Juntabolas que pierden tiempo adrede, provocan a jugadores de los equipos rivales, le faltan el respeto al cuarteto arbitral, se burlan de los aficionados, piropean a las rumberitas, le sacan aire a los balones, obstruyen el trabajo de la prensa deportiva, distraen a los oficiales de la seguridad privada, soplan silbatos en momentos críticos de los partidos, molestan a los porteros con punteros láser, le amarran el perro a los vendedores de patí y refrescos, tratan confianzudamente a los cuerpos técnicos, hacen bulla durante los minutos de silencio…
No hay duda, el fútbol costarricense necesita urgentemente un Colegio de Juntabolas y Afines (COJUNA), que ponga orden en el caótico y anárquico mundo de los muchachos encargados de devolver lo más pronto posible la pelota al terreno de juego en aras de la expedita reanudación de las acciones.
¡Hace años debimos haber creado esa vital institución! Pero bueno, como suele ocurrir en nuestro país todo lo que es verdaderamente importante, realmente estratégico y categóricamente visionario sufre demoras, duerme el sueño de los justos y es pospuesto una y otra vez. ¡Somos maestros en el arte de patear la bola!
Es hora de que la Asamblea Legislativa honre esta deuda pendiente y vergonzosa, pues el fútbol de Costa Rica no está al nivel de las ligas europeas por culpa de un grupúsculo irresponsable que incurre una y otra vez en casos de mala praxis y ejercicio ilegal del oficio.
La fundación del COJUNA no solo sería un potente motor de la reactivación económica por la que clama Costa Rica, sino que además contribuiría a profesionalizar un gremio que fomentaría algunos de nuestros vicios favoritos: generar burocracia, aumentar la tramitomanía, otorgar privilegios y obligar a los ciudadanos a financiar entes y organizaciones por medio de la compra obligada de timbres fiscales.
Una ley como esta, ejemplo para la comunidad internacional y la FIFA, debería obligar a todos los juntabolas, incluidos los de futbolines de turnos y cantinas, a acreditarse ante el Instituto Nacional de Ocurrencias, adscrito al Ministerio de la Pérdida de Tiempo y la Vergüenza Ajena.
Estimados señores diputados, ahora que inician una segunda legislatura tienen la oportunidad de pasar a la historia como los creadores de un colegio que estimulará los emprendimientos, generará empleo, facilitará el acceso al crédito, atraerá inversiones y nos permitirá dar un gran salto en materia de competitividad.