratorio) que expida un certificado FIFA Quality o FIFA Quality Pro y su respectiva vigencia o expiración”.
¿Cómo verifica Licencias que las canchas sintéticas estén certificadas?
“Cada club licenciatario debe presentar, como parte de los requisitos de infraestructura para cada licenciamiento, una certificación vigente”.
Sin embargo, si las canchas no están certificadas, ¿cómo hacen los clubes para que Licencias les dé el aval para utilizarlas?
- “En principio únicamente por las vías indicadas anteriormente” (garantizando que tiene menos de tres años de instalada).
Pese a esta explicación del jerarca, en el fútbol tico hay clubes que juegan en campos artificiales con sus certificaciones vencidas o fuera de los parámetros que establece Licencias.
San Carlos es uno de estos casos. Incluso, en el inicio del Torneo de Apertura 2024 se les prohibió utilizar su escenario por el mal estado de la cancha, pero luego de hacer una serie de pruebas con especialistas y de traer a técnicos de un laboratorio se consideró que la gramilla aún tiene vida útil. Esto pese a ser una de las más criticadas.
Los norteños están enfocados en hacer el cambio lo más pronto posible y ya realizan un trabajo en conjunto con la Municipalidad, dueña del estadio.
“En un principio se solicitaban canchas certificadas y luego se cambió a canchas con menos de cuatro años de construidas con productos de calidad FIFA. Algunas canchas en Costa Rica están certificadas y otras no, pero están dentro de esos cuatro años de construcción”, explicó Gustavo Pérez, gerente de los norteños.
Sobre su estadio, el dirigente de los sancarleños detalló que: “Cuando se instaló la cancha de San Carlos esto de las certificaciones no existía (para Licencias), entonces no se puede imponer algo a medio camino. Mostramos el FIFA Test Report, la cancha pasó todas las pruebas que se le hicieron por medio del laboratorio que se contrató y científicamente se expuso que la gramilla aún está apta para el fútbol profesional. Estamos en un proceso de licitación y la cancha que viene cumple con todos los lineamientos de FIFA”.
En lo que respecta a los otros escenarios con césped sintético, su situación es la siguiente:
- Gramilla del Ebal Rodríguez, sede del Santos: se instaló en octubre del 2018 y certificación se vence en el 2024.
- Gramilla del Ernesto Rohrmoser, sede de Sporting: se renovó por completo en el 2022 y recibió certificación hasta el 2025.
- Gramilla del Municipal de Pérez Zeledón, sede de Pérez Zeledón: se renovó por completo en el 2022 y recibió certificación hasta el 2026.
- Gramilla del Carlos Alvarado, sede de Herediano: se renovó por completo para el 2024. Se desconoce plazo de certificación, pero Licencias dio el aval para uso del estadio.
Secuelas y riesgo de lesiones
Un tema trascendental relacionado con las canchas en mal estado es el impacto en la salud de los jugadores y las lesiones que podrían poner en peligro sus carreras. Si bien las dolencias no se limitan exclusivamente a las gramillas artificiales, los médicos coinciden en que este tipo de superficies, especialmente cuando no reciben el cuido adecuado, representan un riesgo significativo.
El doctor Allan Soto, parte del cuerpo médico de Saprissa y con experiencia en equipos como Cartaginés y Guadalupe, explicó los problemas que enfrentan debido a los campos sintéticos en Costa Rica.
“Cuando vamos a jugar a una cancha sintética tomamos en cuenta posibles lesiones de espalda. Sabemos que los muchachos se van a quejar de molestias musculares y en espalda, tobillos, rodillas y cadera. Incluso, antes se acostumbraba que si había partido en cancha sintética se entrenaba en los días previos en ese tipo de superficie, pero Saprissa ya no lo hace y ahora solo se hacen las prácticas en superficie natural”.
Soto considera que el principal problema con estas superficies es en Costa Rica. Por lo que ha vivido, “cuando se va a otros países las canchas sintéticas están en mejores condiciones, pero el problema acá no es que sea natural o sintética, sino que tienen muy mal mantenimiento y hay un sobreuso en las sintéticas, lo que hace que la cancha se deteriore y su vida útil disminuya considerablemente”.
Los protagonistas del fútbol entienden que hay clubes que prefieren el césped artificial por condiciones climatológicas o porque así pueden darle más uso a su escenario. No obstante, a nivel médico Soto lo ve contraproducente, ya que el impacto es mucho mayor en las articulaciones, la cadera y la columna. A su parecer, repercute a futuro en mayores dolencias.
Ante este tipo de riesgos, el médico confesó que hay futbolistas a los que les recomiendan no jugar en sintéticas cuando acaban de superar problemas en rodillas o tobillos.
El especialista recalcó que las gramillas naturales en mal estado también son un verdadero problema y realizó un llamado a los equipos para que velen más por el elemento principal, como son las canchas.