María Paula Salas está a la mitad del camino de su recuperación, luego de que el 25 de abril se sometió a una cirugía en el brazo derecho.
La atacante de Alajuelense confiesa que hasta ahora no había entrado en su etapa de aceptación, de caer en cuenta que al menos hoy no puede jugar y lo importante es la rehabilitación.
Desde que empezó en el fútbol, es la primera vez que está de baja por tres meses. No es tanto, pero para ella es mucho.
¿Qué le pasó? En 2017 hubo un partido en el que subluxó el hombro tres veces.
Desde entonces le explicaron muchas veces que subluxar es que se desmonta, pero el mismo hombro se monta y que cuando se luxa por completo, tiene que llegar alguien a colocarlo.
“A mí me pasó en el partido tres veces. Nunca me había ocurrido y yo pensé que me quebré, porque sentí donde el hueso se desplazó. Yo me levanté del suelo y vi que estaba bien. En una jugada que iba a recibir de pecho otra vez y yo pensé qué raro, pero lo dejé pasar y a la tercera vez el dolor era más”, recordó.
Luego sucedía con más frecuencia. Le explicaron que es como un resorte y de tantas veces que se estira, llega el punto en el que ya no se monta.
“Me pasaba mucho. Nadie sabía de la lesión, solo nosotras en la Selección y las chiquillas. Fuera de ahí, no, porque no me pasó en torneos. Sí me ocurría mucho en entrenamientos”.
Para los partidos iba vendada a full. Recordó que para los Juegos Panamericanos de Lima 2019, donde Costa Rica obtuvo bronce en el fútbol femenino, casi queda fuera de lista.
“Al principio me ocurría, me lo montaban y seguía entrenando, pero pasaba tantas veces que llegó un punto en el que no se podía. El dolor ya era mucho y a veces me costaba hasta levantar un fresco, ya estaba muy débil, usaba un colchón ortopédico. Muy duro, porque me pasaba durmiendo, hasta estornudando. No podía nadar, muchas cosas de la vida cotidiana no podía hacerlas”.
Relata que tuvo la dicha de que en ningún partido de eliminatoria se dio, pero si pasó en el Proyecto Gol, cuando jugaban contra hombres, o ante equipos femeninos de Primera.
“Jugando yo si evitaba mucho el golpe, el ir al cuerpo. Yo sí lo evitaba, porque habían muchas posibilidades de que se luxara, como cubrir la bola. No sé si en el partido se notaba, pero yo intentaba ir lo menos a la banda a recibirla, porque era cubrir y depende de cómo me jalaran del brazo, me luxaba”.
La delantera que dentro de un mes cumplirá 19 años tenía mucho tiempo así, había un desgaste y la operación era más que necesaria.
Confesiones. “El año pasado tuve una opción de ir a una pasantía en el equipo donde estaba Melissa Herrera, en el Reims, en Francia, y no se dio. La primera vez, Édgar Rodríguez era el técnico de la Liga y quería que yo estuviera para los tres partidos más importantes contra Dimas, Heredia y Saprissa FF. Yo acepté y me arrepiento, porque acepté no ir y justo cuando atrasamos la pasantía y se vino literalmente lo de la covid-19″, mencionó.
La opción surgió de nuevo, pero cuenta que su representante Joaquim Batica le decía que ningún equipo la iba a aceptar porque debía pasar las pruebas médicas.
“Para irme a jugar afuera se me complicaba bastante y eso era lo que estaba atrasando, porque tuve las pasantías, una opción en España y con Joaquim siempre hay buenas ofertas. Él me había dicho que había que operar y que luego cuando me recupere y esté al 100% se volvía a retomar lo de las salidas del país, con pasantías, o que surja la opción de un contrato afuera”.
Dice que las futbolistas que han estado cerca de ella la han visto sufrir bastante, “porque duele mucho, es impresionante el dolor y me pasaba mucho”.
Al tomar la decisión, el médico le dijo que había varias formas de operar, pero que con ella harían la más segura, porque ya había pasado demasiado tiempo así.
“En estos años, sin mentir, me pudo pasar unas 25 veces y ya había hasta desgaste de hueso. Ya la cirugía se tenía que hacer, ya era necesaria y yo como jugadora intentaba atrasarlo para seguir. Se atrasó mucho y al final la profesora Amelia (Valverde) me dijo que sentía que era un buen momento para que me operaran. Lo malo era que me iba a perder los partidos más importantes, pero que ella tomaba en cuenta los partidos de la Selección que son un trampolín para uno irse para afuera”.
No fue una decisión fácil, porque quería terminar de jugar el torneo con un Alajuelense que acaba de coronarse campeón del fútbol femenino, pero es que también pensó que por la covid-19 no había nada seguro.
“También un buen momento era en marzo del año pasado, cuando todo se suspendió, pero uno qué iba a saber; pero bueno, ya tengo mes y medio de operada”.
Si lidiar con el dolor era complicado, para ella la tortura real inició después.
“Los primeros días la pasé bastante mal la verdad, yo nunca había tenido un tipo de lesión que me deje fuera y cuando he estado así, siempre me vendaba y vamos, nunca he sido de arrugarme. En los primeros días no podía dormir, me daban ataques de ansiedad y yo me sentaba en la camilla y me decían que moviera el brazo de tal forma y yo pensaba que esto iba a ser demasiado largo”.
El torneo seguía y ella afirma que literalmente “se quemaba” por estar en los partidos de la Liga.
“Veía todos los juegos, las finales, los penales y es muy difícil. Admiro a las que han tenido que lidiar con ligamento cruzado y esperar como nueve meses porque es mucho. Tal vez la gente no piense que es tanto, pero para uno como futbolista sí. Se me ha hecho eterno”.
Molesta. María Paula Salas es consciente de que el fútbol ha tenido que ajustarse a protocolos por la pandemia para poder realizar y culminar los torneos.
Lo que no entiende es por qué si en el fútbol masculino se permitió que todos los integrantes de los finalistas acudieran al último partido, en el fútbol femenino no ocurrió lo mismo el sábado pasado.
“Pienso que la Unión Femenina de Fútbol (Uniffut) actuó mal, porque en masculino fueron todos y a nosotras ni siquiera nos dejaron estar ahí. Al final duele, porque estuve todo el campeonato ahí, aporté, anoté, y al final no se puede. Uno se lesiona, pero no es que deja de ser importante. Para mí está totalmente mal”, expresó.
Ya puede hacer trabajos de gimnasio, pero no levanta tanto peso. Le queda mes y medio de recuperación, pero prefiere pensar en el día a día. Ella quiere estar pronto en la cancha, golear a la lesión y sentirse futbolista de nuevo.
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