El fútbol es como Batman: no puede vivir sin villanos…
Claro, los malos de la película de uno y otro campo son muy diferentes.
Recordemos los nombres de algunos de los personajes que hacían fechorías en Ciudad Gótica y que obligaban al multimillonario Bruce Wayne, o Bruno Díaz, a disfrazarse de murciélago para ser un héroe anónimo: Guasón, Pingüino, Acertijo, Gatúbela y el Rey Tut, entre otros.
Todos ellos han dejado huella en el papel, la televisión y el cine: Batman apareció por primera vez en una historieta publicada en marzo de 1939, luego se hizo acompañar por sus bellacos en una serie producida para la pantalla chica a mediados de los años 60, y a partir de 1989 incursionaron en el sétimo arte con una película dirigida por Tim Burton y protagonizada por Michael Keaton, Jack Nicholson y Kim Basinger.
¿Quién no recuerda la magistral y espeluznante actuación de Heath Ledger en el papel de Guasón en Batman: el caballero de la noche, del 2008? En mi modesta opinión, el villano por excelencia, capaz de hacer lucir a los actores César Romero (el primer Guasón) y Nicholson como simples chiquillos mal portados.
Los villanos del balompié son diferentes, pertenecen a otra categoría; no son delincuentes o malhechores, pero tienen en común con los de Batman que son amados u odiados, no admiten términos medios; poseen una gran capacidad para sorprender y llamar la atención, están siempre en boca de todo el mundo y, muy importante, si no existieran habría que crearlos.
¿Los nombres de algunos malos de la película en el fútbol? Primero unos cuantos nacionales: los directores técnicos Jafet Soto, Wálter Paté Centeno y Hernán Medford. Ahora unos internacionales: Florentino Pérez, “carismático” presidente del Real Madrid; Diego Armando Maradona y el técnico mexicano Miguel Piojo Herrera. En esta categoría califica también el polémico periodista azteca, David Faitelson.
El balompié necesita de estos personajes por múltiples razones: en este deporte es importante echarle leña al fuego para atizar el espectáculo y vender más, muchos fanáticos necesitan figuras contra las cuales despotricar en pro de su salud mental, y, por qué negarlo, siempre es estimulante y placentero tener a quienes señalarles y machacarles sus errores, y darles lecciones de vida, ética y valores; es como inyectarse una dosis de superioridad.
El fútbol es como Batman, Superman, el Hombre araña, Los vengadores y el ser humano en general: no puede vivir sin villanos.